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La Comunidad Autónoma, la Universidad de Murcia (UMU) y la Universidad de Alicante (UA) acaban de hacer público el 'Informe sobre el estado actual de ... la nacra en el Mar Menor. Periodo 2016-2021'. El trabajo científico, que firman investigadores de los tres organismos –E. Cortés Melendreras, J. Giménez, J. Murcia, F. Gomariz-Castillo, A. Montano Simón y F. Giménez-Casalduero– reúne los datos recabados sobre las poblaciones de nacra ('Pinna nobilis') del Mar Menor desde 2016 hasta la actualidad. «Hay que destacar el esfuerzo que las tres entidades están haciendo con innumerables salidas de campo para poder recabar información con la que hacer un diagnóstico actual de la población y un seguimiento individualizado», apunta Paqui Giménez Casalduero, catedrática de Zoología de la UA, sobre las 820 nacras georreferenciadas y las más de 720 marcadas. «Desde 2016 se han realizado 94 campañas y cerca de 200 prospecciones de muestreo en toda la laguna»
El estudio reúne y resume la información desde que, en 2016, se produjo en todo el Mediterráneo el evento de mortalidad masiva de este mastodóntico bivalvo –considerado en peligro crítico de extinción desde 2019–. Los investigadores cifran en 1,6 millones los ejemplares de nacra del Mar Menor hasta 2014, una cantidad que descendió en 2016 un 99% hasta rozar la pírrica cifra de las 2.000 nacras actuales, según los modelos y la predicción de población realizados. «Al tiempo que estábamos espantándonos con lo que ocurría en el Mar Menor, nos encontrábamos con la sorpresa de que los grupos de investigación de todo el país eran testigos de la muerte fulminante del 100% de las nacras por un patógeno (el protozoo 'Haplosporidium pinnae')», recuerda la catedrática del departamento de Ciencias del Mar de la UA. Y concluye, como el informe, que si entonces hubiese entrado el protozoo al Mar Menor hubieran muerto en 2016 todas las nacras.
«El patógeno vive en un rango de salinidad muy concreto y se muere cuando está por encima y por debajo». Por eso, aclara, sobrevivieron poblaciones del Delta del Ebro y del Mar Menor. Por tanto, «es clave mantener la salinidad de la laguna para evitar la extinción total de la nacra», clama para evitar el dragado y la apertura de los canales que conectan el Mar Menor con el Mediterráneo. Y alega que en 2016, en zonas de conexión con el Mediterráneo, como la encañizada, murió entre el 6% y el 7% de la 'Pinna'. «Si hubiera entrado el patógeno hubiera muerto el 100%».
En el informe, los investigadores reflejan que, según todos los indicios, el primer episodio de mortandad masiva de la nacra en el Mar Menor «se debió al colapso ambiental de la laguna en esas fechas», ya que los análisis no constataron la presencia del protozoo en los moluscos muertos. «Todas las nacras que había por debajo de 3 metros murieron», insiste y recuerda que «el espejismo» de mejora, que se vivió en el Mar Menor en 2017, se debió a la migración de caballitos y otras especies a aguas más superficiales, evitando los procesos de eutrofización y anoxia que se produjeron, sobre todo, en el fondo de la laguna.
Tras la avenida de agua de 2017, descendió la salinidad y «murieron los grupos de 'Pinna nobilis' de las encañizadas, creemos que por el patógeno. De hecho, hubo varios análisis (nuestros y del IEO) que dieron positivos al protozoo», detalla Giménez Casalduero. Sin embargo, los investigadores consideran que el incremento, de nuevo, de la salinidad mantuvo a raya esa amenaza». Con las esporas del patógeno presentes en el Mar Menor, la bajada de la salinidad por las lluvias de 2019 volvió a afectar a unos pocos ejemplares.
El seguimiento individualizado de un porcentaje muy alto de las nacras ha permitido detectar las muchas presiones y amenazas que se ciernen sobre este molusco. Entre las más importantes, un poliqueto serpúlido del género 'Hydroides' –un gusano formador de tubos calcáreos–, cuyo brutal crecimiento acaba matando a las nacras porque sella de manera muy rápida sus valvas; además del «8% de ejemplares que han desaparecido debido a acciones de vandalismo y furtivismo con extracción ilegal de ejemplares sanos, arranque de ejemplares intencionada o accidentalmente, debido a mala praxis de algunos pescadores».
Entre tan malas noticias, en el primer trimestre de este año Javier Murcia, integrante del equipo de trabajo, dio con un grupo de juveniles de nacra; algo que los investigadores no encontraban desde 2016. Este hallazgo arrojó «luz sobre la viabilidad de una futura supervivencia» de la nacra; sin embargo, la nueva 'hornada' de juveniles ha muerto por acción depredadora de otro molusco ('Hexaplex trunculus', conocido popularmente como cañadilla). «Un molusco carroñero que ha vivido una explosión demográfica favorecido por las condiciones adversas de la laguna» y que está devorando a las nacras recién fijadas al suelo. «La buena noticia es que por fin hemos encontrado juveniles; la mala, que no han sobrevivido», apunta Paqui Giménez Casalduero. Y avisa de que la nacra está en la cuerda floja» por las presiones y amenazas que sufre y «tiene muchos frentes abiertos». No obstante, insiste en que es primordial el mantenimiento de la salinidad porque «lo demás, a medio, corto o largo plazo, con educación ambiental, voluntarios y la mejora del ecosistema lagunar, se puede solucionar. Pero la bajada de la salinidad produciría la mortandad de todos los ejemplares en cuestión de días».
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