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Manual de inconsistencia

Sánchez y Torra negociaban crear una mesa de partidos al margen del Parlament. Hoy, Casado y Rivera responderán en la calle. Mal vamos si todos sacan la política fuera de las instituciones democráticas. No se ve más salida que las urnas

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Domingo, 10 de febrero 2019, 08:11

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Si las expectativas electorales de los socialistas murcianos no se cumplen el 26 de mayo, algunos se preguntarán, como hizo Mario Vargas Llosa en su novela 'Conversación en La Catedral', «¿En qué momento se jodió el Perú?». Ha sido en esta semana caótica cuando Diego Conesa, arrastrado por la peor ocurrencia de Pedro Sánchez, cometió el mayor de sus errores, al justificar, con un argumentario tan hueco como acomodaticio con los dictados de Moncloa, la confusa propuesta de un relator para dialogar con los independentistas en una mesa extraparlamentaria. Un apoyo que a la postre no sirvió para nada, salvo para salir mal parado, dado que, a la vista del incendio interno en el PSOE, las exigencias sin límites de los separatistas catalanes, referéndum de autodeterminación incluido, y una opinión pública alarmada por el curso de los acontecimientos, Pedro Sánchez reculó solo tres días después y dio por rota la negociación con el Gobierno de Quim Torra tras cerciorarse, además, de que habrá veto del PDeCat a los Presupuestos.

Si en 2015 el gran error del PPde Rajoy consistió en minimizar los anhelos de regeneración democrática y dar por amortizado el desgaste político por los casos de corrupción, el del PSOE de Sánchez consiste en encadenar cesiones a los independentistas a cambio de respaldo para seguir en La Moncloa con solo 84 diputados. Pedro Sánchez es un presidente legítimo, pero accidental. Incumple cada día su promesa de convocar elecciones «cuanto antes» y está cautivo de quienes le prestaron su apoyo. Así fueron llegando el fin de la supervisión de las cuentas de la Generalitat, la renuncia de la Abogacía del Estado al delito de rebelión, la bilateralidad de las relaciones entre los Gobiernos central y catalán, con cumbre incluida en Cataluña, la generosa financiación en el proyecto de Presupuestos del Estado... Píldoras de esa 'política del ibuprofeno', como la calificó Borrell, que rebajó la inflamación, pero no alteró un ápice las aspiraciones de Torra, Puigdemont y compañía: impunidad e independencia. Cesiones, gestos o como quieran llamarlo, a los que ahora se sumaba la propuesta del relator que actuaría como árbitro de una mesa de partidos creada para buscar salidas al órdago separatista. Conscientes de las consecuencias electorales, García Page, Lambán,Fernández Vara, Alfonso Guerra y Felipe González no escatimaron en críticas. No así Ximo Puig y Diego Conesa, candidato en uno de los territorios autonómicos con mayor sentimiento identitario español, junto a Andalucía, donde el PSOE perdió el poder no solo por deméritos de Susana Díaz. Conesa defendió esta propuesta del Gobierno apelando a la necesidad de avanzar en el diálogo. Un argumento beatífico y voluntarista, propio de una buena persona, pero simplista e irreflexivo porque no tenía en cuenta todas las contraindicaciones democráticas de los términos con que se planteaba esa negociación. En primer lugar, se proponía una mesa de negociación entre partidos al margen del Parlamento catalán, constantemente orillado por el Gobierno de Torra, lo que vendría a acrecentar el deterioro institucional de la Cámara que representa a todos los catalanes. Así lo hicieron ver Felipe González y luego Ángel Gabilondo, el candidato socialista a la Comunidad de Madrid. En segundo lugar se aceptaba, con matices por parte de Moncloa para salvar la cara, la idea de que era necesaria una mediación, como solicitaba Quim Torra en una de sus 21 inasumibles condiciones, probablemente para luego 'venderla' en el extranjero como prueba de la supuesta baja calidad democrática de España. Y en tercer lugar, Pedro Sánchez explicitaba su oferta sin haberse asegurado la previa renuncia de un referéndum de autodeterminación.

A la postre, en lugar de avanzar en la resolución del problema catalán, Sánchez ha conseguido cohesionar e hipermovilizar a la derecha, proyectando el bloque formado tras las elecciones andaluzas al conjunto del país. El tiempo corre para la tramitación de las cuentas públicas. Vista como está la política nacional todo es posible, aunque como apuntó la propia vicepresidenta Calvo, completamente achicharrada al dar la cara por un Sánchez desaparecido en combate, la legislatura parece finiquitada. Pero hasta el miércoles, un día después del inicio del juicio por el 'procés', cabe la posibilidad de que los independentistas retiren su veto a los Presupuestos. Hoy, miles de españoles convocados por PP, Ciudadanos yVox se concentrarán en Madrid en defensa de la unidad de España y por la convocatoria de elecciones. Al igual que Sánchez y Torra negociaban una mesa extraparlamentaria, Casado y Rivera darán hoy una respuesta fuera del Parlamento. Mal vamos si todos terminan por sacar la política de las instituciones democráticas. No se ven más salidas que las urnas.

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