Las Pitanzas de Librilla regresan con el reparto de 10.000 panecillos

Las fiestas de Librilla en honor a San Bartolomé alcanzaron este lunes su día grande con Las Pitanzas, una tradición que estrena la declaración de Interés Turístico Regional. La cita contó con la presencia de miles de vecinos y visitantes, entre quienes se encontraban autoridades regionales y alcaldes de la comarca del Bajo Guadalentín invitados por su homólogo local, Tomás Baño.

Las Pitanzas son una tradición consistente en lanzar panecillos desde el balcón del Ayuntamiento a la multitud enfervorizada que abarrotaba la plaza. Un acto que está datado desde el año 1877, aunque son varias las teorías sobre su origen, siendo la más popular la de que en época de hambruna se arrojaba pan para los pobres desde la torre del Ayuntamiento. Antes de realizar el lanzamiento, el Pitancero de Honor, figura que este año estuvo representada por Francisco Guillamón, agente de Policía Local que tras 42 años de servicio se jubila, daba el pistoletazo de salida.

«Que todo sean risas y algún que otro empujón», destacaba el Pitancero, entre vítores de los asistentes y la alegría de un evento popular y querido que ha sido recuperado con renovada energía tras dos años de parón por la pandemia. Desde su origen, la pitanza es un panecillo redondo de unos 200 gramos de peso, que suele llevar una cruz en su parte superior, cocinado por los panaderos de la localidad para obsequiar a todos los asistentes a la festividad.

Según la organización se suelen arrojar unos 10.000 desde el balcón consistorial. Al respecto, el cronista oficial de Librilla, Fernando José Barquero, asegura que «todo aquel que guarde uno de estos panecillos en su casa no pasará falta alguna». Para hoy Librilla sigue con sus fiestas, celebrando a las 21 horas otra de las citas ineludibles: el desfile de carrozas, que parte desde la redonda del Salitre.

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