El exconsejero Antonio Cerdá llega al juzgado, en 2018, para prestar declaración. JAVIER CARRIÓN / AGM

El juez de 'Topillo' reprocha el «negacionismo» de Cerdá con el daño de los nitratos agrícolas

Afirma que la ausencia de inspecciones hizo que la actividad de los agricultores «quedara fuera de cualquier tipo de control»

Miércoles, 1 de diciembre 2021, 02:44

La Consejería de Agricultura y Agua, que el popular Antonio Cerdá ocupó entre 1999 y 2015, mantuvo durante ese largo periodo «una posición aparentemente ... negacionista con el problema de los nitratos de origen agrícola», que quedó patente por la casi absoluta ausencia de inspecciones a las explotaciones agrarias, por el contenido de alguno de los escasísimos documentos oficiales hallados en ese departamento en el que se analiza tal cuestión, por la inexistencia de un sistema y hasta de un órgano con competencias para fiscalizar la aplicación de los abonos nitrogenados a los cultivos e, incluso, por las propias declaraciones públicas de este alto cargo de los gobiernos de Ramón Luis Valcárcel.

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Esta es una de las principales conclusiones que el magistrado Ángel Garrote, titular del Juzgado de Instrucción número 2 de Murcia, recoge en el auto por el que ordena que las diligencias del 'caso Topillo' emprendan la senda del juicio oral con Antonio Cerdá como principal acusado. «Existen en la causa indicios de que esta omisión –de controles– pudo ser deliberada», sostiene el instructor, que insiste en que al entonces consejero de Agricultura, «aparentemente, no le preocupaba la posible afectación de los nitratos de origen agrícola al estado del Mar Menor» y al que, seguidamente, reprocha que llegara a asegurar que la laguna «está mejor que nunca y se pesca en ella más que nunca», cuando algunos informes apuntaban ya muy seriamente a que ese espacio natural se encontraba herido de muerte.

En su propia declaración judicial como investigado en 2018, Cerdá volvió a dar muestras de ese «aparente negacionismo» al asegurar que «no me consta ninguna publicación científica contrastable de que los nitratos sean la causa del estado del Mar Menor». Y cuando se le interrogó acerca de cuál era el departamento de su consejería con competencias para controlar el uso correcto de los nitratos en el entorno de la albufera, simplemente fue incapaz de ofrecer una respuesta.

En una reunión de la Comisión de Seguimiento de los nitratos se dejó constancia del temor a que ese problema pudiera afectar a la venta de productos en Europa

«Ninguna dirección general tuvo asignada esa competencia con carácter expreso hasta que, en 2017, se puso remedio a esa grave anomalía», constata el magistrado Garrote. Con lo cual, «conforme a esta política de inspecciones –prácticamente inexistentes–, quedaban completamente fuera de todo control los agricultores o empresas», salvo que hubieran solicitado y obtenido ayudas de la PAC (Política Agraria Común), ya que ello obligaba a revisar un pequeño porcentaje de explotaciones.

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Dos agentes del Seprona toman muestras en la desembocadura de la rambla del Albujón. antonio gil / agm

El instructor califica de «llamativo» que la única acta hallada de la Comisión de Seguimiento del uso de nitratos contenga afirmaciones que, en su opinión, confirman la política «negacionista» que imperó en los tiempos de Cerdá. Así, en ese órgano, reunido en abril de 2012, se rechazaba el resultado de los análisis realizados por la Confederación Hidrográfica del Segura (CHS) que, por las altas concentraciones de nitratos descubiertas, determinaron que el entorno del Mar Menor fuera calificado como zona vulnerable. Se aseguraba, además, que debían existir «otros factores, distintos a causas agrarias y a la aplicación de fertilizantes en los cultivos», para explicar la degradación de la laguna. Y, finalmente, el secretario de la reunión daba una clave que podría explicar ese rechazo a asumir las tesis científicas cuando, analizando una información de LA VERDAD en la que ya se advertía sobre los efectos perniciosos de los nitratos, dejaba patente su alarma «por la importancia y repercusión que podría tener (ese problema), tanto para las autoridades comunitarias como para la Comisión y los ciudadanos europeos, en relación con el consumo de las producciones agrícolas».

Una frase que parece apuntar, claramente, a que se estaba tratando de evitar que la vinculación de los nitratos agrícolas con la degradación del Mar Menor pudiera dañar gravemente la economía del sector en Europa.

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Lo mismo desde la CHS

Esta presunta posición omisiva de sus responsabilidades es la que ha provocado el procesamiento de Cerdá por supuesta prevaricación, al igual que ha ocurrido con quienes fueron la presidenta de la CHS, Rosario Quesada, y el comisario de Aguas, Manuel Aldeguer, ambos del PSOE. En el caso de este organismo de cuenca, el magistrado instructor aprecia la misma aparente voluntad de no perseguir presuntas actuaciones irregulares en las explotaciones agrícolas. Según todos los indicios, Quesada y Aldeguer, al igual que el también expresidente de la CHS José Salvador Sánchez Zorita, «tuvieron conocimiento de la existencia y funcionamiento de instalaciones de desalación ilegales y, pese a ello, omitieron las inspecciones que debieron promover para sancionar, en su caso, las conductas contrarias a la Ley de Aguas o al Reglamento del Dominio Público Hidráulico». Y, si Fuentes Zorita no sigue a sus dos excompañeros hasta la sala de vistas, es solo porque durante su mandato no existía todavía el delito de prevaricación por omisión, tal y como deja constancia el juez.

«La actitud permisiva de los órganos directivos de la CHS con respecto a la actividad ilegal de desalobración facilitó y motivó que una multiplicidad de agricultores y empresas agrícolas ubicadas en el Campo de Cartagena utilizaran máquinas desaladoras careciendo de cualquier tipo de autorización o control para el vertido de la salmuera resultante del proceso. En muchos de los casos, la extracción se realizó desde pozos clandestinos, no autorizados, y careciendo a su vez de contador o elementos de control que permitiesen racionalizar su uso», argumenta para acabar procesando igualmente a los dos antiguos responsables de la CHS.

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Cerdá, Quesada y Aldeguer guardan silencio sobre el auto

Los tres ex altos cargos de la Consejería de Agricultura y de la Confederación Hidrográfica del Segura (CHS), que el magistrado del 'caso Topillo' propone llevar a juicio por los vertidos al Mar Menor, optaron ayer por no pronunciarse sobre el contenido del auto judicial. El director general del Agua de la Comunidad Valenciana, Manuel Aldeguer, que fue comisario de la CHS entre los años 2004 y 2012, con los presidentes José salvador Fuentes Zorita y Rosario Quesada, comentó a primera hora de la mañana que aún no había podido leer con detalle el extenso escrito del juez y que prefería analizarlo antes.

Sobre las consecuencias que podrían derivarse de su actual situación judicial, Manuel Aldeguer recordó que hace años puso su cargo actual a disposición del Gobierno de la Generalitat y del Partido Socialista, desde el primer momento en el que se iniciaron las diligencias judiciales. Añadió que durante su paso por la CHS, se centró en resolver los problemas de la cuenca y que el cargo que desempeñó en la Comisaría de Aguas fue de funcionario, no político.

El exconsejero de Agricultura Antonio Cerdá también prefirió no hacer declaraciones sobre el contenido del auto judicial. Asimismo, Rosario Quesada declinó pronunciarse. Quesada, funcionaria de la Comunidad Autónoma, relevó a Fuentes Zorita en mayo de 2010. Estuvo menos de dos años al frente de la Confederación del Segura.

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