Uno de los bomberos que ha luchado contra el fuego producido en La Patoja, Jumilla. GUILLERMO CARRIÓN / AGM
Incendio en Jumilla

Las huellas de la batalla contra el fuego en La Patoja

Un paseo por el paraje donde se declaró el incendio sirve para comprobar la encarnizada lucha de los técnicos de extinción contra el avance de las llamas

Domingo, 14 de agosto 2022

El puesto de mando avanzado instalado en la localidad albaceteña de Cancarix está tranquilo poco antes de las doce del mediodía. Los últimos miembros de la Unidad Militar de Emergencias (UME) que han ayudado en la lucha contra el incendio forestal de Jumilla recogen los bártulos antes de poner rumbo de vuelta al cuartel de Bétera, en Valencia, mientras un destacamento de Protección Civil reparte unos bocadillos entre los técnicos de extinción de incendios que hacen guardia bajo una carpa. El bar más cercano decidió cerrar este domingo, quizá sabiendo que el fuego se daba por controlado desde por la mañana y que la actividad en la zona empezaba a decaer con fuerza. «Nosotros ya nos vamos», se despedía un agente medioambiental. Este lunes, el incendio forestal quedó finalmente extinguido tras arrasar con 400 hectáreas.

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Galería. Las cenizas reposan sobre las ramas calcinadas de los árboles en La Patoja. GUILLERMO CARRIÓN / AGM

La viva imagen de la destrucción que siempre va ligada a un incendio forestal aparece varios kilómetros más allá del puesto de mando, al abandonar la carretera de asfalto, enfilar un angosto camino de tierra y bordear un viñedo. Aquí hay cientos de vides, aún verdes, aún vivas, que se han salvado de milagro de perecer en el fuego que este fin de semana ha conseguido arrasar con centenares hectáreas de pinos y monte bajo en el paraje de La Patoja, en el término municipal de Jumilla. El terreno calcinado que ha dejado el paso de las llamas, tiznando por completo una sierra que antes también era verde, queda solo a unos pocos metros del cultivo. Es una zona muy frecuentada por ciclistas y senderistas, donde el característico olor a pino, romero y tomillo ha dejado paso ahora a una brisa de madera y tierra quemada que se confunde por momentos con el hedor propio que emana de varias explotaciones de ganado porcino cercanas.

Unos metros más adelante por este camino de tierra y piedras de la sierra de Jumilla, justo en el límite con Albacete, se encuentra un pequeño barranco teñido de negro que deja paso a un inmenso manto de árboles que han salido indemnes a la acción del fuego. «Aquí descargó el avión varias veces», explica un brigadista de la Unidad de Defensa contra Incendios Forestales (Udif) de la Región de Murcia que realiza labores de «vigilancia y remate» junto a varios compañeros. Las herramientas para la faena son tan simples y a la vez tan eficaces como picos y azadas. «Era vital que las llamas no siguieran avanzando en este punto». De hecho, fue aquí donde los efectivos contra incendios de la Comunidad libraron una «lucha muy fuerte», en palabras del jefe de Extinción, Francisco Espín, que viene de realizar una vuelta de reconocimiento por el perímetro. «Hoy está todo mucho más tranquilo», valora. Un helicóptero de la Comunidad también bate la zona en busca de posibles puntos calientes. «Hay que tener cuidado con los tres humos que salen allí», advierte uno de los técnicos al emprender la marcha, ladera abajo.

Imagen del monte calcinado en Jumilla. GUILLERMO CARRIÓN / AGM

Fuerza por pendiente

Las llamas que ya habían consumido buena parte de una ladera, junto al conocido como Pico de la Tienda, lograron saltar el camino que actuaba como cortafuegos y amenazaron con arrasar cientos de hectáreas más en dirección a Jumilla. «El peligro radicaba en que el fuego enganchara la siguiente ladera, porque las llamas cogen fuerza por pendiente. Fueron horas muy complicadas porque el fuego era cambiante debido al viento y a las tormentas. La cabeza se convertía en flanco, el flanco en cabeza, y era muy difícil controlarlo. Pero logramos pararlo», celebra Espín. LA VERDAD pisa el terreno exacto donde se detuvo el fuego. Aquí también hay una tierra con vides, pero en esta ocasión muchas de ellas aparecen con la parte de arriba completamente abrasada. Las llamas se quedaron también a las puertas de una finca ganadera, cuyo único vigilante en la mañana del domingo era un perro encadenado a su caseta.

«Hay gente por aquí que vive del ganado y de la agricultura y que ha podido tener muchas pérdidas», apunta María Francisca Mateo, una maestra jumillana que veranea estos días junto a sus padres, su marido y sus tres hijos en una de las casas más cercanas al incendio, en La Celia. En este pequeño núcleo de viviendas, las llamas se veían a unos cientos de metros de distancia. «El sábado por la mañana empezamos a oler a quemado y, en principio, pensábamos que era algún enchufe o algo de la casa. Luego salimos y vimos el humo y las llamas», relata. ¿Pánico? Ni mucho menos. De hecho, María Francisca salió «a correr un rato» por la zona «pensando que el incendio iba hacia otro lado». Así era, hasta que uno de los temidos golpes de viento «volvió a encender el fuego en esta cara de la montaña y decidí volver a casa». ¿Miedo? ¿Angustia? «No, porque veíamos a mucha gente y muchos medios trabajando en la zona más próxima a nosotros, y además tenemos la carretera a unos pocos metros para poder evacuar». Lo que sí lamenta esta docente es «la pérdida de un paisaje» que tardará muchos lustros en regenerarse.

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Lo que también puede durar varios años es la retirada de los restos de maleza seca que cubren esta y otras sierras de la Región y que, como denuncian durante el invierno los responsables de extinción, puede actuar como indeseable combustible cuando llega el verano y el riesgo extremo de incendios.

CaixaBank habilita una línea de ayuda de cinco millones de euros

CaixaBank ha habilitado una línea de financiación de cinco millones de euros para los damnificados por los incendios que han afectado desde el sábado a distintos municipios de la Región, principalmente Jumilla, y que han causado daños forestales que se han hecho extensibles a algunas explotaciones agrícolas y ganaderas, así como a bienes y enseres personales. Esta línea de financiación dirigida al sector agroalimentario tiene hasta tres años de carencia con el objetivo de poder ayudar en aquellos casos en los que las explotaciones y cultivos hayan resultado dañados, y también permite anticipar ayudas e indemnizaciones para que puedan rehabilitar los daños causados por estos incendios.

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