Juan Sebastián Mora-Sanguinetti: «El sistema judicial en la Región de Murcia detrae oportunidades de desarrollo»

-El buen o mal funcionamiento de la Justicia, advierte en su libro, es crucial para la vida de los ciudadanos, incluso para aquellos que nunca han hecho uso de ella. ¿Qué factura nos pasa?

-Hay una idea que impregna todo el libro y que fue una afirmación del premio Nobel Douglass North, que yo defiendo en el libro. Nos decía que, en el largo plazo, el mayor elemento de desarrollo es, sin duda, el funcionamiento del sistema judicial, las llamadas instituciones de ejecución. Dicho de otra manera, en el muy largo plazo, que un país se desarrolle depende de su fiabilidad, su seguridad, de cómo se pueda confiar en su marco institucional... Y esto es una traducción de cómo funciona su justicia. Esta es muy importante para los ciudadanos y las empresas, incluso para aquellos que nunca han hecho uso del sistema judicial. Se percibe en elementos tan tangibles como que un punto de congestión judicial se traduce en la pérdida de miles de viviendas en alquiler. La falta de rendimiento del sistema judicial genera empresas más pequeñas, menor emprendimiento, peor acceso al crédito y menor inversión empresarial.

-¿Es nuestro sistema judicial tan lento o tan ineficaz comparado con otros países?

-La mala imagen del sistema judicial español que muchas veces escuchamos en los cafés y en las conversaciones no se sostiene con los datos. Está en la media, en el montón. Es un sistema judicial muy comparable en coste, en lentitud y en predictibilidad con respecto a las economías a las que nos queremos parecer.

-En su libro, sin embargo, advierte de las grandes diferencias, por ejemplo, entre la justicia que se imparte en Murcia y la de Navarra.

-Claro, esa media del montón podría ser un resultado anestésico, de dormirnos en los laureles. Pero lo primero es que no hay que conformarse porque, como digo, la justicia es un elemento de desarrollo y, si queremos una economía de primer nivel, tenemos que tener un sistema judicial de primer nivel que empuje la economía. Dicho eso, la media anestésica puede hacer olvidar algo muy importante y es que el sistema judicial, a pesar de ser un poder central del Estado, se manifiesta de forma muy distinta a nivel territorial. En general, observamos que la España más poblada, Murcia, Andalucía o Cataluña, tiene resultados peores, más congestionados, que la España poco poblada, como Castilla y León, País Vasco o Navarra. El sistema judicial en las regiones más pobladas detrae oportunidades de desarrollo.

-¿De qué manera impactará la pandemia en la Justicia? ¿Se traducirá en un empeoramiento de la situación?

-Los datos judiciales nos indican que 2020 ya fue el año en el que los datos nos marcaban un sistema judicial más congestionado de toda la serie histórica. Otro dato posiblemente derivado de la paralización propia que originó la pandemia: también se observó en el centro de la pandemia una menor litigación, pero claro ésta se recupera de forma paulatina. España fue en la época de la Gran Recesión, alrededor de 2011, una de las cuatro economías del planeta más litigiosas. Un país muy litigioso va a llevar a que el sistema judicial esté más congestionado y esto tiene implicaciones económicas.

-La mejora del sistema judicial será aún más importante de aquí en adelante porque, entiendo, es necesario su empuje para la recuperación económica.

-Efectivamente, es la pescadilla que se muerde la cola.

-¿La solución debe pasar por gastar más?

-En esta pregunta me quedo con una afirmación que yo sostengo con datos en el libro y que ya formuló Santos Pastor, un predecesor en el análisis de la Justicia con datos. Él nos dijo 'hay que invertir más, pero no en todo'. Yo estoy de acuerdo con ello. No por invertir más en Justicia llegamos más lejos. Hay que invertir donde de verdad sea más efectivo.

-¿Y dónde es más efectivo?

-Sin duda en mayor tecnificación. Hay que invertir más en tecnología. También hay que invertir más en estadística judicial que nos permita tener un control y observar mejor cuáles son los casos problemáticos y los flujos de trabajo del sistema judicial. Y luego, saliendo del sistema judicial, sin duda mejores sistemas ADR, sistema alternativos de resolución de controversias, como la conciliación, la mediación, el arbitraje, son de ayuda. En mi libro indico algo más, tal vez algo lapidario y menos positivo: La solución perdurable a largo plazo tiene que ver con la cultura, con la educación. Hay que lograr mayor confianza en los ciudadanos y en las empresas, lo que evidentemente detrae litigación.