La estación de tren de Calasparra se cae a pedazos tras 160 años en pie
El interior presenta derribos de la techumbre y el mobiliario está totalmente destruido, mientras no se avanza en su puesta en valor
La estación de tren de Calasparra, que en abril de 2025 cumplirá 160 años de existencia, se cae a pedazos, tras su cierre definitivo después del último viaje el 1 de marzo de 2019. Al margen de los daños que pueden verse en la fachada del edificio, de estilo ecléctico, en su interior ya presenta derrumbes del tejado que han inhabilitado varias estancias.
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La zona de las taquillas, cuya puerta de acceso está abierta y la cerradura forzada, se encuentra totalmente desmantelada, con el mobiliario destrozado y con todo el material de oficina por los suelos. Todavía pueden verse las hojas de registro de viajes a Madrid, a Murcia, las de reclamaciones y otras informaciones típicas de las estaciones de ferrocarril.
Aunque aun parece que hay corriente eléctrica en el inmueble, ya que los leds de los contadores están encendidos, los cables están siendo robados por los amigos de lo ajeno y los aparatos de aire acondicionado cuelgan de las paredes a punto de caerse. Por otra parte, y según vecinos de la zona, este pasado verano, el edificio estuvo ocupado por temporeros agrícolas que no tenían donde pernoctar.
Un convenio con Adif tras su cierre planteaba la recuperación del recinto como valor turístico a través de una vía verde
A preguntas de LA VERDAD por este asunto, la alcaldesa de Calasparra, Teresa García, insistió en que se trata de una edificación que no es de titularidad municipal y en la que el Ayuntamiento no tiene competencia alguna, y remitió a un convenio que el Consistorio del municipio arrocero y la sociedad publica Adif firmaron en el año 2021.
Acuerdo intermunicipal
Ese acuerdo pretendía unir los municipios de Cieza, Calasparra y Hellín en una vía verde «para la preservación y protección del medio ambiente junto con la promoción y desarrollo del patrimonio natural y cultural, además de promover la eficiencia de los recursos en los municipios implicados». A todo ello, el convenio sumaba «un valor turístico adicional a la amplia oferta turística y de calidad ya existente en estos». Posteriormente, y una vez que el Consitorio de Cieza optó por levantar las vías en su término municipal en 2022 para construir una vía verde con fondos europeos, el Consistorio calasperreño habló de apostar por la recuperación de su conexión con Hellín a través del pantano del Camarillas, incluyendo trenes de pasajeros. De aquella posibilidad, nada se ha sabido después.
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La regidora calasparreña habló también del Plan de Sostenibilidad Turística 'En Destino' de la Mancomunidad de Servicios Turísticos del Noroeste, que contempla la mejora de la ruta verde entre Moratalla y Calasparra, la red de senderos para mejorar el uso público y proteger la naturaleza, iluminación eficiente, instalación de energías renovables, digitalización turística y la mejora de la competitividad en los equipamientos turísticos del municipio en los que entrará la puesta en marcha de la rehabilitación de la estación de ferrocarril de Calasparra para convertirla en un nuevo destino turístico.
Desde 1865
La estación de tren de Calasparra fue abierta al tráfico de viajeros el 27 de abril de 1865 con la puesta en funcionamiento del tramo Agramón-Calasparra de la línea que pretendía prolongar el trayecto Madrid-Alicante hasta Murcia y Cartagena.
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Las frecuencias se mantuvieron en funcionamiento aunque con interrupciones por diversos motivos hasta 1941, cuando con la nacionalización de la totalidad de la red ferroviaria española, la estación pasó a ser gestionada por Renfe.
La estación fue clausurada el 2 de marzo de 2019 a causa de la puesta en servicio de la variante de Camarillas entre Albacete y Murcia. Poco antes de esa fecha, el por entonces alcalde de Calasparra y actual secretario general del PSRM, aseguró junto al delegado del Gobierno de la época, Diego Conesa, que la estación nunca se cerraría al servicio de viajeros. Solo cinco años después, el edificio se está derrumbando sin que nadie en Calasparra haya levantado la voz de alarma.
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