«Me gusta fusionar cine y pintura»
«Busco convertir una imagen tridimensional en una bidimensional», afirma Ángela S. Casanova
PEDRO SOLER
Viernes, 29 de mayo 2015, 23:16
Aunque el espectador contemple la escenografía con los ojos fuera de sus órbitas, no va a captar la enorme turbación que pueden provocarle esas dos inmóviles figuras femeninas, que parecen confeccionadas con rígido cartón, pero que, en realidad, son... ¡dos jóvenes modelos! Cubiertas de pintura por todas partes, impasibles a las miradas, a las voces y a los gestos ajenos, aparecen como aprisionadas por esas gamas de colores que cubren sus rostros, brazos, piernas, vestidos... y forman parte del conjunto de la 'Realidad pictórica', que Ángela S. Casanova presenta en el Centro Párraga.
¿Qué locura es esta? «Sí; en principio puede parecer una locura, pero, al final, se ha ido transformando en lo que es». ¿Cómo se le ocurrió tamaño montaje? «Porque, desde pequeñita, he sentido pasión por el cine, aunque decidí estudiar Bellas Artes. Durante los cinco años de carrera estuve pintando, pintando y pintado, pero, cuando acabé y hube de hacer el máster, volvió la pasión por el cine. Lo que quise fue tratar de fusionarlo, de algún modo, con la pintura. Así que me dediqué a tratar el tema de los vídeos, cómo podía hacer las sombras a la hora de realizar las escenografías... No sé cómo, pero pienso que, creando la técnica, he logrado fusionar cine y pintura, porque me gusta. Son mis dos pasiones».
El resultado de este proyecto de Ángela S. Casanova (Murcia, 1989) dio como resultado «un híbrido entre perfomance y escenografía ante la cámara y ante el espectador». Para ello, la artista se sale «de las reglas pictóricas y de los cánones establecidos». ¿Qué busca con ello? «Conseguir que los objetos parezcan una obra pictórica, al unir todos los elementos y crear un arte real y vivo, a través de una cámara». ¿No es mejor dejar que cine y pintura circulen por sus correspondientes senderos? «Es que prefiero realizar todo el proyecto en uno, sin tener que dividir el tiempo. Me gusta pintar y me gusta el cine, pero su fusión me llena más que hacerlo por separado».
La exposición consta de una escenografía en la que aparecen las modelos, inmersas en lo que podría considerarse el estudio de la artista, lleno de útiles propios del espacio y de otros enseres domésticos; también, diez fotos de otras escenografías pictóricas y cinco vídeos que muestran el proceso creativo.
Volviendo a la peregrina presencia de las modelos, con cuerpos y vestidos cubiertos de pintura, Ángela S. Casanova afirma que lo ha realizado desde la experiencia, «porque yo también me he pintado. No es un castigo. Hay quien me dijo que no quería posar y quien se me ha ofrecido. El hecho de que las modelos permanezcan tan impasibles a cuanto sucede a su alrededor obedece a la sensación de cuadro que quiero transmitir con el montaje. La intención es que, cuando se vea el vídeo, el espectador piense que, en realidad, se trata de un cuadro, aunque no es así. Busco hacer de una imagen tridimensional, una bidimensional».
¿De dónde ha aprendido Ángela estos montajes? «De nadie. Es un invento mío, porque, al inicio del máster, no sabía por dónde encaminar el proyecto. Se me ocurrió de repente, e hice determinadas pruebas con amigas, comprobando cuál era el efecto. No es igual que estén las modelos solas, porque si no penetran en la escenografía, con esa serie de objetos y sus sombras pintadas, no impactan tanto».
No quiere la artista cerrarse puertas, porque piensa que quizá, dentro de unos años, puede ocurrírsele «otra técnica, que desearía introducir en la fusión de pintura y cine. Creo que esta exposición es un modo de romper un poco con lo que se hace. Además, pienso que no es cierto eso de que ya esté todo creado. Es preciso innovar y ser original, aunque no siempre sea fácil. Lo que yo he hecho no es una técnica muy conocida, pero, igual que ésta, seguro que surgirán muchas más, que aún no se han creado».
Pese a la novedad que supone este modo de hacer, Ángela encuentra la mayor dificultad en hallar el espacio adecuado, en el que las modelos pueda someterse fácilmente a la reposición de pinturas. «He probado con látex y con cremas, pero no es igual, porque, cuando realizo el vídeo, se hace necesario estar, cada dos por tres, dando brochazos sobre la piel, para reparar las grietas y desconchados que se van produciendo en la pintura». Más que dificultades, Ángela S. Casanova siente «mucho gozo cuando acaba cada una de su obras. Aún no me he planteado el aspecto comercial. Creo que lo que aquí mejor se vende es la experiencia de las personas que están dentro del cuadro. Una madre me ha pedido que la incluya con sus dos hijos en una escenografía, para hacerles un vídeo y un retrato familiar».