Nacho García / AGM

El largo camino a tierra del atún rojo

La reproducción fuera del mar del túnido más codiciado ha requerido más de 20 años de investigación en el IEO, pero su explotación en criaderos de ciclo completo sigue lejos: más del 80% muere en el primer año

Domingo, 6 de agosto 2023

El sábado 15 de julio, a Fernando de la Gándara, director del Centro Oceanográfico de Murcia, le sonó el teléfono. Tenían que darle una noticia que él y Aurelio Ortega, jefe del Área de Acuicultura, llevaban tiempo esperando. Los atunes rojos que han visto crecer en los grandes tanques de agua que aloja la Infraestructura para el Control de la Reproducción del Atún Rojo (ICRA), ubicada en Isla Plana, acababan de realizar la primera puesta de huevos fertilizados en tierra de esta especie en el mundo. Aurelio se encontraba ya en las instalaciones. Él fue en cuanto pudo. Allí comprobaron que la puesta no cumplía con la calidad ni la cantidad deseada. Un 'casi' en toda regla.

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Al día siguiente, volvió a sonar el teléfono. «Era el día del Carmen. Estaba en una comida familiar», cuenta De la Gándara. Le dijeron que había habido una segunda puesta. Esta vez, de tres millones de huevos. Hoy, cientos de miles de ellos nadan en los tanques de la Planta de Cultivos Marinos que el Instituto Español de Oceanografía (IEO) tiene en Mazarrón convertidos en diminutos atunes. Tienen apenas 10 milímetros. «Estos son», señala Ortega asomándose a uno de los tanques en un recorrido por las instalaciones junto a un equipo de LA VERDAD. «En este otro tenemos larvas de una puesta que hubo también en nuestros tanques dos semanas después».

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Las minúsculas motas negras que salpican el agua, algunas de tan solo unas micras, son la constatación viviente de un nuevo hito del IEO en la investigación de la reproducción del atún rojo y suponen la culminación del objetivo que la institución se marcó hace ya más de 20 años: que esta especie que cada verano llega al Mediterráneo para desovar pudiera nacer, crecer y reproducirse dentro de instalaciones de acuicultura controladas ubicadas en tierra, igual que ocurre ya con otros peces de menor tamaño.

Era la pieza que faltaba en un puzle que lleva sobre la mesa de los científicos desde finales de los 90, cuando investigadores de diversas instituciones europeas, entre ellas el IEO, constituyeron un grupo denominado DOTT con el objetivo de aunar esfuerzos para abordar el reto más importante de la acuicultura marina: la domesticación del atún rojo para su cría en cautividad.

El primer paso fue la celebración en 2002 de un simposio internacional en Cartagena al que acudieron los mayores expertos en la materia. Una de las conclusiones del encuentro fue que, para lograr el objetivo, sería necesaria la construcción de una instalación específica en tierra.

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Arriba, los tanques de la planta del IEO en Mazarrón, donde se realiza el cultivo larvario y se alimenta a los alevines. Abajo, Fernando de la Gándara revisa una muestra de agua en la ICRA. Nacho García / AGM

El IEO no tardó en asumir el liderazgo de la investigación internacional sobre el atún rojo. En 2003 y 2009 el Centro Oceanográfico de Murcia recibió dos proyectos europeos, el Reprodott y el Selfdott, de los que salieron dos grandes avances: «En el primero demostramos que los atunes maduraban en cautividad –explica Ortega–; y en el segundo, que esos atunes podían poner huevos viables y que podíamos cultivarlos».

En 2009, la Planta de Cultivos de Mazarrón ya podía criar juveniles y acumulaba rápidos avances en la supervivencia de ejemplares de cada vez mayor tamaño. Finalmente, en 2016 llegó uno de los éxitos más esperados: el cierre, por primera vez en el mundo, del ciclo biológico de esta especie en cautividad, al lograr que ejemplares de entre 5 y 6 años de edad que habían nacido en la Planta de Cultivos y que habían sido trasladados a jaulas marinas gestionadas por la empresa murciana Ricardo Fuentes, realizaran su primera puesta de huevos fertilizados.

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Se abría así la puerta a desligar la producción de atún rojo de acuicultura de las poblaciones silvestres y la actividad pesquera.

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El denominado científicamente 'Thunnus thynnus' es el túnido más apreciado del mundo por su gran tamaño y su valor gastronómico, dos cualidades que lo han convertido en un bocado tan codiciado que casi muere de éxito.

Llegó a estar en peligro de extinción por sobrepesca a finales de los 2000, pero una moratoria internacional en 2007 y el establecimiento de cuotas de captura han permitido una recuperación vertiginosa. «No es un lince que tenga cuatro crías en seis años –explica el director del centro del IEO, poco sorprendido por el resultado–. El atún pone millones de huevos. Es lo que se llama un estratega de la 'R'. Si lo proteges bien, la población se dispara».

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El mar es lo que tiene

La alegría por el cierre del ciclo biológico de la especie no duró mucho en el Centro Oceanográfico. En diciembre de 2016, solo seis meses después, un temporal destrozó las jaulas e hizo perder a los investigadores seis años de trabajo. «Fue un palo horrible –reconoce De la Gándara, antes de hacer un breve silencio–. Pero el mar es lo que tiene».

Aurelio Ortega alimenta con pienso seco a unos alevines de atún. Nacho García / AGM | Vídeo: Verabril

Tras el siniestro, el proyecto tuvo que volver al punto de partida. Se recuperaron las jaulas, setrasladaron nuevos juveniles procedentes de la planta de Mazarrón y se cuidó de su supervivencia esperando la llegada de su edad reproductiva. Un lento y delicado camino que acabó, de nuevo abruptamente, en septiembre de 2019, cuando los atunes tenían dos años. 'Gloria', uno de los temporales más destructivos de la historia reciente de la Región, volvió a sacudir la costa y malograr las jaulas. El mar es lo que tiene, debió decirse entonces De la Gándara. «En ese momento –reconoce– abandonamos completamente la idea de seguir en el mar».

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ICRA, la pieza clave

Cuando llegó aquella decisión, el camino alternativo estaba ya asfaltado. El IEO había iniciado años antes los trabajos para salir del medio marino con la construcción entre los años 2011 y 2015 de la ICRA, la ansiada infraestructura para la reproducción del atún rojo en tierra que había recomendado ya en 2002 aquel primer encuentro de expertos en Cartagena, una instalación única en Europa capaz de recrear las exigentes condiciones de espacio y recirculación de agua que la especie necesita.

Cronología

1997

Desde finales de los años 90, nuestro país se erige como el primer productor en la actividad denominada engrase de atún rojo. Esta actividad se ha visto restringida durante años para proteger al atún

1998

A finales de los 90, varios investigadores pertenecientes a varias instituciones europeas, entre ellas el IEO, constituyeron el grupo DOTT, acrónimo de Domestication of Thunnus thynnus

2002

En febrero se celebra en Cartagena el I Simposio Internacional sobre la domesticación del atún rojo y reunió a los mayores expertos mundiales. Este proyecto, financiado por la Comisión Europea, estuvo coordinado por el investigador israelí Hillel Gordin. A partir de este proyecto, el IEO asume el liderazgo de la investigación sobre el cultivo de atún rojo a nivel europeo

2003

Consecución por primera vez, a nivel mundial, de puestas de atún rojo en cautividad. Fue a través del proyecto REPRODOTT financiado por la UE y con la colaboración del Grupo Fuentes a través de la firma de un convenio

2006

Captura y domesticación de juveniles de atún rojo con la técnica de captura al curricán con anzuelos sin muerte, de juveniles 0+ vivos que fueron adaptados a la cautividad con éxito en jaulas flotantes. Se denominó proyectos ADAR-AJAR y participaron el IEO, Ricardo Fuentes y la CARM

2008

Llegó el proyecto SELFDOTT para refrendar los resultados obtenidos por el proyecto REPRODOTT y sentar las bases de la producción de juveniles y el desarrollo de alimentos más eficaces y respetuosos con el medio ambiente. Estuvo coordinado por el IEO. Los cultivos larvarios realizados en la Planta de Cultivos Marinos del IEO en Mazarrón fueron los más exitosos, con una supervivencia de 73 días en 2009 (30 g de peso) y 110 días (100 g de peso) en 2010

2009

En 2009 se publica en el BOE el convenio para la construcción de unas instalaciones que permitieran controlar los parámetros más influyentes en la generación de puestas viables de atún rojo, con el objetivo de conseguir su reproducción en cautividad

2015

En 2015 se inaugura la ICRA, Instalación para el Control de la Reproducción del atún rojo

2016

En 2016, en jaulas en el mar, gestionadas por el grupo empresarial Ricardo Fuentes, atunes rojos nacidos en la planta de cultivos de Mazarrón, del IEO, con 5-6 años de vida, realizaron puestas de huevos fertilizados cerrándose el ciclo biológico de esta especie en cautividad por primera vez a nivel mundial. Ese mismo año, en diciembre, un temporal destruye las jaulas que contenían estos atunes

2017

En junio de 2017 se introducen en uno de los tanques de la ICRA juveniles de atún rojo criados en la planta de cultivos de Mazarrón. En octubre de ese mismo año se juntan con nuevos juveniles de la misma edad, pero capturados del medio natural mediante la técnica del curricán. Esto se repite en 2018, constituyéndose así dos 'stocks' de futuros reproductores

2023

El 15 de julio de 2023 se obtienen las primeras puestas de huevos en la ICRA; primero de los reproductores nacidos en 2018 y luego de los nacidos en 2017. Es la primera vez a escala mundial que se consiguen puestas de atún rojo del Atlántico ('Thunnus thynnus') en instalaciones en tierra

«Tienen que estar muy tranquilos, sin ruidos, tener una densidad adecuada, agua limpia y buena alimentación», detalla el director del centro del IEO en la Región mientras abre las puertas que dan acceso a la instalación, ubicada a solo un kilómetro de la Planta de Cultivos de Mazarrón.

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Las dos joyas de la corona de la ICRA son dos tanques de 20 y 22 metros de diámetro y 10 de profundidad destinados a los ejemplares reproductores. Si no estuvieran llenos de agua, dejarían un vacío similar al de dos edificios de dos alturas excavados en el suelo. Vistos desde la puerta, casi parecen dos agujeros negros. En ellos se encuentran los atunes que realizaron la puesta pionera. En el tanque que hay a la izquierda, nadan ocho nacidos en la Planta de Cultivos en 2018. En el de la derecha, 24 llegados un año antes. «Fue el 2 de junio de 2017, me acuerdo perfectamente, señala De la Gándara, apoyado en el muro mientras mira girar unos peces que pesan ya entre 150 y 300 kilos.

«Trajimos los huevos de las jaulas de Ricardo Fuentes, hicimos el cultivo larvario y obtuvimos los juveniles que ahora están aquí –añade el investigador–. Ese mismo año, en el mes de octubre, salimos al mar a capturar atunes de la misma edad para que hubiera diversidad genética, y los unimos con estos». De este modo, conviven en los tanques los nacidos en el IEO y los 'foráneos', que llegaron del mar con «medio kilo de peso» y que fueron marcados para evitar confusiones. «Yo los llamo los hermanastros».

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En la capa superficial del agua, una malla de 500 micras se encarga de atrapar los huevos de cada puesta. Estos flotan y llegan empujados por una corriente circular que se crea de forma artificial con una tubería que impulsa un poderoso torrente continuo. De ahí, van a parar a un pequeño colector situado en el lateral del tanque. De la Gándara se acerca y extrae una pequeña muestra en un vaso transparente. «Hoy no hay huevos –lamenta–. Hace ya tres días que no ponen».

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El camino a la pescadería

Los investigadores consideran claves los resultados de estos días. «Sabemos que lo hemos conseguido; ahora nos falta saber cuánto», dice el director del centro. Aunque por encima de esa pregunta, sobrevuela otra mayor. ¿Está cerca la producción completa de atunes en granjas? «Realmente no lo sabemos –acepta–. El objetivo es ese, que podamos encontrar en el mercado atún rojo de ciclo completo, igual que ocurre ahora con la dorada, la lubina, el rodaballo o el salmón. Hemos dado otro paso. Ya no dependemos del mar, pero seguimos trabajando en proyectos con empresas y mejorando la técnica de cultivo para dar respuesta a algunos problemas sin resolver que hacen que la actividad siga sin ser rentable».

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El principal, dice, es la baja tasa de supervivencia. «Partimos de millones de huevos; de esos millones de huevos somos capaces de producir decenas de miles de juveniles, pero de esas decenas de miles de juveniles, que deben crecer durante tres años en jaulas para alcanzar la talla comercial, mueren entre el 80% y el 90% en el primer año».

Ahí se dirigen ya los esfuerzos del IEO, aunque durante los próximos días todo seguirá girando en torno a esos dos grandes tanques de la ICRA, donde deben continuar las recogidas. «Puede que siga habiendo puestas todo agosto», afirma Aurelio Ortega, antes de reconocer que de ello dependerá el inicio de sus vacaciones. «También puede que acaben el día 15, que sería lo mejor para la salud de mi vida familiar», sentencia con humor. Sacrificios de la ciencia.

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Créditos

  • Gráficos Mar Saura

  • Diseño web María García Clemente

  • Fotografía Nacho García

  • Vídeo Verabril

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