El nuevo PSOE 'a la búlgara'
La militancia socialista está apagada pero unida. En los comités casi todo se aprueba por unanimidad; es su muro contra ataques externos
No es fácil ser militante socialista en estos tiempos y, mucho menos, en la Región de Murcia. Desde fuera, muchos dan por finiquitado el PSOE ... de toda la vida, como si se hubiera subido a una montaña rusa y se hubiera quedado suspendido bocabajo por una avería. Los analistas creen que renunciar a ser una formación mayoritaria para abonarse a los pactos con minorías independentistas les dará votos en Cataluña, pero se los restará en la España de habla española, que oye la palabra separatista y se pone en guardia. Para quienes no son ni quieren ser socialistas, ha llegado la hora de apagar la luz en la sede del PSOE.
Sin embargo, quienes se mueven en las entrañas del partido ven la película de otra manera. Unos hablan con orgullo y otros con sorna «del nuevo PSOE». Unos dan por hecho que el tiempo de la vieja guardia ya pasó y los afines a la vieja guardia que no tienen la edad de Alfonso Guerra o de Felipe González, creen que ahora toca enterrar la cabeza y esperar tiempos mejores. La militancia que sigue teniendo al felipismo como referente, asume que hoy le toca estar en minoría en el partido, pero no se le pasa por la cabeza marcharse a otra formación ni entregar el carné porque se siente ideológicamente cómoda dentro del PSRM-PSOE. No tienen la tentación de marcharse como aquellos afiliados populares que un día se sintieron incómodos en el PP y se fueron a Ciudadanos y a Vox. Para los socialistas, comenta un militante ajeno al nuevo PSOE, no hay alternativas. O el PSRM o la nada. Por eso van poco por las agrupaciones, que desde la pandemia están casi muertas y cuando van, sueltan su discurso y saben que los demás les escuchan, pero están deseando que termine de hablar para votar 'a la búlgara' (por unanimidad) y decidir, lo que tenga que ser decidido, todos a una.
Ni unos ni otros dentro del Partido Socialista de la Región de Murcia, se ven, como les ven desde fuera, muertos y con los pies por delante. Están desanimados, apagados, incluso tristes, pero no muertos. La presión externa, los ataques a sus sedes, las protestas en la calle Princesa... lejos de dinamitar el partido, han ayudado a cohesionarlo. Hoy las filas están más prietas que nunca, pese a que entre quienes las mantienen unidas hay desafectos al «nuevo PSOE». Se pudo ver en la consulta a las bases para validar el pacto de Gobierno con Sumar. De 5.205 militantes, en la Región sólo 414 se opusieron al acuerdo y la participación batió récords en comparación con la registrada en territorios que tienen mucho más que ganar con la coalición, como es Cataluña. Es más, en las votaciones a las que acuden los delegados de las agrupaciones, casi todas las decisiones se adoptan de una sentada. A José Vélez no le tose nadie y muchos ni siquiera entienden por qué se acepta el liderazgo de un político al que los unos y los otros ven gris y sin grandes talentos destacables. Pero admiten que tiene el don de mantener las filas prietas y, por eso, en las primarias, las candidatas que podían haberle puesto contra las cuerdas, no lo hicieron y desde la militancia tampoco hubo propuestas valientes.
Las claves
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Todos de acuerdo El PSRM hace piña porque se ve como única alternativa a la derecha y por eso ha apostado por la cohesión interna
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Retos Si las alianzas de Sánchez con los independentistas salen bien, el socialismo tendrá una oportunidad; de lo contrario, será el fin
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Candidatos Muchos coinciden en que Vélez no era el mejor aspirante, pero tiene el don de unir el partido
La política nacional
Los que no le quieren bien creen que no era el candidato ideal para las autonómicas porque venía de liderar un grupo parlamentario con apenas iniciativas. Pero una vez digerido el disgusto, entienden que es lo mejor que pudo pasar porque excepto en Murcia y Cartagena, donde los cabeza de cartel eran flojos, en el resto de municipios hubo buenas candidaturas y se quedaron vestidos y sin ir al baile porque la sombra de Sánchez los aplastó y el batacazo se lo llevaron todos: los buenos y los malos. La política nacional de Sánchez les pasó factura, como también se las pasó hace unos años, por el recorte de Zapatero.
Si se suma que quienes dirigen el partido no son capaces de ilusionar, ni de plantear iniciativas que se conviertan en una alternativa creíble y viable al victimismo popular, entonces la cosa se torna más triste porque cuando no hay expectativas de poder gobernar, la gente no se acerca al partido. El clamor es unánime a la hora de criticar a los «incompetentes» y la falta de «cualificación y calidad» de los cuadros del PSOE. Ahí, aseguran unos, está la clave de la baja participación y de que no haya vida en las agrupaciones.
Dar la callada por respuesta no es marca de la casa. En el PSOE anterior a Diego Conesa, las mismas reuniones en las que hoy se vota 'a la búlgara', eran batallas campales, pero tanto Conesa como Vélez aprovecharon los vientos que soplan desde Moncloa y en el caso de este último, ha sabido rentabilizar las inversiones. La militancia, incluso la que no simpatiza con el nuevo PSOE de Sánchez, mira para atrás, repasa los cinco años de Gobierno y cree que ha sido un buen mandato, que ha habido buena gestión y que no es su PSOE, pero lleva su sangre. Que nadie incordie no significa que el partido sea monocorde. Hay opiniones distintas y pluralidad, pero la apatía se las come.
El 2 de diciembre hay convocado un Comité Regional para valorar los resultados de las autonómicas y municipales y la gestión del Grupo Parlamentario. Han tenido de seis a siete meses para reflexionar. Ahí se podrán medir las constantes vitales del debate dentro de partido.
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«Pero yo ya no soy yo ni mi casa es ya mi casa»
A la pregunta de cómo se siente dentro del PSRM-PSOE, una voz histórica del partido respondió con los versos del 'Romance sonámbulo', de Lorca: «Yo ya no soy yo ni mi casa es ya mi casa». Traducido al román paladino viene a decir que se ha hecho mayor y eso de ser concejal, luego consejero y diputado y después dar el salto a la política nacional, eso ya es cosa del pasado. Ahora algunos salen de la facultad al Congreso. Por eso no entienden que lo que necesita España es un gran pacto de los dos partidos mayoritarios para sacar adelante todos los temas de Estado que llevan pendientes demasiado tiempo. Dos o tres años juntos, gobernando por el bien de España, y a convocar elecciones.
Eso, en su opinión, es mejor que aliarse con «cualquiera» con tal de que no gobierne la derecha y «así gobierno yo», sin preguntarse, a qué precio.
«Se ha elegido otra vía, a ver a dónde nos lleva». Porque si sale bien, dice otro militante, los contrarios al nuevo PSOE seguirán en minoría. Pero si sale mal, el Partido Socialista puede desaparecer. «En ese caso nos espera la catástrofe, la destrucción y la ruina». El militante histórico da por hecho que los independentistas no se lo pondrán fácil a Sánchez y si sale mal «será el fin del partido socialdemócrata liberal, dialogante y tolerante».
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