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Decenas de personas esperan para coger el bus alternativo al tren de Cercanías, este viernes, en Murcia. Javier Carrión / agm

El desconcierto y la indignación se disparan en el primer día de corte de la línea de tren

El descontrol horario de los viajeros marca la primera jornada de la puesta en marcha del servicio de autobuses alternativo por el cierre de la línea Murcia-Lorca-Águilas

CARLOS MIRETE

Viernes, 1 de octubre 2021

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El primer día de las líneas de autobús que sustituyen el servicio de ferrocarril que cubría el trayecto Murcia-Lorca-Águilas no empezó ayer con buen pie. O con buen neumático. Es un hecho. El metálico chirrido que produce el rozamiento de las ruedas del ferrocarril con las vías no penetrará más en el tímpano de sus pasajeros. Sin embargo, aunque no tan estridente, las molestias que produce el cierre de este servicio hasta, como mínimo, 2025, causa más dolores de cabeza a los usuarios que este característico sonido. De momento, la alternativa que ofrecen los autocares no termina de convencerlos.

«Vamos a llegar más de una hora y media tarde», protesta Carlos Protons en nombre de todos sus amigos. Alumnos de un instituto de Alcantarilla, solían coger el tren todas las mañanas para ir a clase. «De momento, hoy nos perdemos seguro las dos primeras horas, pero puede que alguna más». Explica que con el autobús se tarda más en llegar a su destino y que, además, los deja a una media hora de camino del centro donde estudian, por lo que no saben cómo van a hacerlo para adaptarse.

Cambio de horarios

El descontrol horario de los viajeros es absoluto, algo que se ve reflejado en sus caras de confusión. La llegada de autobuses con destino a Lorca coincide con la de los que parten hacia Barcelona, cuya línea también se ha visto afectada, en este caso por la huelga de los trabajadores de Renfe. Una protesta que han secundado los conductores de los autocares y que, por tanto, provoca que disminuya la frecuencia de vehículos.

Juana Martínez es una trabajadora del Morales Meseguer que aboga por un despliegue mayor para cubrir la amplia demanda de las localidades que se han visto afectadas. «Deberían poner un autobús directo desde Lorca, otro desde Totana y así sucesivamente». El tráfico influye de manera decisiva en la duración de los trayectos, según pudo constatar ella misma: «La carretera está a rebosar, hay caravanas casi todos los días y se hace imposible llegar a tiempo al trabajo».

Marina se dispone a subirse al autobús para visitar a su novio, que reside en Lorca. A pesar de que ella realiza solo un viaje semanal con este motivo, comenta que a su pareja le ha afectado de manera decisiva. «Le supone un cambio en su rutina, el horario del autobús no coincide con el de sus clases de Derecho, así que no le sirve«. En consecuencia, opta por el vehículo privado, algo que incrementa el volumen de automóviles que copan la autovía y que redunda en no solo más atascos, sino también más contaminación. «En el tren también disponía de mas espacio para sentarse lejos de otros pasajeros, porque con la pandemia no quiere arriesgarse a estar en un espacio cerrado tan pequeño (en referencia al autobús)», añade Marina.

«Antes tardaba una hora y cuarto y ahora es el doble», se queja Alixe, la enésima estudiante que llega con retraso a las clases de esta mañana. La falta de información o, mejor dicho, la poca claridad de la misma, provoca momentos más propios de un sketch cómico que de un servicio serio. «Me dicen que que me suba a un autobús; luego que no, que era el otro», esta vecina de la pedanía lorquina de Almendricos, a la vez que califica la situación de «vergonzosa». «En mi opinión, hace falta una mejor comunicación de los trayectos y horarios, sobre todo en internet».

Finalmente, el autobús arranca con todos los pasajeros a bordo. Sus gigantescos neumáticos han de soportar, al menos de momento, una carga invisible pero más importante que cualquier maleta: la insatisfacción de unos viajeros que han tenido que cambiar contra su voluntad las vías del ferrocarril por el asfalto de la carretera.

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