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Día Mundial contra el Cáncer

La persona enferma en la última etapa de su vida: mucho más que una patología

Este momento es cumbre en la existencia de una persona, aunque a veces tengamos tendencia a ocultarla

Viernes, 4 de febrero 2022, 00:03

Posiblemente el momento de mayor incertidumbre de un médico de familia o de un enfermero experimentado es el previo al cruce del umbral de la puerta del domicilio de una persona enferma y desconocida. Al menos yo suelo pensar: «¿Qué me espera ahí detrás?» Y este sentimiento es aún más intenso cuando atendemos a una persona en la última etapa de su vida.

El cuidador que nos acerca a la casa, el portal o el patio de entrada y el coche de la puerta o la pintura de las paredes nos dan las primeras pistas. Tras la puerta podemos encontrar oscuridad, niños jugando, muchas fotos familiares y con frecuencia una cuidadora sonriente y callada que quizá envíe el dinero que gana a su familia lejana. Todavía no hemos visto a la persona objeto de nuestra visita y ya sabemos mucho de ella. Finalmente, en un sillón, en una cama, frente a un atronador televisor o quizá bajo un crucifijo está ella o él, con tantas actitudes posibles hacia nosotros como habitantes hay en este mundo.

Antes de comenzar la entrevista clínica y la exploración física del paciente, sin advertirlo hemos analizado la tristeza, el desconcierto, la contrariedad o el amor que subyace en su entorno, así como su importancia en el seno familiar.

Y la conversación, más allá del dolor y la infinidad de síntomas posibles que los sanitarios pueden afrontar con la mejor competencia posible, puede transcurrir por aspectos imprevistos, pero que son sin duda de capital importancia: ¿Cómo dejaré a mi pareja? ¿Tengo los papeles arreglados? ¿Les he dicho a los míos todo lo que debía? ¿Cómo saldrán adelante sin mí? ¿Mi vida ha merecido la pena?

La última etapa de la vida es, sin duda, un momento cumbre en la existencia de una persona, aunque a veces tengamos tendencia a ocultarla. La atención al paciente y también a su cuidador principal debe ser lo más cuidadosa y competente posible, y para ello no solo hemos de contar con médicos y enfermeros muy capacitados, sino que la atención al aspecto social y psicológico debe ser también preeminente, porque difícilmente muere en paz quien no acaba de resolver sus problemas pendientes.

Los servicios públicos de salud han ido resolviendo con solvencia los aspectos biológicos de la enfermedad, pero la capacidad de respuesta ante un mundo cambiante, con cada vez más número de personas longevas y dependientes, no ha sido tan rápida en el aspecto psicosocial. Y es aquí donde, en la medida de sus posibilidades, siempre ha respondido la Asociación Española contra el Cáncer, principal pionera del desarrollo de los equipos de cuidados paliativos. Y en nuestra Región también Afacmur (Asociación de Familiares de Niños con Cáncer de la Región de Murcia); D´Genes (Asociación de Enfermedades Raras) o MABS Cancer Support Foundation entre otras.

Sin duda alguna, las organizaciones citadas siguen y seguirán siendo necesarias, aunque afortunadamente el trabajo social está recibiendo un importante impulso en el Servicio Murciano de Salud, que esperemos se mantenga y mejore en virtud de contratos que den mayor estabilidad laboral a sus profesionales y longitudinalidad temporal en la atención a los pacientes. En cuanto a la atención psicológica, todavía está en mantillas en nuestra Región, pero esperemos que la necesidad, el trabajo y la insistencia de profesionales voluntariosos y capacitados, que los hay, hagan que todo caiga por su propio peso.

José Antonio Martínez Lozano. Médico de familia y coordinador Regional de Cuidados Paliativos del SMS

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