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El móvil, una herramienta para el delito: el nuevo campo de batalla del acoso y las agresiones dentro y fuera del aula

Fiscalía, Policía y docentes alertan del repunte de estas acciones cometidas por menores a través de las nuevas tecnologías y remarcan la necesidad de avanzar en la «alfabetización digital» para poner control

Domingo, 1 de octubre 2023, 07:24

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Cuando aquel meme se le apareció en la pantalla del móvil por primera vez el mundo se le cayó a los pies. Laura -nombre ficticio- reconoció su foto de perfil de WhatsApp en esa imagen alterada de alto voltaje sexual que ya corría por las redes. Solo tenía 12 años, pero esta alumna de primero de ESO de un instituto de Murcia inició ese día un «calvario» que se prolongó durante todo un curso, que incluyó insultos y vejaciones a través de las redes sociales y que llegó, incluso, a manos de la Fiscalía. «Le hicieron un acoso en toda regla», lamenta Isabel Sánchez, profesora de Matemáticas en un centro de la capital y delegada sindical de Anpe. «La madre decía que lo que más sentía era que había cosas que su hija no había oído nunca y que vaya forma de entrar en el mundo del sexo escuchando esas barbaridades».

El vía crucis que atravesó esta adolescente se repite, cada vez con mayor frecuencia, en muchos institutos de la Región y tiene en las nuevas tecnologías su principal arma. Esta docente, con más de tres décadas de andadura a las espaldas, recuerda también con amargura el caso de un alumno de Secundaria que suplantó la identidad de una profesora para, haciéndose pasar por ella, escribir por correo electrónico a un compañero de clase; o el caso de una chica de 12 años que, tras mandarle una fotografía en ropa interior a un compañero, vio cómo la imagen corría como la pólvora por todo el instituto, llegando incluso a su propia familia. «La niña decía que sentía que todos la miraban», recalca Sánchez. «El daño que hacen es muy grande».

Las nuevas tecnologías han abierto un nuevo campo de batalla, dentro y fuera de las aulas, en el que, advierten los profesionales, los jóvenes se han zambullido de lleno sin contar con las herramientas adecuadas. La Fiscalía coincide con los profesionales de la Policía Nacional, con docentes y con psicólogos en la necesidad de controlar el uso que los más jóvenes hacen de internet para atajar unos efectos que ya están dando la cara: palizas grabadas con 'smartphones', agresiones sexuales entre adolescentes que acaban rulando por grupos de WhatsApp, falsos desnudos de chiquillas creados con inteligencia artificial... «Las cosas mal hechas en la educación se ven a largo plazo cuando ya no tienen remedio para esa generación», lamenta Sánchez. «Es necesario que tomemos nota de otros países que ya están adoptando medidas contra este problema para tratar de ponerle remedio».

El fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, advirtió recientemente, en la presentación de la memoria anual de este organismo, del llamativo repunte de los delitos tecnológicos con menores de edad implicados -de hasta un 116% en los últimos siete años-. En este sentido lanzó un aviso a navegantes: «Hay un uso de las nuevas tecnologías y especialmente de los móviles que se hace de forma indiscriminada y preocupante».

Nativos digitales

En las últimas décadas, efectivamente, los 'smartphones', los portátiles, las tabletas... han ido haciéndose un hueco cada vez mayor en la sociedad y ya ocupan un lugar imprescindible en el día a día de los adolescentes. Gaspar Brändle, profesor de Sociología de la Universidad de Murcia (UMU), incide en el enorme peso que las nuevas tecnologías tienen a día de hoy en nuestras relaciones sociales, «principalmente entre los jóvenes que son nativos digitales y manejan estas tecnologías aparentemente muy bien». La fiscal de Menores de la Comunidad, Silvia Aldaz, va un poco más allá y hace hincapié, además, en que las nuevas tecnologías son ya el «mecanismo» a través del cual los más jóvenes entablan sus relaciones sociales e, incluso, en ocasiones, sentimentales. «Es algo preocupante porque llegan a interactuar a través de las redes, a veces con un desconocido, y llegan a entablar relaciones que pueden terminar en relaciones de carácter íntimo, lo que ha provocado en ocasiones encuentros desafortunados», recalca. El impacto de esta tecnología, explica la docente Isabel Sánchez, ya se deja ver, además, en las aulas. «Aprecio en ellos una mayor dificultad para atender en clase», recalca.

Las nuevas tecnologías, que ocupan un papel crucial en el día a día de los adolescentes, se perfilan, asimismo, como un arma habitual cuando estos deciden atravesar la línea. El inspector Juan Francisco Verdejo Moreno, jefe del Grupo de Ciberdelincuencia de la Policía Nacional, advierte de que «las redes sociales se han convertido en la principal herramienta entre los jóvenes para cometer determinados delitos». Este experto reconoce que son un gran avance, pero alerta de que también se presentan ya como el gran peligro que afronta la juventud por la «fácil, rápida y descontrolada» difusión de mensajes que permiten. «Hay toda una serie de delitos que están reverdeciendo gracias a las nuevas tecnologías: bullying', 'sexting'... », explica el abogado Víctor Martínez, que ha abordado reiteradamente este asunto en charlas a padres y en centros educativos.

El inspector del grupo de Ciberdelincuencia de la Policía Nacional recalca que los tipos de acoso escolar en los centros escolares «han ido evolucionando a medida que evolucionan las nuevas tecnologías». Una realidad que constata la fiscal de Menores. «El acoso escolar tiene una vertiente muy importante dentro del centro pero transgrede el propio centro y se está llevando a cabo a través de distintas plataformas, lo cual es más alarmante porque la intimidad del menor se ve vulnerada a gran escala», subraya la representante del Ministerio Público. «Lo difunden ya no solo a los alumnos del centro sino con toda la red, que es tan amplia».

Un grupo de jóvenes manejando sus teléfonos móviles durante el descanso en un instituto de Murcia. Andrés Molina / AGM

Aldaz reconoce que, en los últimos tiempos, han llegado a los despachos de la Fiscalía casos de menores acusados de grabar con sus móviles agresiones físicas e incluso sexuales. El pasado abril, un menor de 13 años le propinó una brutal paliza a otro adolescente de la misma edad en Fortuna mientras sus amigos grababan la escena con el móvil y la difundían. «Eso lleva a una banalización y una distorsión en el menor de lo que es el respeto a la intimidad», recalca. En una ocasión uno de los adolescentes reconoció que había grabado con su celular una relación íntima y la había vendido a otro menor por cinco euros. Estas y otras conductas alarmantes, considera la fiscal, guardan relación con el fácil y temprano acceso a la pornografía que los menores tienen a través de sus móviles. «Muchas de las agresiones sexuales que estamos viendo son básicamente patrones pornográficos que los menores están reproduciendo», recalca la fiscal. «Es un problema muy complejo que un menor acceda a una parcela tan íntima y tan importante en su desarrollo, como es la sexualidad, a través de la pornografía. Los menores están adoptando, con este acceso, patrones no solo machistas, sino incluso violentos. Y ellas también están accediendo así y las lleva a adoptar esa posición».

El inspector Verdejo, a la hora de esbozar las posibles soluciones ante este fenómeno, recalca que «el incremento desproporcionado del uso de las nuevas tecnologías entre los jóvenesn no va a la par con la educación recibida de acciones preventivas en torno a los riegos y peligros que esos mismos jóvenes se van a encontrar en el mundo digital». Este experto considera que «falta educación digital entre mayores y menores» y remarca que «la sociedad hoy por hoy no llega a un aprobado en el uso de las nuevas tecnologías, no siendo conscientes en diferentes sectores, y especialmente en el educativo, de los riesgos que supone el exponernos sin una educación digital óptima al mundo virtual».

En este sentido, el abogado Víctor Martínez hace hincapié en que hay una generación de padres «a los que la hiperconexión de sus hijos les ha superado» y remarca que «para las madres y padres el tema de conocer las nuevas tecnologías no es algo optativo». El letrado incide en la necesaria «alfabetización digital» de las familias para poder acompañar a los menores cuando se inician en el uso de estas herramientas. «El acceso a las nuevas tecnologías no puede ser una barra libre desde que el niño tiene diez años», remarca.

El jefe del Grupo de Ciberdelincuencia de la Policía Nacional hace hincapié en que, «al igual que los padres velan por garantizar la seguridad personal de sus hijos, deben velar por la seguridad del uso que hacen de las nuevas tecnologías, y para ello, existen infinidad de aplicaciones de control parental, con el objeto de tener un mayor control del uso que los menores hacen en las redes sociales, limitación de contenidos no aptos para la edad del menor y control de tiempo de uso de la tecnología». Muchos de los delitos que los menores cometen en su acceso a las redes sociales, anota, podrían evitarse con la aplicación de «cualquier tipo de herramienta gratuita de control parental».

Medidas reactivas

La recomendación que la Policía Nacional coloca encima de la mesa no parece estar todo lo extendida que debiera y queda mucho por andar. El 'III Estudio sobre la percepción del bullying en España' -elaborado por Totto y Educar es Todo- advierte de que los padres reconocen darle un móvil a sus hijos tres años antes de la edad que estiman adecuada y el 41% de ellos no ejercen ningún tipo de control parental.

Una realidad sobre la que están investigando en el departamento de Sociología de la UMU. Brändle explica que están desarrollando a día de hoy un estudio sobre las medidas de control parental que las familias aplican en el uso que los menores hacen de las nuevas tecnologías. «Generalmente estas medidas son más reactivas que proactivas, es decir, se aplican para evitar un problema», explica. «Además tenemos claro que estas medidas de control parental varían mucho en función de algunas variables sociodemográficas de los padres, como su nivel educativo, su uso de las nuevas tecnologías, su edad...».

Este profesor de Sociología de la UMU ahonda en la responsabilidad de los adultos en trazar límites en una sociedad en la que, según los últimos datos que el Instituto Nacional de Estadística (INE) ha puesto encima de la mesa, un 70% de los menores de entre 10 y 15 años tienen un teléfono propio. «Creo que los jóvenes tienen que tener una cierta autonomía y privacidad en el uso, pero está claro que hay una responsabilidad por parte de los adultos para acompañar en una gestión adecuada del móvil».

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