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Los vecinos levantan los brazos para recoger las pitanzas. Javier Carrión / AGM

A la caza del 'maná' recién horneado en Librilla

El tradicional reparto de pitanzas por San Bartolomé volvió a reunir a una multitud en la plaza del Ayuntamiento

E. Hernández

Jueves, 22 de agosto 2024, 23:18

El olor a pan recién horneado volvió a inundar las calles de Librilla un año más en la festividad más importante del municipio. Las Pitanzas de San Bartolomé, patrón de la localidad, volvió a reunir este jueves en Librilla a casi todo el vecindario además de los cientos de visitantes llegados para disfrutar de tan singular acontecimiento. Las Pitanzas, catalogadas como de Bien de Interés Cultural (BIC), y de Interés Turístico Regional, son unos panecillos de unos 200 gramos con el símbolo de la cruz, que se lanzan bendecidos desde los balcones del Ayuntamiento hacia una multitud que espera con los brazos en alto en la plaza para hacerse con alguno de esos panes. Como el maná enviado a los israelitas en el Éxodo. En este caso, unos 10.000, pitanza arriba, pitanza abajo.

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Las personas que por motivos de edad o salud que no pueden asistir al multitudinario festejo no se queden sin su hogaza, ya que al día siguiente –es decir, este viernes– las autoridades les llevan el pan a casa. Y cuidado con extraviarlo, porque «quien guarda una pitanza, ese año en casa no pasará penurias económicas ni hambruna», reza la tradición.

Para la elaboración de la Pitanza, una comitiva recorriró las calles del pueblo por la mañana recogiendo donativos de harina, para proceder después al horneo en las panaderías locales. «Sobre media tarde, en las calles de Librilla se respira un aroma tremendo a pan recién horneado», subraya el cronista oficial, Fernando José Barquero Caballero.

Antes del lanzamiento de los panes, desde la casa de los herederos de Roldán, los vecinos portaron la talla de su patrón iglesia. Después llegó el pregón de fiestas, que este año corrió a cargo de la Pitancera Mayor Isabel Ruiz. Una vez lanzada la Pitanza de Honor, los invitados comienzaron a lanzar los panes a los vecinos que las esperaban con ansiedad y buscando el mejor hueco de la plaza.

La fiesta de la Pitanza se remonta al año 1877, tras la llegada de una familia de panaderos procedentes de Mallorca, que se instaló en Librilla a principios del siglo XIX. En mallorquín, pitanza significa 'reparto'.

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