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El tramo de doble caño en la calle Gómez Jordana. ARQUEONATURALEZA
El agua que sació la fiebre minera

El agua que sació la fiebre minera

El informe arqueológico confirma que los restos de la plaza del Ayuntamiento pertenecen a la primera red de abastecimiento, diseñada en 1867 por Juan José Belmonte

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Viernes, 22 de enero 2021, 01:49

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En el último tercio del siglo XIX, Mazarrón experimentó su particular fiebre minera gracias a la explotación industrial del plomo que atesoraban los tres cotos de su histórico distrito. La riqueza que afloraba de la tierra impulsó la ejecución de algunos proyectos municipales que vinieron a mejorar las condiciones de vida de los habitantes de la villa. Un trozo de aquella página de la historia sale ahora a la luz. Los restos de unas conducciones hidráulicas descubiertos en el entorno de la plaza del Ayuntamiento, a raíz de la remodelación de este céntrico espacio, pertenecen a la primera red de abastecimiento de agua potable que disfrutó la población, según concluye la memoria arqueológica a la que ha tenido acceso LA VERDAD.

Fue una mejora urbana con la que aquel Mazarrón minero se adelantó a otros municipios. Supuso «toda una obra civil de carácter público para la época», destaca la técnico María José Morcillo, de la empresa Arqueonaturaleza, que firma el citado informe. El trabajo, supervisado por la Consejería de Cultura, concluye que las conducciones localizadas bajo el pavimento se corresponden con el proyecto que redactó en 1867 el arquitecto provincial Juan José Belmonte (más conocido por ser el autor del contundente edificio consistorial de la capital murciana) para transportar las aguas del manantial de la rambla del Garrobo hasta la villa.

Por encargo del alcalde Salvador Campillo, el arquitecto diseñó una red de casi ocho kilómetros de longitud con el fin de abastecer a una población, en pleno crecimiento gracias a la minería, que tenía que cubrir sus necesidades básicas con los recursos de unos «pozos insalubres». El informe documenta el trazado descubierto, la técnica de construcción empleada y los materiales que se utilizaron, «todos ellos de la localidad». La experta destaca que la cañería presenta una doble conducción, y que ambos ramales iban paralelos. Además, estaban revestidos de cal para garantizar la impermeabilidad y cubiertos con lajas de piedra caliza. El agua sobrante iba a parar a una balsa, para su aprovechamiento agrícola.

Sigue pendiente el proyecto para la puesta en valor del hallazgo como un legado del pasado industrial de la villa

«Es, sin duda, la obra más importante que se acometió en aquella época porque permitió garantizar un mínimo abastecimiento de un bien siempre escaso. Hasta entonces, las necesidades se cubrían con los pozos del Mar, de la Pila y de las Moreras, y el aprovechamiento de sus aguas siempre era una fuente de conflictos», explica el cronista oficial de Mazarrón, Mariano Guillén. De hecho, la red que diseñó Belmonte estuvo en funcionamiento durante casi una centuria, hasta que el 'maná' del Taibilla llegó al municipio durante la década de los años cincuenta del pasado siglo.

Cuatro fuentes públicas

El investigador explica que la canalización del Garrobo daba servicio a una red de fuentes públicas, repartidas estratégicamente por el casco urbano: en la calle Lardines, la plaza Palacios (hoy Ramón y Cajal), Barrionuevo (frente al Teatro Circo) y en las Casas Nuevas. En el recuerdo quedan las colas de mujeres esperando, incluso de noche, para poder llenar sus cántaros.

Junto a la cañería de agua potable, se han localizado otras conducciones que formaron parte de las redes de alcantarillado (con una bóveda de cañón levantada a base de ladrillo) y de evacuación de aguas pluviales, también de finales del siglo XIX, un vestigio más del patrimonio industrial que guarda la localidad de su época dorada de la minería. Sin embargo, pese a su aparente relevancia, los restos volvieron a cubrirse, y el proyecto para su puesta en valor todavía sigue pendiente.

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