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La catedrática de Sociología y ex directora ejecutiva de Unifem, Inés Alberdi. JosÉ MarÍa SÁnchez Bustos

Inés Alberdi: «La mayoría de los hombres en España defienden los derechos de las mujeres»

Exdiputada de la Asamblea de Madrid y ex directora ejecutiva de Unifem, dará una ponencia en la jornada 'Cartagena en Femenino'

Martes, 26 de febrero 2019, 02:51

A pesar de haber trabajado en importantes instituciones públicas, nacionales e internacionales, Inés Alberdi (Sevilla, 1948) huye de la 'titulitis' y se define solo como catedrática de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), pero es, también y entre otras cosas, ex directora ejecutiva del Fondo de las Naciones Unidas para las Mujeres (Unifem), exdiputada de la Asamblea de Madrid y exdirectora del departamento de investigación del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). Incluso fue asesora del Gobierno en los 80 para reformar el Código Civil en materia de familia y divorcio. Por ser un ejemplo de las mujeres pioneras que rompieron roles de género tras el franquismo, Alberdi participa hoy en la jornada 'Cartagena en Femenino', enmarcada en la II Semana de las Mujeres que organiza 'La Verdad', con una conferencia titulada 'Ventajas y desventajas de ser mujer. Una trayectoria biográfica'.

-Empezó siendo profesora ayudante en el 71 y, desde entonces, su vida ha estado ligada a las universidades. ¿Cómo ha cambiado la situación de las mujeres en ellas?

La cita

  • Dónde Aula de Cultura Fundación Caja Mediterráneo. Cartagena.

  • Cuándo: Hoy a las 17.45 horas. Inscripciones en eventos.laverdad.es

-Se nota mucho en el número de alumnas, pero sobre todo en el número de profesoras y de funcionarias. Yo estudié durante los 60. Entonces, en mi facultad, Ciencias Políticas y Económicas, no había ninguna mujer catedrática y muy pocas profesoras. Estaba masculinizada, pero no más que otras instituciones. Ahora creo que es un lugar en el que no hay discriminaciones por cuestión de género, hay pocas plazas para todos, ya seas hombre o mujer.

«El origen se encuentra en la idea de que la mujer no debe trabajar, sino estar sujeta dentro del hogar»

-Usted fue la cuarta mujer directora ejecutiva de Unifem (2008-2010). ¿Qué destacaría de aquella experiencia?

-Para mí fue una oportunidad fantástica. Unifem se creó en el 76, dentro de Naciones Unidas, como organización para trabajar por el desarrollo de las mujeres. En 2008 se fue la directora y me presenté muy apoyada por España, que en aquel momento era un país pionero en igualdad en Europa, pues en 2004 Zapatero llevó a La Moncloa el primer Gobierno paritario de mujeres y hombres. También en ese año se aprobó la Ley de Violencia de Género. Así que, en 2008, España era vanguardista en igualdad. Y por eso me eligieron. Fue un trabajo muy interesante porque abordábamos temas que yo siempre había trabajado en España, pero a nivel internacional. Combatíamos la violencia contra las mujeres en momentos de guerra, el uso de la violación para destruir la moral del enemigo, cosas que han existido siempre... Al final de esa etapa, Unifem se convirtió en una institución más grande, ONU Mujeres, de la que se hizo cargo Michelle Bachelet, y también estuve un tiempo para ayudar en esa transición. Fue muy satisfactorio.

-Vox está poniendo en tela de juicio la Ley de Violencia de Género y quiere cambiarla, ¿qué opina usted sobre esto?

-Yo no lo entiendo. Esto es un problema histórico y muy fuerte. Conseguimos hacer una ley que castigaba fuertemente al agresor y lanzar el mensaje de que la violencia contra las mujeres, por el hecho de ser mujeres, es intolerable. Pero siempre hay unos pocos reaccionarios que la quieren derogar. Yo creo que esto pasa porque no es fácil erradicar la misoginia y el machismo. Desde Aristóteles hasta ahora, siempre ha habido voces que han dicho disparates de desprecio a las mujeres. Quitar eso de nuestras cabezas no es fácil. En nuestro país, hasta hace muy poco, los hombres podían pegar impunemente a las mujeres y estaban en su derecho. Hasta los años 60, en el Código Penal se recogía que el hombre casado tenía derecho a pegar a su mujer si los moratones no le duraban más de quince días. Hace muy poco de eso. Ellas estaban obligadas a aguantar por ley. Y sin intención de justificarlo, entiendo que todavía haya muchos hombres y mujeres que tienen esa mentalidad misógina.

«La forma de mejorar es invertir en guarderías públicas y accesibles para todos los niños»

-¿Debería preocupar que se extiendan esas ideas?

-No. Porque la mayoría de los hombres en España no son misóginos, sino que defienden los derechos de las mujeres. Histórica e internacionalmente, la situación de las mujeres ha cambiado y lo ha hecho gracias a leyes aprobadas en parlamentos de mayoría masculina. Por ejemplo, en España se consiguió el voto femenino con un parlamento que tenía solo dos mujeres. Las cosas cambian porque la mayoría de los hombres apoyan los derechos de las mujeres.

-¿Cuál sería la mejor forma de erradicar la brecha salarial?

-Esto es difícil. En cuestión de salario cuenta mucho el ambiente de trabajo: que haya las mismas oportunidades de contratación, de promoción, selección por méritos y no por género... Yo no estoy muy segura de cuáles tienen que ser las medidas, pero sí que pasa por tener más oportunidades.

-¿Se puede explicar la brecha salarial desde la Sociología?

-El origen sociológico está claro. Históricamente se ha tenido la idea de que las mujeres no tenían que trabajar fuera de su casa. Por eso, cuando en la industrialización se incorporaron a las fábricas las mujeres que necesitaban dinero para vivir, sus salarios eran más bajos y las condiciones, más duras. Era una forma de castigarlas porque se consideraba que ellas eran dependientes de los hombres. Esa mentalidad tradicional de tener a las mujeres sujetas dentro del hogar y la idea de que no debían trabajar ayudó a que fueran, durante años, personas de segunda categoría en los entornos laborales. Ahora hay mucha sensibilidad en este sentido, pero cambiar esas mentalidades de forma radical no es fácil, porque les supone perder privilegios.

-Como para muchas mujeres, en su caso la conciliación de la vida laboral y familiar también ha debido ser difícil...

-Sí. Pero en la universidad hay una cosa buena y es que los tiempos son muy flexibles. Salvo las horas de clase, el resto del tiempo te lo organizas. Yo empecé mi trayectoria muy joven y mi marido también, y siempre hemos repartido los trabajos familiares. En la empresa privada es más difícil.

-¿Cómo se podría mejorar la conciliación en España?

-Con guarderías accesibles para todos. Es una medida que funciona y se ha visto en los países nórdicos. En España, las guarderías son muy caras y las públicas están tan llenas que tienes que tener unas limitaciones económicas muy importantes para poder optar a ellas. Hay que invertir fondos en eso. Luego está la educación, que también tiene mucho que ver con cómo se reparte la conciliación. Aunque el Código Civil ya dice que el matrimonio tiene que repartir equilibradamente sus obligaciones de cuidado familiar. De todas formas, yo no soy partidiaria de imponer la conciliación por normas. Defiendo un sistema de ayuda basado en las instituciones, porque asistir a los que tienen niños o mayores a su cargo es responsabilidad pública.

-Tanto usted como su hermana Cristina, que fue ministra de Asuntos Sociales con Felipe González, fueron pioneras en romper roles de género. ¿Cuál fue la clave?

-La suerte que tuvo mi generación es que nos tocó vivir la apertura, la democracia. Y pudimos aflorar muchas mujeres y hombres que en otras generaciones no habríamos podido. Pero no solo fuimos nosotras, también estuvieron Paquita Salzillo, Carmen Alborch, Elena Garrido (la primera mujer que formó centros de planificación familiar cuando todo eso estaba prohibido), Carlota Bustelo... Fuimos mujeres formadas en el feminismo y ahí aprendimos a hacer política, y ya luego algunas se hicieron de partidos.

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