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El decano de la Facultad de Letras de la UMU, Pascual Cantos, muestra una de las aulas de traducción. Nacho García / AGM
El negocio de los idiomas

El negocio de los idiomas

La oferta para cursar Traducción e Interpretación aumenta 70 plazas en la Región. Tres profesionales cuentan a 'La Verdad' que urge una regulación en el sector, aunque haya «un amplio abanico de posibilidades en el mercado laboral»

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Domingo, 24 de junio 2018, 08:27

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A pesar de que la demanda estudiantil para acceder al grado de Traducción e Interpretación en la Univesidad de Murcia ha caído más de un 30% en los últimos siete años, el sistema educativo todavía no absorbe a todos los alumnos que solicitan estos estudios como primera opción en la Universidad de Murcia. Tan solo 60 de los 257 demandantes del pasado curso pudieron acceder a la titulación con inglés como primer idioma. Esta parece ser la razón principal por la que Consejo Interuniversitario de la Región ha aprobado, con sesenta plazas, la implantación del grado en la UCAM para el próximo curso y la ampliación de diez plazas más en los estudios ofertados por la UMU.

Sin embargo, los datos de los últimos siete años apuntan a una tendencia a la baja en la demanda de esta titulación. Un total de 373 estudiantes solicitaron como primera opción el grado de Traducción e Interpretación con inglés de primer idioma en el curso 2012/13; en comparación con el pasado curso lectivo, las solicitudes han caído un 31%. Pero es en la demanda total donde se aprecia más la caída: de los 869 que en 2012 eligieron el grado entre sus opciones para cursar estudios universitarios, a los 550 que lo hicieron el pasado curso. A pesar de las cifras, el grado de Traducción e Interpretación sigue siendo uno de los más demandados por los estudiantes en la Universidad de Murcia y ostentó la segunda nota de corte más alta, tras el grado de Medicina, en 2017/18 con un 11,95.

Tres profesionales del sector consultados por 'La Verdad' creen que este fenómeno se debe, ante todo, «a una cuestión vocacional, ya que la lengua es un vehículo indispensable y la traducción ofrece muchas posibilidades para trabajar y para cruzar fronteras», opina Pedro Monreal Mármol, traductor autónomo licenciado por la Universidad de Granada y especializado en el ámbito jurídico. Monreal combinó durante trece años su actividad como autónomo con un segundo trabajo; sin embargo, cree que el grado de Traducción e Interpretación es uno de los que más salidas profesionales tiene, «porque es algo que está siempre en continua expansión, hay pastel para todos, si bien es cierto que es una carrera de fondo en la que tienes que abrirte paso poco a poco».

«El intrusismo y la alta especialización dificultan el acceso a los primeros puestos de trabajo»

Antonio Francisco Muñoz, traductor licenciado por la UMU y profesor de Educación Secundaria, coincide con él y destaca que «el abanico de posibilidades en el mercado de trabajo es muy amplio. Un traductor puede dedicarse al comercio exterior, a la literatura, al cine..., puede trabajar en asociaciones, en los cuerpos de seguridad del Estado, en instituciones europeas... Y eso los estudiantes lo saben. Creo que los jóvenes son muy conscientes de la importancia de los idiomas y que trabajar desde casa también les resulta algo atractivo». Francisco incide, sin embargo, en el intrusismo que azota al traductor. Algo que también resalta Rubén Molina, traductor de la Comisión Europea afincado en Bruselas: «El problema de esta profesión en España es que no hay un colegio oficial de traductores y no hay ninguna regulación para ejercer. A la hora de la verdad, da igual cuántas universidades oferten el grado, porque cualquier persona puede ponerse a traducir. Se da de alta como autónomo y no tiene que presentar ningún título. Además se busca la persona que traduzca por el precio más bajo posible, y eso hace muy precario el trabajo como traductor», asegura.

Cae la demanda total

  • 869 solicitudes para Traducción e Interpretación en Inglés en 2012/13.

  • 550 en el curso 2017/18.

  • 393 solicitudes en Traducción para la rama de Francés en 2012/13.

  • 267 en el curso 2017/18.

Licenciado por la UMU en 2010, Molina no cree que sus estudios tengan más salida que otros. «De hecho, cuando uno se pone a buscar trabajo como traductor, normalmente encuentra que las empresas o instituciones siempre buscan algo más. Yo hice varias entrevistas de trabajo en las que buscaban un perfil de alguien que hablase idiomas, pero no de un traductor. Y en algunas me dijeron: 'El problema es que tú solo sabes hablar idiomas, solo eres traductor, no sabes hacer nada más'. Por eso no creo que sea una de las carreras con más salidas».

Los tres comparten una férrea vocación por su trabajo, aunque lo ejerzan en ámbitos diferentes. Para Monreal, «lo más bonito de mi trabajo es el momento en sí de la traducción: pelearse con el texto, la lucha con la lengua, bucear, indagar». Francisco, que siempre quiso dedicarse a la traducción literaria, alaba el trabajo de los profesionales que la realizan, «porque traducir es volver a escribir, reinterpretar; y conseguir una buena traducción literaria es casi más difícil que escribir». Para el funcionario europeo, su labor es muy gratificante, «porque en la Comisión Europea tocamos todos los temas, desde sanidad hasta el fin del 'roaming', que son aspectos que nos afectan a todos. Y saber que con tu trabajo contribuyes a que los textos sean exactos y se aplique la normativa correctamente en España, pues es algo que siempre te motiva para hacerlo lo mejor posible».

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