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Teresa Soler y Albert Sanfeliu son codirectores del documental 'Patriarcado, el organismo nocivo', que aborda el origen de la violencia machista y cómo hacerle ... frente. Opta a cinco premios Goya y podrá verse hoy en la UMU (18.00 horas, en el hemiciclo de la Facultad de Letras), donde asistirán los autores para debatir tras la proyección con los asistentes. El próximo día 26 la Filmoteca Regional volverá a proyectar la cinta dentro de las actividades del Ayuntamiento de Murcia por el Día Mundial contra la Violencia de Género.
–¿Cuál fue la motivación fundamental para realizar este documental?
–Teresa Soler: Queríamos abordar el problema de la violencia de género desde la educación y un prisma amplio. Pretendemos buscar el origen: dónde se gesta, por qué ocurre y por qué vamos a peor con esta lacra. Hablamos del patriarcado como fenómeno que subyace por debajo de todo y, desde ahí, arrancamos la película para abordar temáticas como son la necesaria educación sexual y afectiva en las aulas, la violencia de género explicada por cuatro mujeres que son las protagonistas de la película y problemas como la pornografía como agente que está educando fuera de las aulas a nuestros chicos y chicas. Lo hacemos con el deseo de aportar una nueva vía posibilista de cómo abordar y hacerle frente al problema.
–Cuentan con mujeres de distintas edades y contextos.
–Albert Sanfeliu: Hemos querido romper un estereotipo que sigue muy vigente, que es que las mujeres que sufren violencia de género son emigrantes sin posibles económicos. Es muy lamentable que esté tan enraizado en la sociedad. La mejor manera de hacerlo es presentar a mujeres poderosas, inteligentes, de clase media alta, empresarias, con estudios, porque conseguimos que el grueso del resto de mujeres se puedan identificar con ellas. Nos hemos dirigido a ellas cuando han pasado ya un proceso terapéutico, porque todas y todos, especialmente los medios de comunicación, tenemos que acercarnos a las mujeres que han sufrido violencia de género rompiendo el cliché de mujeres dominadas y presentándolas en un proceso terapéutico muy rico, porque entonces es cuando son un ejemplo de que verdaderamente se puede salir.
–Algunas de ellas no fueron conscientes hasta muy tarde de sufrir violencia de género. ¿Tenemos un problema de educación para prevenir estas situaciones?
–A.S.: La mejor manera de hacer frente a la violencia machista es la prevención. Para ello se tiene que tener una base feminista. De los cuatro casos, los dos de las más jóvenes son en los que gracias a esa educación y el apoyo de la familia y su entorno consiguen detectarla y romperla antes de que sea demasiado grave. Las dos mujeres con una edad ya más avanzada han pasado otros procesos, porque no tienen esa cultura y el entorno no ha funcionado. Es el primer paso para erradicar esa violencia machista. El patriarcado sigue vigente porque ha logrado hacerse invisible a base de ser aceptado como normal, y es muy difícil protegerse de lo que no se ve.
–T.S.: Por eso hemos querido llevarlo, como vamos a hacer en Murcia, al ámbito de las aulas y los lugares donde se piensa. Si no miramos de manera integral el problema de la violencia de género, va a ir avanzando y cada vez a peor. Solo conociendo la realidad podremos cambiarla.
–¿Qué es lo que más os llamó la atención durante las entrevistas?
–T.S.: Muchas cosas. En el documental hay un grupo de seis estudiantes de entre 15 y 19 años, y me ha sorprendido todo lo que hemos sido capaces de aprender de este grupo. Los adultos observamos a la gente joven desde una mirada a veces patológica, sin atender, sin escuchar. En el rodaje, ellos aparecen al mismo nivel que otro grupo de especialistas, dando su impresión y sus ideas.
–¿Es en este colectivo donde más sorprende que se reproduzcan casos de violencia?
–T.S.: Para aprender, primero tenemos que desaprender. Hay una serie de ideas y de conceptos patriarcales que viven dentro de cada una y de cada uno. Las ideas se tienen, pero en los conceptos se está. El patriarcado reside en los conceptos elementales que forman parte de nuestra manera de conducirnos por la vida y afectan también a los jóvenes. Cada vez que observamos una injusticia y no actuamos, entrenamos nuestro carácter para ser pasivos y perdemos habilidades para podernos defender. Eso ocurre con el patriarcado. La educación y la pedagogía son las armas más importantes y poderosas que tenemos contra esta lacra.
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