El norte se resiste a desaparecer
Los vecinos de las pedanías altas toman la iniciativa para frenar la creciente despoblación. El envejecimiento de sus habitantes y la falta de dinamismo económico les ha impulsado a proponer más de cien medidas para sobrevivir
INMA RUIZ
Lorca
Domingo, 5 de agosto 2018, 10:37
Coy, ocho de la tarde. Las calles están desiertas y el fotógrafo no encuentra gente para ilustrar este reportaje. No se trata de una anécdota. Evidencia que la despoblación de las pedanías del norte es un problema real. «Si no hacen algo, nos quedamos cuatro», advierte la presidenta de los vecinos de esta diputación, María de la Cruz Baraza. Una realidad que no solo afecta a Lorca. La mitad de los municipios españoles están en riesgo de desaparecer (con menos de mil habitantes). La baja tasa de natalidad, el envejecimiento de la población y la falta de inversión económica en el medio rural son las causas comunes de un problema en el que está inmerso todo el país.
En el caso de Lorca, las pedanías del norte han perdido un 7,2% de habitantes en la última década y su población supone ya solo el 5,1% del total del municipio, pese a que ocupan la mitad de la superficie de la localidad. La pedanía de La Paca ha pasado de 1.332 habitantes a 1.146 en los últimos diez años y Avilés de 345 a 293. Son ejemplos de la sangría poblacional que está dejando desiertas las tierras altas, donde los vecinos tienen una media de edad de 63 años. Los habitantes están abocados a la jubilación y apenas hay niños (solo cinco en la pedanía de Doña Inés). «Es muy complicado vivir aquí, la despoblación es brutal», reconoce el presidente de la asociación de vecinos de Doña Inés, José Antonio García. «No se han puesto medios para evitarla y el pueblo está en la UCI», lamenta.
LAS CIFRAS
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63 años es la edad media de los vecinos de las pedanías altas En Doña Inés solo habitan cinco niños.
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7,2 % ha descendido el número de habitantes de las tierras altas en la última década.
Más extranjeros
Lapoblación nacional se ha reducido en 825 personas en diez años y la caída solo se ha compensado con el incremento de la población extranjera, que ha crecido en 528 personas en ese mismo periodo. La mayoría son de origen europeo y sudamericano. El problema, cronificado desde hace décadas, ha entrado en una fase mucho más alarmante y ha obligado a los propios vecinos a reaccionar. Acaban de presentar al Ayuntamiento un plan de choque con más de un centenar de medidas para evitar la desaparición de las pedanías altas. Se trata de una estrategia participativa que han elaborado en los últimos meses y que incluye propuestas en el ámbito del urbanismo y la vivienda, los servicios públicos, la diversificación económica, el turismo y el ocio para atraer a nuevos habitantes estimulados con bonificaciones fiscales de impuestos como el IBI, las licencias de obras o las de apertura.
«Algunas de las iniciativas son muy interesantes y pueden ser de rápida aplicación, como los incentivos fiscales», confirma el concejal de Desarrollo Rural, Ángel Meca, que define el proyecto como uno de los mejores ejemplos de participación ciudadana. «Los vecinos se han expresado libremente», indica. Estuvieron presentes en las mesas de trabajo miembros de todos los grupos políticos con representación municipal, pero la voz la han tenido los habitantes de las pedanías, quienes han marcado una a una sus prioridades. «La gente joven no se quiere quedar porque no hay terreno donde hacerse una casa», afirma la presidenta de los vecinos de Coy. Por eso, plantean llevar a cabo la actualización del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), revisando el suelo urbano y urbanizable para dar respuesta a sus necesidades.
Bolsa de viviendas
Otro modo de favorecer la llegada de nuevos pobladores es establecer una bolsa de viviendas vacías para fomentar el alquiler o la aplicación de bonificaciones fiscales para facilitar la restauración de casas, siguiendo criterios estéticos homogéneos característicos de las viviendas rurales de la zona.
Para los vecinos es una cuestión importante la revisión de la distancia mínima para la instalación de explotaciones ganaderas, estableciéndolas tres kilómetros más allá, como mínimo, de los núcleos urbanos. «Si la normativa sigue como hasta ahora, se terminará cargando la pedanía, no puede haber granjas de vacas a 400 metros de una vivienda», advierte el representante de Doña Inés.
La mayor parte de los norteños se dedica a la agricultura y la ganadería, aunque «sobrevivir no es fácil porque estamos en un secano rabioso», asegura García. Piden ayuda para buscar potenciales nichos laborales alternativos a los cultivos tradicionales y fomentar el asociacionismo y el cooperativismo como impulso para el emprendimiento en el medio rural.
Para diversificar la economía proponen desarrollar el suelo industrial de la pedanía de La Paca para crear un polígono con el que atraer nuevos negocios con líneas de crédito que contemplen condiciones más ventajosas. Conscientes de la riqueza y la singularidad paisajística y etnográfica del enclave en el que viven, los habitantes de las tierras altas quieren potenciar el turismo rural, apenas explotado, con visitas guiadas a bodegas, instalaciones de destilación de plantas aromáticas o textiles. También proponen que se elaboren itinerarios interpretados en espacios naturales protegidos, fincas ecológicas, alambiques o talleres artesanales, la musealización del cinturón ecoturístico Espartaria y la repoblación forestal con especies autóctonas.
«Nos hemos dejado la piel en elaborar este plan para salvar las pedanías, pero queremos resultados y no veo que se aborden con urgencia», lamenta García. Por su parte, Ángel Meca asegura que la intención es depurar el documento reflejando todas las iniciativas viables y aprobarlo en el pleno municipal para fijar su aplicación en el corto y medio plazo.
La vida en el campo será plasmada en un documental
El Ayuntamiento ha obtenido subvenciones de casi 40.000 euros de los fondos europeos de desarrollo rural Leader que permitirán la filmación de documentales sobre el paisaje, las tradiciones y la idiosincrasia de las pedanías del norte y del sur, y que se divulgarán en ferias y universidades. El objetivo es plasmar el patrimonio cultural de estas zonas en el hilo argumental de una película documental interpretada por vecinos, cuyo relato servirá de fuente de información directa a la hora de reflejar las formas de vida, el papel de la mujer, elementos etnográficos y medioambientales singulares.