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La danza de los muertos

Balleneando ·

Hay oscuras corrientes que manejan el lado oscuro de la fuerza

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Lunes, 5 de marzo 2018, 10:43

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Me releo los supuestos en los que se pretende ampliar la prisión permanente revisable. Secuestro, dice, en caso de que al final muera el rehén. Asesinato con productos químicos o nucleares. Incendios, dice, provocados a sabiendas de que pueden provocar muertes. Asesinato en caso de que el autor no revele dónde está el cuerpo de la víctima. Me quedo quieto, de pronto. Vuelvo atrás. Releo. «Asesinato en caso de que el autor no revele donde está el cuerpo de la víctima». Pienso.

Pienso y vuelvo atrás. Me informo. Y sí. La propuesta ha partido de la tropa podrida de Marianín. Y todo ello por considerar que tales supuestos son «especialmente graves o execrables».

Me lo repito una vez y otra. Termino atónito. Porque de pronto empiezo a recordar cosas. Imágenes que me vienen. Por ejemplo, un portavoz del Partido Podrido hablando de la memoria histórica y refiriéndose a los reclamantes como «unos carcas, que están todo el día con la guerra del abuelo». O me acuerdo de Marianín (ese hombre cuyo nombre tanto se parece al de ese misterioso M. Rajoy, ¿Quién será? Ay, Marianín, si fueras rapero, tú que eres tan poeta) poniendo así los deditos y diciendo que «cero» era lo presupuestado para la Ley de Memoria Histórica durante todos y cada uno de los años que él había sido presidente.

«Cero», decía. Y otra vez, «Cero».

Cero pero que mira por donde se entera uno que la tropa de Marianín considera especialmente execrable, o grave, el hecho de que haya un cuerpo en una cuneta que no se pueda devolver a la familia. Ah, niños, y si vierais las fotos que se han hecho. Todo monos y con los padres de Marta del Castillo. O con los de Sandra Palo. Y cuánto dolor el de esas familias. Y cómo lo comprenden ellos.

Y, oigan, ¿y esas otras familias, esas de la guerra?

No, oigan, es que eso es «reabrir heridas», «alterar la paz que conseguimos». Y todo como si no hubiera heridas que nunca se cerraron. Como si no hubiera familias que nunca encontraron la paz. Ah, pero su no-paz es menos execrable. Y sus heridas menos graves.

Y así habéis visto, niños, cómo se usan los muertos para hacer política. Así habéis visto que hay unos muertos que merecen más respeto que otros. Porque, oigan, no pensaban como ellos querían que pensasen. Y así vemos, niños, que hay oscuras corrientes que manejan el lado oscuro de la fuerza. ¿Y no había una ley que decía otra cosa? Sí, decía el poeta, pero no vamos a entrar ahora en eso.

Que no vamos a entrar pero que ya lo ponía en la pared de la granja Manor (véase Orwell, Rebelión en la granja). Y que es verdad. Porque no todos los muertos son iguales. Sino que hay algunos muertos que son más iguales que otros.

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