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Domingo, 31 de diciembre 2017, 08:26
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Las mafias son como una límpida cristalera en la que nadie repara hasta que se choca con ella por accidente o hasta que, por la razón que sea, revienta en pedazos para generar dolor y sangre. Los informes que anualmente redactan las unidades policiales especializadas en combatir crimen organizado resaltan que Murcia es una de las provincias con mayor presencia de bandas mafiosas, casi siempre tras Barcelona, Madrid, Málaga y Valencia. Pero resultaría difícil creérselo de no ser porque, de cuando en cuando, dejan alguna muestra de su particular y siempre brutal manera de cobrarse las deudas pendientes, de impartir justicia o de mandar avisos a navegantes con el rumbo extraviado.
6 de febrero Un camionero halla el cuerpo torturado de un ciudadano lituano en una casa de campo de La Aljorra.
19 de febrero Un matrimonio de unos 30 años es tiroteado en su coche en un garaje de Cartagena. El varón falleció en el acto y la mujer sufrió heridas graves en la cabeza. Hay un detenido.
17 de marzo Una feriante de Lo Pagán es asfixiada con un cojín en su casa, asaltada por un joven que buscaba joyas y dinero. Tres hombres están en prisión.
1 de abril Un vecino de Puerto Lumbreras muere al recibir en la cabeza un disparo de una escopeta de perdigones. Fue arrestado un vecino, pero quedó en libertad.
28 de mayo Una cuidadora del centro Astrade de Molina de Segura, que estaba embarazada, es salvajemente asesinada por el conserje, que había sido rechazado por la mujer. El varón se suicidó.
2 de mayo Un vecino de Archena es asesinado en el hospital de Molina de Segura, donde había acudido con su hijo enfermo. Recibió dos cuchilladas al mediar en una agresión.
13 de junio Un agricultor de Ribera de Molina mata de un disparo al dueño de una finca, el exconcejal de San Javier Manuel Leal, en una disputa por las lindes.
17 de agosto Un vecino de Mazarrón asesina de un disparo a su exnovia, una lorquina con la que quería volver. Ocurrió en un coche aparcado junto al polígono industrial de Totana. El homicida se suicida con el mismo arma.
25 de septiembre Una joven de 20 años murió acuchillada en su casa de Canteras (Cartagena) a manos presuntamente de su exnovio, un joven malagueño que pretendía retomar la relación.
30 de agosto Hallan el cadáver de un hombre en su casa de Espinardo, fallecido por causas desconocidas, y días después detienen a un joven letón, que huye tras ser puesto en libertad.
3 de septiembre Un hombre de 70 años muere en Espinardo de un disparo accidental, procedente de la pistola que manejaba un compañero de vivienda.
8 de noviembre Miembros del clan de Los Gasolina asesinan a tiros a dos del clan de Los Salgueros, que pretendían que una joven volviera con su marido. El crimen ocurre en el barrio cartagenero de Las 600. Tres hombres en prisión.
8 de noviembre Un vecino de Águilas apuñala a otro en una riña.
2 de diciembre Una cubana muere tras ser apaleada en el asalto a un chalé de La Albatalía (Murcia).
Ya advierte la sabiduría popular de que más vale una imagen que mil palabras, por lo que no es necesario ofrecer demasiadas explicaciones acerca de la forma de actuar de estos grupos cuando se dispone de una fotografía como la que ilustra esta información. El involuntario protagonista de la imagen falleció mientras era sometido a brutales torturas, atado al poste del porche de una vivienda aislada, sita en la diputación cartagenera de La Aljorra.
Alertados por un camionero que pasó por el lugar, los agentes de la Policía Judicial de la Guardia Civil que realizaron la inspección ocular hallaron el cadáver con las manos amputadas, el rostro ensangrentado y otro sinfín de evidencias de que no tuvo una muerte rápida ni placentera. Ocurrió el pasado febrero y las investigaciones, que ya han conducido a otros dos lituanos a prisión, apuntan a que el crimen se debió a un ajuste de cuentas por asuntos de drogas.
La misma razón o sinrazón sirve para explicar la muerte de un vecino de Cartagena, que fue tiroteado hasta la muerte ese mismo mes de febrero en un garaje de Cartagena. Su esposa sufrió lesiones muy graves, aunque logró salvar la vida. Todo apunta a que el móvil del crimen fue un problema surgido con un alijo de cocaína.
Apenas cuatro meses más tarde, en los primeros días de junio, Giuseppe Nirta, un ciudadano italiano con aparentes vinculaciones con la N'drangueta -la mafia calabresa- murió tras recibir múltiples disparos en el pecho y la cabeza por parte de una o varias personas que lo esperaron, escondidos, a las puertas de su chalé de Águilas. Su novia, una chica de origen rumano, logró salvar la vida milagrosamente al lanzarse hacia un monte cercano a la carrera.
Ya desde un primer momento se aventuró que la investigación iba a resultar extremadamente complicada, no solo por el secretismo que impera en estas organizaciones, sino probablemente porque el crimen fue cometido por sicarios a sueldo contratados para la ocasión. A día de hoy, que se sepa, no se han practicado detenciones.
Ana, cubana de 52 años, sucumbió en los primeros días de diciembre cuando un grupo de encapuchados asaltó su chalé y le asestó una brutal paliza, en la que llegaron a utilizar una barra de hierro. Su esposo, Manuel, mexicano de 68 años, resultó herido de gravedad. Las gestiones policiales apuntan a que el asalto a esa vivienda no fue casual y a que el grupo delictivo buscaba sustancias estupefacientes o importantes cantidades de dinero. Tampoco, por ahora, se ha producido arresto alguno. Ni se esperan en breve.
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