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La cascada con cúpula del salto del Usero.
Ascensión con recompensa

Ascensión con recompensa

La cumbre del Castellar pone a sus pies el río Mula, le acerca a la historia y le premia con el primer baño de la temporada

PEPA GARCÍA

Lunes, 5 de mayo 2014, 20:56

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Ahora que el termómetro empieza a subir sin descanso y el sol comienza a impartir justicia prometiendo una Semana Santa radiante, nada mejor que despejar la mente ascendiendo a una cumbre, asequible pero exigente, con la promesa de un refrescante final.

El itinerario comienza junto al Salto del Usero, un rincón mágico bastante frecuentado los días festivos, sobre todo si ha comenzado el buen tiempo. En el salto del Usero, el río Mula se encaja entre altas paredes que dejan ver su frondoso pasado, ya que con poco que se observe encontrarán algunos de los fósiles que el carbonato cálcico del agua ha preservado depositándose sin prisa y sin pausa desde hace cientos de miles o millones de años. Pero el primer objetivo de esta cita es descargar tensiones y recuperar fuerza sudando la camiseta. Así que, antes de recrearse con esta cascada con cúpula, átense bien las botas y, junto a un enorme roble que hay en el acceso a este salto de agua, comiencen a subir en dirección al cerro del Castellar.

Primero de cemento y luego de tierra, la pista pasa junto a unas casas con huerto hasta llegar al piedemonte. Hay que girar a la izquierda y, enseguida, tomar una senda que sale a su derecha. Estrecha, empinada y pedregosa, acometer este primer tramo bajo las frondosas ramas de una pinada les ayudará a centrarse en el paseo. No tengan prisa, miren bien donde pone el pie y aborden el tramo más empinado de este itinerario que le pone a sus pies la cuenca alta del río Mula, pero también la cuna del vino de la D.O. Bullas y algunas de las maravillosas montañas de la Región.

Cómo llegar

  • Deben tomar la Autovía del Noroeste y dejarla en la tercera y última salida de Bullas. Allí continúen la avenida de Cehegín, sigan por la calle Nicolás de las Peñas y, por la calle del Río, cojan el sendero Fuente de Mula que, tomando la bifurcación a la izquierda le llevará al salto del Usero, lugar de inicio de la ruta.

Ya a pleno sol y entre las doradas esparteras, llegará al collado en el que se encuentra la fortaleza que da nombre al cerro. En estado ruinoso pese a ser BIC, esta construcción se levantó en torno al siglo XI y desde ella se vigilaron pasos estratégicos, además del suministro de agua. Al otro lado del collado se encuentra un enorme cortado conocido como la Piedra del Castellar, una pared vertical e ideal para que los amantes de la escalada trepen sin descanso, ya que hay vías para todos los gustos y niveles.

Hay que seguir por el collado en dirección contraria a la fortaleza (dirección suroeste) ya sin sombras bajo las que cobijarse durante casi todo el camino. El itinerario está marcado con mojones de piedra. Además del esparto, hay varias pinadas y también crece la coscoja y el enebro, ahora con sus semillas dispuestas a caer en terreno fértil para seguir reproduciéndose.

Aunque el otoño y el invierno han sido secos y ésta está siendo una de las primaveras menos floridas de los últimos años, tampoco es raro encontrarse con algunos grupos de preciosos lirios lilas que le alegran la vista.

Recomendaciones

  • Lleve buen calzado de montaña, buena parte de la ruta, por no decir toda, discurre por un terreno pedregoso e incómodo de caminar. La ruta se puede hacer con niños, si están acostumbrados a andar, sobre todo por la primera subida, la más empinada y dura. Para añadir una dosis de aventura a esta gratificante excursión pueden contarles a los más pequeños que la fortaleza del Castellar sirvió a musulmanes y cristianos para vigilar las incursiones del enemigo y tener controladas las fuentes de agua potable, imprescindibles para la vida en cualquier zona. No dejen de visitar con detenimiento el salto del Usero y observar las paredes que ha ido horadando el agua para encajonar el curso del río Mula, donde es fácil apreciar las formaciones travertínicas con que el carbonato cálcico petrificó la vegetación en tiempos remotos. No dejen basura en el lugar.

Todavía tendrá que atacar otra subida más, esta más suave y que parece acercarles al final de la excursión, pero cuando superen el promontorio, ya con buenas vistas en el horizonte, deberán seguir por la cuerda, en dirección sur para llegar al vértice geodésico que marca el punto más alto de este cerro que vigila el paso entre Lorca y el Noroeste. En este tramo, ya casi sin desnivel, atravesarán otra pequeña pinada, donde los bullenses rinden homenaje a un querido maestro, Mateo Caballero, que adoraba el Castellar.

Ya en el punto más alto, a 984 metros de altitud, tómense su tiempo para otear el paisaje y aspiren los olores montunos a los que el tomillo y el romero, siempre presentes, dan su toque particular.

Cuando decidan iniciar el camino de regreso, tengan cuidado de no desviarse, pues hay una pista que baja del Castellar por otra vertiente distinta a la de ascensión. Así que, si tienen dudas, hay que tomar la senda de la izquierda, pero si se fijan bien, seguirán viendo los hitos que les marcaron el itinerario de subida. Y tengan cuidado con los traspiés.

Una vez en las inmediaciones del salto del Usero, no pueden perder la oportunidad de visitar con detenimiento este lugar de gran interés geológico. Aunque algo descuidado (siempre hay incívicos que dejan abandonadas basuras en la zona o incluso realizan pintadas) es un rincón ideal para terminar de dejar atrás el ajetreo diario.

Dónde comer

  • Bar-restaurante Campoy's. Paraje La Rafa, s/n. Cámping. Bullas. 670 501645. Cierra de lunes a jueves después de las comidas. Del 1 de junio al 15 de octubre, no cierra. Menú 10 euros (primero, segundo, postre casero, café y bebida). Especialidades

El sonido del agua hipnotiza al visitante y recorrer cada rincón de este espacio es más que recomendable. En sus aguas azul intenso podrán ver peces y también remojar sus pies. Incluso, si son de los que disfrutan de un refrescante baño antes de tiempo, sumergirse en sus limpias pozas. Eso sí, eviten hacerlo untados de crema para no perjudicar a los habitantes de este delicioso rincón. Además, si guardan silencio, escucharán los cantos primaverales de las numerosas y diversas aves que se acercan a la zona atraídas, también, por el agua.

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