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Una flor de palera, en primer plano, con el valle de Murcia al fondo.
Monteagudo, la cuna de Murcia

Monteagudo, la cuna de Murcia

El monte que corona el Cristo ha sido refugio del hombre desde hace cinco milenios

Pepa García

Lunes, 5 de mayo 2014, 20:57

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Sin la historia de Monteagudo no se entiende la de Murcia ni la del sureste de la Península», introduce Javier Medina, coordinador arqueológico del Centro de San Cayetano, en Monteagudo. Un afilado anzuelo que araña el espíritu curioso que anima estas rutas. La de hoy comienza en este centro de interpretación, eje neurálgico de la vida desde el Calcolítico, hace unos 5.000 años. Y termina subiendo al Castillo, eso sí, acompañados de guías, para contemplar por qué fue un punto estratégico, cómo se domina el valle y lo que fueron las tierras que un día garantizaron el sustento y en las que hoy languidece la huerta.

Cómo llegar

  • Para ir a Monteagudo debe tomar la A-30 y coger la salida de Ronda Sur. Continuar por la Avenida Miguel Indurain hasta la antigua carretera de Alicante (N-340). Ya solo tiene que entrar a Monteagudo y dejar el coche para subir caminando a la Cuesta de San Cayetano.

Encaramados a sus laderas han vivido también los argáricos, los íberos y los romanos, y sobre su afilada cumbre estableció su centro político la civilización islámica, que finalmente decidió trasladar su capital al valle en el que se extiende la actual ciudad.

Una historia que no son historias, que la cuentan los restos arqueológicos encontrados sobre el terreno. Una historia que se disfruta como un cuento entre las paredes del moderno pero integrado edificio de nueva planta. «Se percibe con los cinco sentidos», advierte antes de entrar Julio García Abril, coordinador. Y desvela que la ruta concluirá, muy pronto, con el dulce sabor de un alfajor, que ya prepara un pastelero de Monteagudo.

Pues déjense llevar por el seductor relato de la historia, mecidos por la música que Salvador Martínez ha compuesto para cada una de las civilizaciones y espoleados por el aroma de cada entorno, desarrollados por los investigadores del departamento de Química Agrícola de la Universidad de Murcia para recrear cada época; y comprendan los secretos que atesora este cerro coronado por un Monumento Nacional -archivado desde entonces en los cajones ministeriales, pese a ser el espejo en el que se miró la todavía espectacular Alhambra granadina-.

Casas argáricas

A cielo abierto, en el recinto de este museo que recibe la constante visita de turistas extranjeros, la actividad arqueológica no descansa. Durante la construcción, descubrieron dos casas argáricas que ahora arqueólogos y restauradores se afanan en poner en valor. Pero, mejor, suban hasta la cuesta de San Cayetano y entren a sentir.

Qué visitar

  • Centro de San Cayetano. Plaza de San Cayetano. Monteagudo (Murcia). 968 851 910. Horario De martes a sábado (de 9.30 a 14 h. y de 17 a 19.30 h.). Domingo (de 10 a 14 h.). Castillo de Monteagudo. Hay que ponerse en contacto con Eco Ambiental (620 076 512) para poder visitar el castillo, que está cerrado con una valla. Solo se puede acceder a la parte baja de la fortaleza y los chatarreros de lo ajeno le han restado seguridad a los accesos, pero merece la pena hacerlo, las vistas del valle son impresionantes.

Bajo la luz tamizada por la piel troquelada de acero corten del edificio, el visitante entra fácilmente en un onírico viaje al pasado, en el que le recibe un enterramiento argárico en cista. A partir de aquí, uno se traslada primero al Calcolítico, la Edad de Cobre, a través de ambientes recreados por el dibujante Alejandro Galindo, con réplicas y reconstrucciones de herramientas, utensilios y armas encontradas en las sucesivas excavaciones llevadas a cabo en Monteagudo (las piezas originales se conservan en el Museo Arqueológico de Murcia o en el Nacional) y en las que la materia prima es, sobre todo, piedra, madera, astas y huesos. Jabalinas, arcos, cuchillos, hachas o taladros manuales con puntas y filos de sílex demuestran el ingenio 'primitivo', y también cerámica perfectamente modelada y cocida conforman las viviendas de esta primera fase de ocupación documentada en Monteagudo.

Hace unos 3.700 años, los argáricos copan esta montaña sagrada, centro espiritual, pero también social y administrativo. Los ajuares y herramientas hablan al visitante de sus dotes cotidianas de herreros y guerreros, y de su dominio de la alfarería; los enterramientos, bajo los hogares, revelan la alta mortalidad infantil y la posición social de los difuntos.

Pero el pasado no tarda en asaltarles con intensidad. Estos tataratatara... abuelos murcianos agradecen su recuerdo; en la sala contigua aparece, casi tal y como fue, una pequeña vivienda argárica. Hallada durante las obras, se ha incorporado al itinerario y muestra 'en vivo' cómo era un fogón y un horno para trabajar el sílex, cómo trenzaban el esparto, tejían sus telas y molían el cereal; o cómo protegían sus espaldas pegando sus hogares a la ladera. Una viñeta que legó el fuego repentino que tiró abajo la casa.

Recomendaciones

  • Es más que aconsejable visitar el museo y los niños pueden disfrutarlo mucho. La entrada es gratuita y para realizar la visita hay audioguías y servicio de guías a las horas en punto. Todavía está en fase de desarrollo, pero la idea es habilitar un espacio para realizar talleres con niños.

Después llegarán los íberos, protegidos tras murallas, con calles y espacios públicos, y hasta 'cementerio'. Trabajadas esculturas, de guerreros y grifones; vestimentas de lana; y, para siempre, olivo, vid y cereal.

Los romanos también construyeron un foro, con mercado y templo (dos de sus columnas de mármol rojo levantan la portada de la iglesia de San Andrés); sus monedas se colaron por sus alcantarillas para llegar rondando a nuestras manos, y sus vías y calzadas duermen a la espera de que leamos su historia.

El recorrido termina con el reino musulmán y la grandiosidad del Rey Lobo, un espléndido capitel de alabastro es testigo.

Al subir al Castillo, gocen la panorámica; es increíble.

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