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Tres marineros de la cofradía de Cartagena descargan cajas de pescado en la cinta de la subasta para ser vendidas.

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Tres marineros de la cofradía de Cartagena descargan cajas de pescado en la cinta de la subasta para ser vendidas. ANTONIO GIL / AGM

Las lonjas de pescado comienzan a vaciarse

El miedo al contagio, el cierre de pescaderías y la bajada de precios obligan a amarrar parte de la flota y a que el sector planee dejar de salir a faenar

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Jueves, 26 de marzo 2020, 03:46

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La imagen en las lonjas de las cofradías de pescadores de la Región comienza a ser desoladora. El trasiego de marineros con carros cargados de cajas con doradas, lubinas, gambas y boquerones; el ir y venir de los comerciantes y distribuidores; sus voces en la subasta y la entrada y salida de camiones de los muelles empieza a reducirse al mínimo. La negativa de los marineros a salir a faenar por falta de equipos de protección, el cierre masivo de pescaderías en pueblos y ciudades y la caída en picado de los precios han provocado que el sector se plantee ya un amarre de la flota hasta que el temporal del coronavirus amaine.

El envite de la ola gigante que supone el paso de este virus por España ha hecho zozobrar a la mayor parte de las embarcaciones de arrastre, cerco y artes menores. El miedo a un posible contagio entre los trabajadores del mar ha vaciado los barcos y obligado a los patrones a quedarse en tierra. En Mazarrón, el 70% de la flota ya no sale; en Águilas, más de la mitad, igual que en San Pedro del Pinatar. Solo Cartagena resiste por ahora y muy pocos son los que permanecen en el puerto. El principal problema es que el almacén cartagenero de mascarillas, guantes y otros atuendos de seguridad comienza a quedarse vacío.

«Los marineros no quieren embarcarse por miedo. Hay que tener en cuenta que en un barco pueden ir a bordo entre diez y quince trabajadores, que duermen y comen juntos sin protección alguna», contó ayer a LA VERDAD el patrón mayor de la Cofradía de Mazarrón, Manuel Sánchez.

Sin restaurantes no hay venta

A todo ello se le une un cierre masivo de las pescaderías. El 70% de las ventas de estos negocios son a bares y restaurantes, pero al cerrar estos se les ha hecho imposible mantener la persiana subida. Lo notan en la lonja de Cartagena y San Pedro, pero también en la de Águilas. El patrón mayor de esta última cofradía, Manuel Díaz, se pone en lo peor ya que «si no salimos a faenar, cómo vamos a pagar la Seguridad Social y el sueldo a nuestros trabajadores. Al ser parte del sector primario, no nos podemos acoger a los expedientes de regulación temporal de empleo» (ERTE). Y añadió: «De seguir en esta situación y sin recibir ayudas tendremos que amarrar toda la flota».

La bajada de precios en picado, de hasta un 70% en algunos casos, provocada por la pérdida de clientes, es la tercera pata de la crisis que asola el sector. Por ejemplo, la dorada salvaje se vendía hace tres semanas a 18 euros, ahora sale de las lonjas a 4. Una situación similar ocurre con el resto de productos. «El poco que vamos capturando se lo llevan supermercados y grandes superficies. Los pequeños comerciantes han desaparecido, porque sus clientes ya no van por la orden de confinamiento», comentó el patrón mayor de San Pedro del Pinatar, José Blaya.

Cuando salen a faenar, todos los trabajadores de los barcos usan los protectores de siempre: trajes de agua, guantes largos y botas de plástico. Pero, cuando desembarcan, se tienen que someter a las medidas estrictas establecidas por cada cofradía, como llevar guantes y mascarillas en todo el recinto. A esas exigencias se le suman que solo un marinero puede entrar a la lonja, el resto debe permanecer en las embarcaciones y salir directamente de las instalaciones.

«Es un trabajador asignado por el patrón el que se encarga de ello. También hemos digitalizado los albaranes, que enviamos por correo electrónico. De esta forma no se masifica la oficina, como ocurría hasta hace bien poco», contó el patrón mayor de Cartagena, Bartolomé Navarro.

En la zona de subasta, los compradores tienen que estar separados por, al menos, dos asientos y todos tienen que entrar con guantes y mascarilla, que deben traer de fuera. Una vez adjudicada cada caja, solo un trabajador de la cofradía es el que las recoge y las entrega a los clientes, para que estos las carguen en sus furgonetas y camiones frigoríficos.

Asustados

«La gente está muy asustada, por si se infecta y perjudica a alguno de sus familiares. Por eso nos hemos llegado a plantear dejar de faenar, porque nos interesa más mantener la salud. Sin ella, en el futuro no podremos salir a la mar», explicó Navarro. Quien más nota la bajada de las capturas es la lonja de Alcantarilla, que resiste con productos de fuera de la Región.

Si el pasado año fue uno de los mejores de la última década para los pescadores, este está siendo «desastroso». Al desplome de los precios de principios de año provocada por la fuga de miles de doradas y lubinas por los temporales, se le unió el anuncio de la Unión Europea (UE) de la reducción de, al menos, 25 días de faena.

Los patrones mayores mantuvieron ayer una reunión por videoconferencia con el consejero Antonio Luengo, en la que exigieron la llegada de ayudas de manera urgente. También pidieron hacer ahora la parada biológica que deben realizar una vez al año, para aprovechar el momento de crisis. La llevan a cabo del 14 de mayo al 17 de junio, ambos inclusive. Desde la Federación de Regional de Cofradías de Pescadores, su presidente, Manuel Ballesta, ha solicitado a la Dirección Provincial de Trabajo poder hacer ERE temporales.

La subasta de Alcantarilla resiste, pero solo con los productos de fuera de la Región

La lonja de Alcantarilla, una de las más importantes de España, también se ha resentido de la reducción de las capturas de los pescadores de la Región. El ritmo de estos almacenes ha decaído tanto que si antes de la crisis del coronavirus pasaban por sus instalaciones al día entre 500 y 600 comerciantes de la Región y de provincias limítrofes, ahora no llegan ni a la treintena.

«Pescado de playa, es decir, de la costa de la Región y otras zonas de Levante, apenas nos llega y el que llega lo hace muy barato, casi a un 60% menos de precio. Si los pescadores deciden amarrar la flota, como dicen, tendremos que mantenernos con productos de fuera de la Región y de España», explicó el jefe de ventas de la lonja de Alcantarilla, Javier Zapata.

Desde este puesto de venta de pescado y marisco al por mayor, es posible encontrar una gran variedad de género proveniente directamente del norte de Europa, como el salmón noruego; de Sudáfrica, como la perca, y de Chile, como la merluza. También llega de Asturias, como la trucha de piscifactoría.

Más de 20 toneladas de pescado y marisco se trasiegan todos los días en este particular mercado nocturno de Alcantarilla. Sobre todo pescaderías, aunque cada vez más son los restaurantes los que acuden a esta nave industrial de la localidad para hacerse con el mejor producto para sus establecimientos. Pero desde hace unos días ese negocio ha bajado. Pese a ello, Zapata asegura que el abastecimiento está asegurado.

Para entrar, la lonja ha puesto medidas de seguridad, como la obligatoriedad de llevar mascarilla y guantes, y la entrada de compradores de diez en diez.

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