Ángel Molina: «No tenemos la madurez tecnológica precisa para soportar una red 100% renovable»
«La guerra es solo un eslabón más de la cadena. El año pasado ya se duplicó el precio de la electricidad con respecto a 2020»
Ángel Molina García (49 años, Cieza) es catedrático de Ingeniería Eléctrica de la Universidad Politécnica de Cartagena, coordinador del doctorado de Energías Renovables e integrante ... de un grupo de investigación sobre materiales avanzados para la producción y almacenamiento de energía. El objeto de la entrevista es arrojar algo de luz sobre el complejo mundo del mercado energético y la escalada alarmante de sus precios, pero que nadie espere predicciones halagüeñas. Según Molina, la incertidumbre es el factor predominante a corto plazo, aunque hay esperanzas a medio y largo plazo si España y Europa apuestan por la investigación y la inversión en tecnología para explotar aún más las energías renovables y desarrollar nuevas fuentes como el biogás, la biomasa y los biodigestores, para los que la Región de Murcia parte con ventaja debido a su importante sector agrícola y ganadero.
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–¿Cuándo se detendrá la actual escalada de precios de la energía? ¿Hay algún tope?
–El problema es que esta escalada viene de antes de la guerra de Ucrania. Hablamos de un mercado no regulado en el que los gobiernos no fijan los precios, sino que es el juego de oferta y demanda el que los marca. Ahora, sin embargo, sí que se está hablando de la posibilidad de que intervenga el gobierno para frenar la actual escalada de los precios. El precio de los combustibles primarios, como es el gas y el petróleo, está subiendo mucho, y eso hace que todo lo demás suba, porque el casamiento de la oferta con la demanda se hace con el último precio que se ofrece. Puede que al final haya una intervención gubernamental para fijar un tope en el precio de la electricidad. Pero el Gobierno español está esperando a ver si hay una intervención europea, porque el mercado nacional de la energía depende también de lo que ocurra en Europa.
«Hay potencial en biogás y biomasa, pero no lo valoramos del todo»
–¿Cree realmente posible que el Gobierno fije un precio máximo para la electricidad?
–Sí, ahora el límite máximo que recoge la ley es de 3.000 euros el megavatio/hora, que es un auténtico disparate, es como decir que nunca se va a intervenir en el mercado. Pero en 2020 el megavatio/hora estaba a 50 euros, y ha llegado a situarse entre los 400 y 500 euros.
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–Y a eso se ha sumado el encarecimiento del petróleo y el gas como consecuencia de la guerra...
–La guerra es un eslabón más en la cadena. El año pasado, sin guerra, ya se duplicó el precio de la electricidad con respecto a 2020. Lo que ocurre es que este año está subiendo mucho más, el proceso se ha acelerado, pero la tendencia venía de antes.
Posición ventajosa
–¿Y la única posibilidad de frenar esta escalada es que el Estado intervenga en el precio? ¿No hay otra alternativa?
–Hay alternativas, pero no a corto plazo, no de efectos inmediatos. Cambiar el mix energético de generación, que es la tarta en la que cada fuente aporta un porcentaje en la producción eléctrica, no se hace en un día, sería a largo plazo. En España tenemos la suerte de poseer muchas renovables instaladas, un 45% aproximadamente de energía renovable eléctrica, que es mucho. Y tenemos también la ventaja de que nos llega el gas de Marruecos y Argelia. Con lo cual, la pérdida del suministro del gas de Rusia nos afecta en menor medida. Sí que es verdad que el barril de petróleo está subiendo mucho, el barril de Brent está ahora por encima de los cien dólares y eso está arrastrando a los demás precios. ¿Hay alguna solución? Sí, pero no para hoy ni para mañana. Las infraestructuras y la madurez tecnológica que necesitamos para soportar una red 100% renovable hoy no la tenemos.
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«Puede que al final haya una intervención gubernamental para fijar un tope»
–Pero comparativamente nuestra situación energética es mejor que la de otros países.
–Sí, porque tenemos menos dependencia de Rusia. En Alemania, por ejemplo, el 60% de su gas viene de Rusia, y en Italia el 30%. En España solo el 8% del gas que consumimos viene de Rusia. Pero estamos dentro de la UE y debemos ir de la mano en cualquier medida de presión que se haga en esta materia. Pedro Sánchez se reunió con el presidente de Argelia hace unos días y no fue por gusto, sino porque nos interesa su gas, y si es posible que no pase por Marruecos porque eso implica pagar un peaje del 7%.
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–¿Es una opción a tener en cuenta recuperar la energía nuclear?
–La Unión Europea la ha catalogado como energía verde, pero debían haberla planteado mejor como una energía de transición porque genera residuos que tardan cientos de años en dejar de ser radiactivos. Tener cementerios nucleares no es plato de buen gusto para nadie. Pero ahora mismo podría ser una solución puente hacia un escenario más verde. En España aproximadamente un 20% de nuestra energía es nuclear. Yo no tengo tan claro que sea una solución de futuro y que debamos invertir en energía nuclear. Debemos ir más hacia las renovables, eólicas y fotovoltaicas sobre todo, y también hacia el hidrógeno verde. Son tres vectores energéticos de los que podemos tirar para no depender tanto del nuclear, aunque en la situación actual sí sea un recurso necesario.
«No tengo claro que sea una opción de futuro, pero sí una solución puente hacia un escenario más verde»
–Cartagena se ha convertido en un polo energético de primer orden, ¿qué papel puede jugar en el mapa energético nacional del futuro?
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–Hace unos años hubo una fiebre por los ciclos combinados que funcionan con gas. En Cartagena se instalaron 3.000 megavatios, que es como tres veces la central nuclear de Cofrentes. Lo que pasa es que esos ciclos combinados no trabajan durante gran cantidad de horas o lo hacen en un porcentaje muy bajo. Cartagena puede jugar un papel importante con los ciclos combinados como centrales de respaldo, es decir cuando haya necesidad de generación eléctrica de forma rápida.
–En la actualidad se habla mucho del hidrógeno verde y hay muchos proyectos en marcha. ¿Es el futuro?
–Sí, hay una eclosión de proyectos de hidrógeno verde por dos razones. Primero, porque me ofrece muchas posibilidades, y en segundo lugar porque lo puedo almacenar. El problema que tenemos con la electricidad es que su almacenamiento en pilas y baterías a escala de megavatios/hora no está tecnológicamente maduro aún a un precio competitivo. La energía eléctrica que yo produzco no la puedo almacenar en baterías. Una alternativa es generar hidrógeno, que sí lo puedo almacenar. Si ese hidrógeno lo genero a través de renovables es cuando lo llamamos verde. Además, ese hidrógeno, una vez que lo tengo almacenado me ofrece dos posibilidades: emplearlo directamente como combustible o bien convertirlo otra vez en electricidad con una pila de combustible. La ventaja del hidrógeno es que me abre más puertas. Hay una apuesta importante, tanto en el sector privado como en el público, para ver si realmente el hidrógeno va a ser permeable a los sectores de transporte y eléctrico.
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«Nuestra posición es mejor que la de otros países porque dependemos menos del gas de Rusia»
–¿Qué puntos fuertes posee la Región de Murcia en la actual coyuntura energética?
–Tenemos una posición privilegiada para la energía solar fotovoltaica, también para la solar térmica, de la que hay una planta importante cerca de Calasparra. Y tenemos el puerto de Cartagena para la llegada de gas y petróleo. Como recurso propio tenemos el sol básicamente y Cartagena constituye un punto importante de intercambio energético. Por suerte, nunca hemos dependido del carbón, como ha ocurrido en Asturias, que afronta ahora una reconversión brutal. También podríamos aprovechar todo lo que tiene que ver con la depuración, con digestores y con la ganadería, que pueden generar biogás, y con la agricultura, que puede generar biomasa. Hay ahí un potencial importante que no lo valoramos del todo. No resolvería el problema, pero lo podría reducir bastante.
–¿Y por qué no, si tenemos un sector agrícola y ganadero tan importante?
–Ese mercado aún no ha madurado lo suficiente. Muchas veces las ideas están bien, pero para hacerlas realidad e implementarlas necesitas una madurez tecnológica en los sectores que hay alrededor. La ganadería y la agricultura ofrecen posibilidades de recuperación energética que no terminamos de aprovechar. Me refiero a todo lo que tiene que ver con la biomasa forestal y agrícola, y todo lo que tiene que ver con los residuos de la ganadería y la depuración de agua, los digestores y la creación de biogás. Creo que ahí hay un vector energético por poner en valor.
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La incertidumbre predomina
–¿Hay alguna esperanza de que el aumento del precio de las gasolinas se frene?, ¿o mientras persista la guerra seguirá subiendo?
–La guerra es solo un eslabón de un problema con más aristas. También hay que tener en cuenta que tenemos entre un 50% y un 60% de impuestos sobre los hidrocarburos. Predecir qué va a pasar mañana, tal y como está el mundo, es prácticamente imposible. Venimos de una pandemia mundial y hemos entrado en una guerra provocada por un país que tiene gas y petróleo del que depende una parte de Europa. En las actuales circunstancias es imposible predecir lo que puede pasar mañana en el mercado energético. La incertidumbre es lo que hoy predomina en la energía.
–Se habla de lo importante que sería para Europa lograr la independencia energética, pero...
–A corto plazo eso es imposible. Hay una hoja de ruta marcada en los famosos objetivos de desarrollo sostenible hasta 2030, pero ahora no hay un solución. Lo que decía Borrell de bajar todos un grado la calefacción está bien, pero es un parche. La independencia energética de Europa pasa por las renovables. No tenemos otros recursos. Apostar sobre todo por la eólica, la fotovoltaica, la solar térmica e intentar en la medida de lo posible desarrollar esos sectores emergentes que no terminan de cuajar, como es la biomasa, la geotermia y el biogás. Pero para alcanzar la madurez en esos sectores se necesitan años e invertir mucho en I+D.
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