Las obras en la iglesia de San Antonio de Mazarrón avanzan con el cosido de grietas
La restauración saca a la luz elementos originales de la construcción, de los siglos XVII y XVIII, que se conservarán
Avanza la rehabilitación de la iglesia de San Antonio de Padua, de Mazarrón, mandada a construir por el Marquesado de los Vélez, que ha permitido constatar los graves daños estructurales de la construcción, a los que ya se les está poniendo remedio. Según explica el arquitecto Juan de Dios de la Hoz, redactor del proyecto y director de los trabajos, las labores se centran en reparar las grietas y fisuras que salpican bóvedas y arcos, y que «comprometían su seguridad». Para garantizar la consolidación, se están aplicando inyecciones de cal hidráulica, además de un tratamiento a base de retacado de ladrillo macizo y refuerzo de fibra.
La fábrica exterior del crucero en el lado de la Epístola (a la derecha del altar mayor) presenta un estado de conservación mejor de lo que se esperaba, «por lo que se está pudiendo recuperar, al igual que los huecos, que habían sido modificados reduciendo su tamaño», explica De la Hoz en declaraciones a LA VERDAD.
Las obras también han permitido localizar, con la ayuda de los arqueólogos, cotas y niveles originales de la construcción en el interior del templo, que se conservarán. Se trata de elementos de los siglos XVII y XVIII, y pertenecen a las diferentes transformaciones que experimentó esta iglesia a lo largo del tiempo, al parecer con la participación de dos nombres ilustres: Manuel Rodríguez Serrano y Melchor de Luzón. Todo apunta a que la familia Fajardo ordenó levantar una ermita en ese lugar, a principios del siglo XVI, cuando llegó a la población para explotar las canteras de alumbre, que dieron a estos nobles poder, fama y dinero. Posteriormente, el templo recibió varias ampliaciones, también bajo el impulso de los Vélez, hasta llegar a su configuración actual. El proyecto de rehabilitación prevé bucear en la historia para, en la medida de lo posible, devolver el edificio a sus inicios. Así, los restauradores ya analizan la piedra de la fachada principal, y también recuperarán cornisas, pilastras y arcos originales, retirando los añadidos superpuestos de escayola.
Campanas y reloj
En lo que respecta al exterior, los muros de ladrillo, del siglo XVIII, se conservarán a la vista. Pero aún no se ha tomado una decisión sobre este mismo material que también ha aparecido en la torre del campanario, ya que podría ser de época más reciente.
La iglesia parroquial de San Antonio de Padua lleva más de una década cerrada debido a los daños que presentaba. El presupuesto de la restauración en marcha suma casi 700.000 euros, y cuando acaben los trabajos, regresarán los cultos. También debe volver su conjunto de campanas (de los siglos XVI al XX), que fueron trasladadas al vecino templo de San Andrés Apóstol. El campanario guarda, además, la maquinaria del reloj de la villa, de finales del siglo XVIII. La restauración de esta joya sigue a la espera.