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Maite Cambeses, vitoriana afincada en Murcia y funcionaria de Justicia, prepara su mochila para el viaje solidario que emprende a Marruecos este martes. Vicente Vicéns / AGM
«La mejor experiencia de toda mi vida»

«La mejor experiencia de toda mi vida»

El 'turismo solidario' gana adeptos en la Región a la hora de disfrutar de los días de asueto ayudando a otras personas; también en estas fechas: «Iba para un mes, pero me quedé un año; ahora soy una mujer diferente»

Daniel Vidal

Murcia

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Lunes, 25 de diciembre 2017, 10:14

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Hay quien sueña con pasar la Navidad iluminado por la luces de Nueva York, o quien prefiere tirarse todo el año -o los años- ahorrando para escapar del frío de Nochevieja en una isla paradisíaca del Caribe. También quien espera paciente en su casa a que se reúna toda la familia en torno a una mesa. Pero cada vez son más quienes, movidos por un afán solidario, por las ganas de hacer algo por los demás y por vivir además una experiencia completamente diferente en sus vacaciones, se apuntan a un viaje solidario. Pasar unos días en Senegal, en Kenia o en la India, por ejemplo, mientras se descubren universos desconocidos, sobre todo dentro de uno mismo: «Era una manera sencilla de iniciarme en este mundo; siempre había soñado con hacer un voluntariado fuera y también con viajar a África. Iba para un mes... y al final me quedé un año. Fue la mejor experiencia de toda mi vida. Ahora soy una persona completamente diferente. No me quería ir». Este es el resumen de la murciana Lidia Jimeno, responsable de Recursos Humanos en una fundación, que además es la encargada de gestionar el proyecto de la clínica maternal que la organización nacional Afrikable está llevando a cabo en Lamu, en Kenia. Para Lidia, todo comenzó con una de esas vacaciones solidarias que hoy organiza esta asociación por noveno año consecutivo, y a las que Lidia sigue acudiendo cada vez que puede, aunque sea en Navidad. «Estuve las pasadas navidades, y recuerdo que no quería volver por estas fechas porque no quería dejar el amor incondicional y gratuito de aquella gente para sumergirme en la vorágine de compras de estos días. Y luego comprendí que las compras en Navidad aquí se hacen también por amor. Me enfado mucho menos, lo relativizo todo mucho más», ilustra Jimeno.

«El viaje cambia el 'chip'», coincide una de las responsables y fundadoras de Afrikable, Mercedes Cascajero, con todos aquellos con quienes ha contactado 'La Verdad'. «Se trata de viajar, que siempre es gratificante, pero haciendo algo más, algo que te va a reportar muchas satisfacciones», observa Miguel Hernández, ingeniero industrial e ingeniero de Telecomunicaciones por la UPCT y la UCAM, viajero incansable enamorado de Marruecos desde que empezó a visitar allí a su tío cuando era un crío y presidente de la asociación Viento Norte Sur, la única organización privada de la Región de Murcia que organiza viajes de este tipo, en los que se combina turismo (responsable) y solidaridad a espuertas, cuyos recursos los gestiona la propia asociación en colaboración con colectivos locales.



En Lamu, Kenia, los viajeros participan de ocho de la mañana a cinco de la tarde en las actividades solidarias programadas, mientras las tardes y los fines de semana se dedican a paseos en barco, a safaris...

Además, «el racismo se cura viajando». Con esta sentencia de Miguel de Unamuno seduce al visitante la web de la asociación, donde se deja claro la diferencia entre la labor diaria de las ONG para la cooperación al desarrollo y este llamado 'turismo solidario', cada vez más incipiente. «En la primera de ellas, la persona acude a trabajar sobre el terreno involucrándose a fondo en los proyectos que una ONG tiene en marcha en el país de destino. Estas actividades se llevan a cabo en cualquier época de año, y la duración suele ser prolongada en el tiempo, desde dos semanas hasta un año. Los viajes solidarios, en cambio, suponen una alternativa a las formas de turismo tradicionales, ya que las personas que viajan contribuyen, en cierta manera, al desarrollo de las comunidades, realizando una aportación económica tanto a la ONG como al país que visitan. Además, estos viajes buscan promover la solidaridad entre los que viajan y las personas que les reciben en el lugar de destino», destaca el propio sitio web de la asociación, que en la actualidad apoya proyectos de organizaciones locales en África, Asia y América Central. «Nos autofinanciamos exclusivamente con las cuotas de los socios y las actividades que realizamos. No recibimos ninguna subvención por parte del Estado. Por ello, nuestra herramienta de trabajo más importante es el tiempo de nuestros voluntarios. Sin ellos no somos nada», deja claro el presidente de Viento Norte-Sur, colaboradora de instituciones como la Universidad de Murcia, la Universidad Politécnica de Cartagena, la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia y el Instituto Nacional de Juventud, entre otras muchas, y que en estas fechas organiza un par de viajes a Marruecos para que decenas de murcianos (y no murcianos) pasen allí Año Nuevo. En el desierto del Sáhara, o haciendo caminatas de 15 a 20 kilómetros diarios por el Atlas, conviviendo con las comunidades locales, y a las que les entregan directamente material textil, educativo y sanitario que se llevan desde España. También se pueden contratar vacaciones el resto del año. Al gusto del viajero.

«Llegas pensando que vas a cambiar el mundo, pero es ese mundo el que te cambia a ti por completo». El viaje cuesta desde los 390 euros por semana que piden en Viento Norte-Sur, a los 2.000 de otras asociaciones

La vitoriana afincada en Murcia Maite Cambeses es una de las componentes del grupo de 40 personas -nunca un número superior para evitar la «saturación del destino», explica Miguel Hernández- que parte este martes hacia el país magrebí, en lo que supone el tercer viaje solidario del año para ella. «El primero fue en Semana Santa y el segundo en agosto. Me gustó la idea, lo vi una nueva forma de viajar, combinando el ocio y la labor solidaria», asegura esta funcionaria de Justicia, que ya había realizado labores de voluntariado en Ecuador, en jornadas maratonianas que no tenían nada que ver con este tipo de vacaciones. Ni voluntariado, ni turismo. Y tampoco es 'volunturismo', dejan claro desde Tumaini, una ONG constituida como asociación que cada año embarca a diez murcianos en estos viajes y que puede llevar a un aventurero con gusanillo solidario a Nepal, Tailandia, Camboya, Perú, México o Bolivia, por ejemplo, para trabajar hasta en una decena de áreas de intervención. El abanico es tan amplio como las inquietudes que tenga cada uno.

«Enriquecimiento personal»

En este sentido, el presidente de la Coordinadora de ONG para el Desarrollo en la Región de Murcia, Moisés Navarro, también diferencia entre el trabajo que desarrollan las organizaciones de cooperación al desarrollo y ayuda humanitaria, que implica «mayor formación por parte de los voluntarios», y este nuevo fenómeno, que incluso mereció un estudio de investigación, elaborado el año pasado por varios profesores de la Universidad Rey Juan Carlos, que determinaba desde las diferentes modalidades del turismo solidario (campos de trabajo, campos de solidaridad, entre otras) hasta las motivaciones de estos viajeros para realizar este tipo de turismo. Los resultados del trabajo reflejan que «el poder interactuar con otras culturas de países diferentes y el enriquecimiento personal son las principales motivaciones de las personas que realizan viajes motivados por la solidaridad».

A Maite y al grupo de viajeros que parte la próxima semana hacia Marruecos, por ejemplo, les espera un menú de lo más variado. Además del recorrido a pie por el valle del río Ounila, que une el desierto y el Atlas, la expedición visitará «las impresionantes gargantas del río Todra y el valle del Ziz, por donde pasó León 'El Africano'. El recorrido intenta condensar los aspectos paisajísticos y etnográficos. Queremos recoger una visión global de un entorno natural, geográfico y cultural, más allá de la supeficialidad del turismo exprés. Andando apreciamos realmente las dificultades y las distancias, pero también saboreamos la diferencia y la belleza con una mirada curiosa y respetuosa», dejan claro los responsables de Viento Norte-Sur.

El itinerario es «fácil y muy asequible, a través de una ruta conocida, pero poco transitada a pie por turistas y adecuado para personas a partir de 15 años». El plato fuerte del menú, o al menos el que deja mejor sabor de boca a los participantes, siguen siendo las actividades de colaboración que desarrollan con la asociación local La Baraka, a la que los propios turistas-viajeros donan el material de primera necesidad, que luego los propios responsables de La Baraka se encargan de repartir, «bajo nuestra supervisión, entre los colectivos más desfavorecidos diseminados a lo largo del valle», asegura Miguel Hernández. «Ver cómo gestionamos directamente los recursos que hemos donado aporta transparencia y tranquilidad», indica la farmacéutica murciana María José Pérez, madre de dos niñas de uno y tres años, que está esperando a que sus hijas crezcan un poco más para llevárselas al siguiente viaje: «Vuelves con las pilas cargadas y se te cura mucha tontería», resume.

Pensión completa

El viaje solidario cuesta lo que uno quiera invertir. Desde los 390 euros que establece Viento Norte-Sur para estas estancias en Marruecos durante una semana (que incluye la cuota de socio con la que se financian otros proyectos), a los 2.000 euros que piden otras asociaciones por poner un pie en algún país del África subsahariana. Para ir a Kenia con Afrikable en estas fechas hace falta un desembolso de unos 28 euros por noche (durante dos semanas como mínimo), sin contar el billete de avión, «que suele bajar bastante a partir del 6 de enero», revela Mercedes Cascajero. Como suele ser habitual en este tipo de ofertas, el precio incluye «alojamiento en habitación compartida con pensión completa, y seguros de viaje y de responsabilidad civil». Después, lo que uno pretenda gastarse en 'souvenirs'. O en donaciones, que suelen ser los conceptos que más se llevan el gato al agua.

En Kenia, por ejemplo, los viajeros participan de lunes a viernes, de ocho de la mañana a cinco de la tarde, en las actividades programadas por Afrikable, y que se centran sobre todo en el empoderamiento femenino. Pero también hay tareas en educación infantil, en comercio justo, logística, medio ambiente... Las tardes y los fines de semana se dedican al ocio. A pasear en barco, a visitar parques naturales, safaris... «La mayoría está pensando durante sus momentos de asueto en las actividades solidarias que esperan al día siguiente. El vínculo que se crea con mujeres y niños allí es muy fuerte», según Jimeno, quien advierte de que «llegas pensando que vas a cambiar el mundo, pero es ese mundo y su filosofía lo que te cambia a ti por completo. A mí se me grabó el 'hakuna matata'; es decir, que, pase lo que pase, la vida sigue. Por eso siempre sonríen».

Es quizá por esto por lo que la demanda de estos viajes no deja de crecer. Así lo reconocen en Tumaini, donde han pasado de tener «197 viajeros en 2016, a los 271 de este año». También Miguel Hernández, quien deja claro que en Viento Norte Sur cada vez tienen más demandantes en «lista de espera; en la actualidad, entre 40 y 50 personas». Más de los que conforman cada grupo de viaje. En Afrikable hablan directamente del «'boom'» vivido este año, mientras Moisés Navarro ve «bastante positivo» todo lo que sea «favorecer que la gente reaccione; conocer una realidad que debería conocer todo el mundo». Y, además, vivir la mejor experiencia de toda una vida.

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