Líbano espera a los 'paracas' de la Región de Murcia
Una brigada de paracaidistas de Javalí Nuevo, a la que se suma un grupo de soldados salvadoreños, ultima los preparativos de su siguiente misión en Oriente Próximo, donde estarán seis meses para garantizar la paz en la frontera
Juana Martínez
Murcia
Domingo, 19 de marzo 2023, 13:23
Las colinas de Javalí Nuevo acogen los últimos compases de la preparación de 200 militares para su siguiente misión en el Líbano. Se trata de ... las 11ª y 13ª compañías de la Bandera Paracaidista Ortiz de Zárate con base en el acuartelamiento de Santa Bárbara de la población murciana. Llevan desde noviembre del año pasado ensayando el despliegue. Ya solo les queda una semana aquí y otras dos de concentración en Madrid.
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Cada compañía está formada por tres secciones de unas 30 personas por unidad. Están integrados en el Regimiento de Infantería Zaragoza 5, que pertenece a la Brigada Paracaidista Almogávares VI; a ellos les deben el lema 'Desperta Ferro' que corona el edificio principal del patio de armas. En la 11ª se integra un contingente de El Salvador formado por 44 soldados. Todos se instruyen para participar en la misión de la Fuerza Interina de Naciones Unidas en Líbano (UNIFIL), en concreto, en la zona conocida como Línea Azul, al sur del río Litani, en la frontera con Israel. Sus actuaciones allí poco tienen que ver con saltar desde un avión para atacar las líneas enemigas. El principal objetivo es garantizar la paz y vigilar el cese de las hostilidades entre las partes para evitar que aumente la tensión entre los dos países, mediante tropas de interposición para lograr un efecto disuasorio.
Dentro de la fuerza internacional, los españoles ostentan el mando del Sector Este, en el que está situada la base Miguel de Cervantes. Este contingente irá durante seis meses, de mayo a noviembre, coincidiendo con los meses de mayor calor. No es casualidad. Los paracaidistas entrenados en Murcia están más preparados para soportar las altas temperaturas. Independientemente del tiempo, en agosto se superan los 30ºC. Para salir de la base deben portar un equipo de más de 25 kilos, que incluye chaleco antibalas con placas protectoras. En ese elemento de protección cuentan con un parche identificativo en el que consta su rango, apellido y grupo sanguíneo.
Los primeros rayos de sol, sobre las siete y media, iluminan los ejercicios de 'crossfit' del regimiento. Estar en buena forma física es una de las claves de la vida militar en cualquier escalafón de la jerarquía. El capitán Mora, además de dirigir el entrenamiento, es el primero en ponerse la camiseta de deporte gris con la silueta de un paracaídas azul y realizar las 50 sentadillas que le corresponden en el ejercicio, denominado 'bárbara'. Realizan por parejas 20 dominadas, 30 fondos en el suelo, 40 abdominales y 50 sentadillas. Solo es una de las estaciones de entrenamiento. Hay otra en el patio de armas y una tercera en la pista portuguesa.
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Un día en el entrenamiento militar para ir de misión al LíbanoVer 21 fotos
Antes de continuar la mañana paran a desayunar y coger la energía suficiente para seguir con la preparación. Frente a un cortado, el cabo mayor Riveros relata la sensación que le produce la cercanía del viaje. «Cuando eres joven es diferente. Tienes muchas más ganas de ir, hay expectación. Pero la edad es importante conforme te vas haciendo veterano -estuvo en Kosovo-, lo ves como algo más normal, aunque también me hace mucha ilusión», razona.
Realizan prácticas de conducción con los mismos vehículos que utilizarán en la base, blindados LMV 'Lince'
En cambio, para la mayoría de los soldados es su primer despliegue internacional. Cuentan con una media de edad de 25 años. Es el caso del teniente Gutiérrez, jefe de la tercera sección de la 11 compañía. «Nuestro cometido allí no es formar parte de una unidad paracaidista, sino de las Naciones Unidas. Vamos a cumplir con nuestra misión, que es seguir manteniendo la paz en la línea de alto el fuego», resume este joven de Palma de Mallorca.
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Tal y como recuerda el teniente, en Oriente Próximo no realizarán ni un salto en paracaídas. «Estamos centrados en la conducción porque es una parte fundamental de lo que tenemos que hacer ahí. A día de hoy, por desgracia, hay bastantes accidentes de tráfico en la zona, por lo que tenemos que instruir a los conductores, no solo acerca de la seguridad del vehículo, sino también de la tripulación que va a su cargo, y tienen que ser conscientes de ello», continúa. A pesar de las dudas en relación a dirigir al destacamento por primera vez en territorio desconocido, espera «ser capaz de liderar a mi tropa y a mis sargentos para cumplir los objetivos que me han marcado, que son continuar con la paz que hay en el país y fomentar la colaboración entre el personal civil y militar».
Los soldados españoles darán clase de castellano a niños y enseñarán conocimientos de agricultura
Maniobras con blindados
Mientras atiende a LA VERDAD, su equipo se prepara para realizar un nuevo entrenamiento. Participan veinte militares en cuatro coches. Lo hacen con el mismo modelo que utilizarán para desplazarse allí, un LMV 'Lince', un todoterreno blindado frente a explosivos de hasta seis kilos de dinamita. Solo la cabina de personal dispone de esta protección, que hace que el peso del vehículo aumente hasta las siete toneladas en movimiento, si bien dispone de cinturones de seguridad con cinco anclajes. Tiene capacidad para cinco ocupantes pero en la zona de operaciones irán cuatro tripulantes, entre los que se incluyen un teniente al mando del vehículo, un fusilero, un radioperador y el tirador que va en la torre de arriba con una ametralladora pesada Browning calibre 12,7.
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El siguiente tramo del entrenamiento se desarrolla en el campo de tiro. Ahí el sargento Rufete, de la 11 compañía, es el encargado de adiestrar a los salvadoreños en el manejo de las armas que llevarán en el Líbano. Cada uno de los miembros del contingente cuenta con un fusil HK G36, con una cadencia de fuego de 750 disparos al minuto. Y en su caso, suma una pistola por ser el jefe de pelotón. «Este material bélico solo será empleado en caso de defensa extrema, porque estamos en una misión de la ONU para el mantenimiento de la paz», enfatiza Rufete. Esta será su tercera maniobra en el extranjero, tras acudir a Afganistán en 2008 y en 2021 a Mauritania a hacer una instrucción conjunta con las fuerzas armadas del país. Ahora su cometido como jefe de pelotón será «realizar patrullas por los pueblos de la zona y guardias en las diferentes posiciones en las que estamos desplegados».
La no beligerancia de la misión se ve fortalecida por la creación de los militares españoles de los proyectos 'Cervantes' y 'Almazara'. Así como de su participación en labores para mejorar la extracción de agua de los pozos y de asistencia médica a la población civil. El primero consiste en enseñar a los niños el castellano. Son los propios soldados los encargados de impartir las lecciones no solo a los libaneses, también a refugiados palestinos y sirios, tal y como explica el cabo Lax. Tras más de 17 años en las Fuerzas Armadas, ahora este militar está cursando Periodismo en la Universidad de Murcia. Lo compagina con el Ejército, está en segundo de carrera y es alumno interno especializado en el análisis de los discursos de odio. Su nota media supera el 8 y terminó el primer año con cuatro matrículas de honor.
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Por su parte, mediante la 'iniciativa Almazara', transmitirán conocimientos agrícolas a los campesinos locales. En especial, sobre el cultivo de la aceituna, de ahí su nombre, muy extendido tanto en la Región como en esa zona del Líbano.
«Tengo dos hijos pequeños y no es lo mismo de antes»
Para el sargento Rufete natural de la pedanía murciana de Alquerías esta misión internacional «va ser especialmente más dura que las anteriores, porque ahora tengo dos hijos muy pequeños de 2 y 4 años, no es lo mismo que cuando empecé». Lleva en el ejército media vida, tiene 35 años y entró con apenas 18. No le cuesta reconocer el trabajo que «va a hacer mi mujer, también es una misión larga, al final son 6 meses fuera de casa». Confía en que las nuevas tecnologías le ayuden a «hacer la situación más llevadera». Y es que «podremos hacer videollamadas porque disponemos de wifi». Admite que gracias a los medios de comunicación «ve que la zona está tranquila, lo que la relaja bastante cuando me voy, al final es una misión de la ONU para mantener la paz». La media de edad del contingente es de 25 años. Por lo que para muchos sí es su primer despliegue en el extranjero. Y la mayoría se despiden de sus parejas pero no tienen hijos.
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