Unos okupas obligan a desalojar un edificio en Molina por los gases de un motor
La Policía Nacional detiene a una pareja como presunta autora de un delito de estragos; los vecinos denuncian que reciben continuas «amenazas de muerte»
Una pareja que ocupó una vivienda en el barrio de El Panderón, en Molina de Segura, e hizo imposible la convivencia para el resto de ... familias de la finca fue detenida por la Policía Nacional. Los arrestados instalaron un motor defectuoso que expulsaba, al parecer, monóxido de carbono, lo que provocó que varios vecinos de la comunidad tuvieran que desplazarse de urgencia al hospital para ser asistidos.
Esta situación fue denunciada por los afectados, y motivó que la Policía Nacional pusiera en marcha una investigación. Los denunciantes contaron a los agentes que una pareja había ocupado una vivienda de la finca e instalado en la zona de los garajes, que comunica con un sótano comunitario, un motor de combustible que comenzó a funcionar de forma incorrecta. El artefacto expulsó una gran cantidad de humo que afectó a toda la finca, lo que obligó a varias parejas de jóvenes a tener que abandonar su vivienda en compañía de sus hijos de tan solo meses de edad para evitar su intoxicación.
Los agentes consiguieron detener a esta pareja de okupas por un delito de estragos, pues se pudo constatar que con el uso del motor defectuoso existía riesgo de que se produjera un incendio.
«Me dijeron que me iban a matar, que no salía viva de aquí, día sí y día también», denuncia una de las inquilinas
«Insociables e incívicos»
Los vecinos de estos dúplex, ubicados entre las calles Holanda y Profesor Juan Ruiz, llevan más de un año siendo víctimas de las actividades «insociables e incívicas» de varios okupas que, en diversas ocasiones, han proferido insultos, amenazas y coacciones a los inquilinos de estas casas. Son varias las denuncias que se han cursado en la comisaría, según confirmaron fuentes policiales.
«Me dijeron que me iban a quemar, que me iban a matar, que no salía viva de aquí, día sí y día también», indica Laura, una de las denunciantes. «Cuando pasaba con el coche me escupían, y cuando regresaba a casa, salían a gritarme», apostilla.
Las denuncias presentadas en dependencias policiales surtieron efecto, ya que los agentes iniciaron actuaciones penales, llegando a arrestar a varios okupas porque, en algunos casos, se trataba de «delitos graves», indican fuentes ligadas a la investigación. Uno de los detenidos tenía una orden de alejamiento por maltrato.
Las familias de estos inmuebles se muestran agradecidas con los agentes policiales porque, merced a a las diversas actuaciones que se iniciaron hace más de medio año, han conseguido que se marchen los inquilinos de seis de las siete viviendas ocupadas. Ahora hay casi una decena de dúplex con tabiques en puertas y ventanas con el fin de evitar nuevas ocupaciones en esa zona.
Aún queda una casa ocupada en la calle Holanda, justo al lado de donde vive Daniel con su pareja. «No hay manera de que los saquen de ahí. Llegaron y se instalaron con todo tipo de enseres, como si fueran a vivir toda la vida en ese inmueble», lamenta el joven. Su pareja sostiene que ambos han visto cómo la factura de agua se ha multiplicado en los últimos meses porque varios de los okupas se engancharon a su contador. «Hasta finales de enero han estado cuatro o cinco viviendas enganchadas a nuestra agua», explica. En la actualidad, «gracias a la labor de la Policía, están sin agua y sin luz», indica Laura.
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