Investigan si el acusado del triple atropello mortal de Molina arrolló poco antes a un policía
Un agente sospecha que Miguel R. conducía también el automóvil que huyó aquella noche tras derribarlo en la autovía
El atropello múltiple que se produjo el pasado 3 de febrero en Molina de Segura y que ya se ha cobrado la vida de dos vecinas de Lorquí, Juani Palazón y Dolores Abenza, sigue rodeado de incógnitas. El atestado de la Policía Local, al que LA VERDAD ha tenido acceso, recoge la declaración de un agente del Cuerpo Nacional de Policía d e Murcia que asegura que aquella noche, poco antes del arrollamiento mortal en Molina, un automóvil lo derribó en la autovía A-30, marchándose del lugar. Este agente explica, en su declaración, que tiene fundadas razones para sospechar que pudo ser Miguel R. L., el autor del atropello múltiple, quien se lo llevó a él por delante poco antes. El Juzgado de Instrucción número 2 de Molina ya ha pedido que se indague esta posibilidad.
Este atropello, en el que la justicia debe ahora bucear, se produjo en la noche de ese mismo sábado 3 de febrero, entre las 22.45 y las 23 horas. El policía nacional asegura que salió de la comisaría de San Andrés, en Murcia, y se encaminó a su vivienda en Molina de Segura. Cuando circulaba en su motocicleta por la A-30 (a la altura del centro comercial Myrtea) sostiene que fue embestido por un coche, que se incorporó de forma súbita a la vía y que siguió su camino tras el golpe. El agente explicó, en su declaración, que no podía aportar ningún dato del vehículo porque salió disparado, cayendo al asfalto y teniendo que retirarse a la carrera para evitar que un camión le pasase por encima.
Este policía fue trasladado al hospital Morales Meseguer, donde quedó ingresado. De su motocicleta los agentes de la Guardia Civil de Tráfico extrajeron restos de pintura color gris claro que el vehículo le había transmitido en el impacto. Poco después, a través de la prensa, el policía tuvo conocimiento de que esa misma noche, poco después, Miguel R. L. presuntamente atropelló a tres mujeres en un paso de peatones de Molina cuando circulaba ebrio. El sospechoso iba al volante de un Mercedes 4x4 de color gris. Este policía deja constancia en su declaración de que, por la dirección que pudo tomar en la autovía y la proximidad temporal de ambos accidentes, así como los restos de pintura hallados en su moto, ambos atropellos podrían estar relacionados.
El abogado Pedro López Graña, que representa a los familiares de las víctimas del atropello múltiple, reclama al juzgado que libre un oficio a la Guardia Civil para que determine si en el lugar donde el policía nacional fue embestido existen cámaras de seguridad que puedan ayudar en el esclarecimiento de la autoría de ese atropello. Ese extremo, reclama el letrado, resulta crucial «ya que demostraría la extrema peligrosidad del investigado», que actualmente se encuentra en libertad con cargos.
Miguel R. está citado para prestar declaración ante el juzgado molinense el próximo 11 de abril, según explicaron fuentes jurídicas. López Graña ha solicitado, sin embargo, que se adelante esa comparecencia en la que, avanza, reclamará que el sospechoso ingrese en prisión provisional. Su petición se fundamenta, entre otras cuestiones, en la elevada pena a la que el acusado debería hacer frente -en caso de ser condenado- al haber fallecido otra de las afectadas; y al riesgo de fuga que, asegura, existe en este caso en el que el sospechoso «dispone de recursos económicos y sociales suficientes» para tratar de sustraerse a la justicia.
Ojos rojos y andar vacilante
Este jubilado, de 65 años, vecino de la pedanía de Llano de Molina, a escasos dos kilómetros de Lorquí, arrojó la noche del atropello un resultado de 0,68 miligramos de alcohol por litro de aire espirado -0,65 en la segunda prueba-, casi el triple de la tasa permitida. Los agentes plasmaron en su atestado que el conductor tenía los ojos acuosos y enrojecidos, que su equilibrio era vacilante y que no coordinaba bien el gesto de llevarse el dedo índice de la mano a la punta de la nariz -uno de los retos que la Policía plantea a los automovilistas que se ven inmersos en un siniestro-.
Arrojó un resultado de 0,68 miligramos de alcohol por litro de aire espirado, casi el triple de la tasa máxima permitida
En sus explicaciones a los agentes, según recoge el informe, Miguel contó que, cuando circulaba por el carril izquierdo de la avenida Industria, en Molina, notó un impacto, sin saber qué había pasado. En ese momento, relató, «paré el coche, puse los cuatro intermitentes y me bajé, viendo que había una persona en el suelo a unos metros del coche».
El conductor aseguró, en su declaración, no recordar si el semáforo se encontraba en rojo. Una mujer que estaba parada en el semáforo en aquel momento aseguró a los agentes que el mismo estaba en rojo. Esta testigo observó cómo el Mercedes gris llegaba al paso de peatones sin detener la marcha, arrollando a las tres mujeres. Otra testigo que recorría esa misma avenida en sentido contrario aseguró, sin embargo, a los policías que en ese momento el semáforo estaba en verde. Una aseveración que, según recoge el informe, fue confirmada por su acompañante, que explicó a los agentes que creyó verlo en verde. Esta testigo reconoció que en ese momento llevaba el teléfono móvil en la mano.
«Es una desgracia»
El atestado que la Policía Local elaboró incluye un croquis en el que se explica que las tres víctimas salieron despedidas a raíz del arrollamiento. Dolores Abenza, la primera fallecida, quedó tendida en la calzada a 19 metros del punto del impacto. Sus amigas, Salvadora Martínez y Juani Palazón -también fallecida-, salieron despedidas ocho y nueve metros, respectivamente. Los agentes destacan que Miguel no vio a las tres mujeres cruzar el paso de peatones «pese a ser un tramo de la vía con buena visibilidad y estar suficientemente iluminado». Un hecho que los municipales atribuyen a la merma de sus facultades debido a la ingesta de bebidas alcohólicas.
El conductor explicó que volvía a casa tras comer y cenar en Murcia. Al mediodía, aseguró, había tomado una copa de cava y dos de vino y la cena la acompañó de una cerveza. Días después del atropello, Miguel R. realizaba unas escuetas valoraciones a este diario. «Estoy fatal, es una desgracia», exclamó a las puertas de su casa. «No quiero hacer comentarios respecto de lo que pasó y conforme se vaya aclarando el tema, así diré. Es una desgracia».
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Las familias exigen que se analicen las cámaras de la zona
Los familiares de las tres mujeres que fueron atropelladas -dos de ellas fallecidas- reclaman al juzgado que se recabe la grabación de las cámaras de seguridad que puedan existir en la zona. El objetivo, según explica el abogado Pedro López Graña en un escrito presentado en el juzgado, es tratar de determinar la velocidad a la que circulaba el acusado. Miguel R. aseguró, en su declaración, que podría circular a unos 35 kilómetros por hora y los agentes concluyen que el sospechoso lo hacía, en todo caso, en una velocidad inferior al límite permitido en esa vía, de 50 kilómetros por hora. Esta parte, sin embargo, pone en duda este dato a tenor de la distancia a la que fueron proyectadas las mujeres. Dolores Abenza, la primera de las fallecidas, salió despedida hasta 19 metros, según destaca el letrado en su informe. Para aclarar este aspecto, el abogado reclama que se libre un oficio a la Guardia Civil para que solicite la grabación de las cámaras de seguridad de todos los establecimientos de la zona.
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