Okupas con principios
Una joven denuncia que se ha quedado en la calle al apropiarse una pareja de su piso; solo le han dado la urna con las cenizas de su madre. Sandra González introdujo la llave en la cerradura y descubrió que alguien la había cambiado y que sus cosas estaban en la basura
No se lo podía creer. Hace unos días, Sandra González acudió a su piso, en el barrio lorquino de San Cristóbal, y al introducir la llave en la cerradura, esta no abría. «Me quedé bloqueada, porque no sabía lo que pasaba. Bajé al portal y allí, en los buzones, descubrí unas tarjetas de un cerrajero. No sé por qué, pero le llamé y le pregunté y me reconoció que la noche anterior había cambiado una cerradura en el bloque, pero que quien le había llamado era el dueño. Le dije que no, que yo era la propietaria del piso y que de inmediato iba a poner una denuncia ante la Policía. Me senté en un escalón y me eché a llorar», contó ayer la joven en declaraciones a 'La Verdad'.
Pero aún se llevaría una sorpresa mayor al enterarse por algunos vecinos que la mayor parte de sus pertenencias habían acabado en la basura. «Me contaron que habían utilizado mis sábanas nuevas para echar dentro todas mis cosas a modo de bolsa y que la tiraron a un contenedor. No sé dónde estará la documentación, mis muebles, mi ropa...», explicó entre sollozos la joven.
Entre los enseres que guardaba en su piso estaban las cenizas de su madre. «Hay que agradecer el detalle de que no las hayan tirado y que me dieran la urna, porque estaba muy angustiada por su paradero», contó compungida. El piso lo compró en el año 2008, aunque comenzó a pagarlo dos años antes. «Con mucho esfuerzo me metí en él. Ahí he invertido todo lo que he ido ganando en Francia», agregó.
Emigró a Francia
Sandra González recolecta albaricoque, manzana y pera en el país vecino. «Aquí no tenía trabajo y me fui a trabajar a Francia. Algunas veces unía una temporada con otra y he llegado a estar casi un año sin venir, para conseguir dinero para vivir. Todo era para el piso, pero sufrí una fuerte depresión y tuve que regresar». Los ataques de ansiedad -contó- se hicieron cada vez más frecuentes, por lo que se fue a vivir al centro a casa de su tío. «La hipoteca me estaba matando, por lo que decidí negociar con el banco la dación del piso».
Los trámites estaban casi terminados. «Únicamente me quedaba que tasaran el piso y ya estaba todo resuelto, pero al contar mi vivienda con okupas todo se ha ido al traste». La tasación pretendía marcar el precio actual de mercado y la cantidad que ha entregado en los doce últimos años. «Podía incluso recibir alguna cantidad, lo que me hubiera venido muy bien, pero ahora no sé qué va a pasar. Estos días los okupas me han ofrecido pagarme un alquiler, pero yo quiero que se vayan y que concluya la dación al banco», relató.