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Policía Judicial, ayer, saliendo de tomar muestras de la casa en la que Abraham fue tiroteado. A.Durán / AGM
La madre de Abraham: «Mi hijo era una persona de peleas, pero ahora llevaba una vida normal»

La madre de Abraham: «Mi hijo era una persona de peleas, pero ahora llevaba una vida normal»

Tiroteado por dos encapuchados la noche del sábado, afirma que su hijo no se dedica a la venta de estupefacientes

Lunes, 4 de junio 2018, 07:41

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Pocas veces Elena ha sentido una emoción tan intensa al reencontrase con su hijo y escuchar su voz. «Me he emocionado al verlo vivo, llegué a pensar que estaba muerto», admitía ayer a 'La Verdad' la madre de Abraham J. L. tras visitarlo en el Hospital Virgen de la Arrixaca. «El sábado fue un infierno». No podía quitarse de la cabeza el momento en el que le comunicaron que su hijo había recibido dos disparos, uno en el brazo y otro en el costado, en su casa de la calle Cánovas del Castillo de Las Torres de Cotillas. «No he hablado con él de lo ocurrido porque estaba aturdido por la sedación y no era el momento».

El excelente trabajo de los médicos de La Arrixaca permitió que Abraham pudiese 'celebrar' ayer su 35 cumpleaños. «Le han extraído las balas y está mejor». De hecho, fuentes sanitarias confirmaron que la víctima estaba ingresada en reanimación, «estable, con pronóstico reservado». Los investigadores de la Guardia Civil mantienen como principal hipótesis que lo acontecido en la calle Cánovas del Castillo fue un presunto robo frustrado de estupefacientes y dinero en la casa de Abraham, durante el que la víctima, presuntamente dedicada al menudeo, ofreció resistencia y fue tiroteado con una escopeta de caza. Sin embargo, su madre negó esta hipótesis a preguntas de este diario.

-¿Su hijo se dedica a la venta de marihuana o cocaína?

-Mi hijo ha sido una persona de peleas desde muy joven, estuvo en prisión, pero ahora llevaba una vida muy normal. Si se dedicara al tráfico de drogas tendría un buen coche, pero no se dedica a eso. Tengo que estar yo manteniéndole. No tiene un duro, está 'pelao'.

La víctima es un viejo conocido de la Policía Local y la Guardia Civil desde los 11 años, ya que a esa edad intentó escaparse de casa en varias ocasiones. Después empezó a sumar un amplio historial delictivo por delitos de lesiones que le terminaron llevando a prisión.

«Mi hijo cumplió dos años y medio de condena. Cuando entró en la cárcel le dije que a ver si aprendía la lección. La historia ahora no es que haya estado en la cárcel, sino que le han disparado», recordó con firmeza esta torreña, de 58 años. «A ver si identifican a las dos personas que le han disparado y las detienen. Los vecinos dicen que eran chavales jóvenes, porque iban encapuchados pero corrían mucho». De momento, no se han producido detenciones, pero el testigo que alertó sobre los disparos al 112 la noche del sábado aseguró a la Policía Local que vio correr a dos personas.

La Policía Judicial inspeccionó la casa de la víctima donde se produjeron los disparos

La mujer de Abraham ya ha prestado declaración y explicó que los sospechosos conocían a su pareja y que hubo una discusión antes de producirse los disparos: uno en el salón y otros tres en la cocina.

-¿Cómo está la pareja de su hijo?

-Muy afectada. No quiere volver a Las Torres porque tiene miedo.

Tiene motivos de sobra para ello, puesto que, con anterioridad, ya había visto cómo quemaban la entrada de la casa en la que residía junto a Abraham y sus dos hijos, una niña de 9 años y un bebé de 11 meses. «El pasado verano le pegaron fuego y ya se habló de un ajuste de cuentas», confirmó la que fue propietaria del número 17 de la calle Cánovas del Castillo, donde se produjeron los disparos. «Sabíamos que allí iba a pasar algo gordo, porque a la casa llegaban coches a porrillo, a cualquier hora». En la fachada del inmueble había un pequeño agujero, en el que se apunta la posibilidad de que se hubiese instalado una pequeña cámara de vigilancia.

¿Dónde está el casero?

Esta mujer, desde el anonimato para evitar problemas, relató que la citada vivienda en planta baja se la vendió en 2003 a Vicente, un calasparreño de entre 55 y 60 años. «Se divorció, se puso enfermo y, como ganaba muy poco con la pensión, metió a gente porque tenía cuatro habitaciones». Esos inquilinos fueron Abraham, su pareja y los dos niños. «Llevamos cuatro meses sin ver a Vicente por la casa». Tal relato fue corroborado por una vecina y su hijo junto al inmueble en el que ayer tomaba muestras la Policía Judicial. «Echó al casero. No paraba de entrar y salir gente de esa casa, desde que ese hombre llegó, esta calle es un jaleo de gritos y peleas».

Y pusieron como ejemplo una situación inquietante, ocurrida la misma semana en la que Abraham fue tiroteado. «El pasado miércoles vino un hombre y empezó a decirle 'te voy a matar'. Permaneció en la calle quince minutos esperando a ver si salía de la casa y luego se marchó».

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