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Una mujer pide ayuda en los muros de la Catedral de Murcia. LV
La hora de los pobres

La hora de los pobres

El manifiesto contra la pobreza lanzado por un centenar de entidades servirá de poco si los políticos no se comprometen con los 510.869 murcianos en riesgo de exclusión social

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Domingo, 3 de marzo 2019, 08:28

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Desgraciadamente, el manifiesto contra la pobreza presentado el martes en Murcia por un centenar de organizaciones servirá de poco. Un aldabonazo para la conciencia, quizá. Solo un aguijonazo en nuestras mentes adormecidas, y gracias. Los firmantes del manifiesto, entre los que figuran el obispo, los rectores, colegios profesionales, sindicatos, artistas y señeras personalidades de la vida social, saben que el grito de la Red de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social al que han unido el suyo denota verdades como puños, pero también son conscientes de que no atravesará las zonas de confort de los partidos, sus destinatarios directos. ¿Tan quimérico resulta pedir a los políticos que se concierten, sin cortapisas electoralistas, para garantizar una vida mínimamente digna a la gente necesitada?

Parece que sí. Nada se sabe de la comisión contra la pobreza impulsada en la Asamblea Regional por las cuatro fuerzas con representación parlamentaria (PP, PSOE, Podemos y Ciudadanos) después de que los diputados se comprometieran con la Red, el pasado 17 de octubre –en la celebración del Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza–, a elaborar un dictamen que sirviera de base para empezar a trabajar en la dirección adecuada. La legislatura terminará en apenas un mes sin que, a lo que se ve, la citada comisión haya entregado sus conclusiones.

Diego Conesa, delegado del Gobierno y candidato socialista a la presidencia de la Comunidad Autónoma, acaba de lanzar una primera propuesta que recogerá en su programa electoral:la creación, si gobierna en San Esteban, de un comisionado contra la pobreza, para él «una emergencia social en la Región». Los datos acreditan que no le falta razón. Un pobre ya no es solo quien extiende la mano en busca de una moneda o quien duerme en la calle. Ya en 1984, la Comisión Europea creó el indicador Arope ('At Risk of Poverty and/or Exclusion') para acuñar una denominación que aceptaran todos los países miembros y reflejara bien el carácter multidimensional de la pobreza y la exclusión social. Se halla en situación Arope quien cumple al menos uno de los tres siguientes criterios: vive en un hogar con una renta inferior al umbral de pobreza, definido como el valor que corresponde al 60% de la renta nacional media equivalente en unidades de consumo; está en privación material severa, es decir, vive en un hogar en el que sus miembros no pueden permitirse al menos cuatro de nueve conceptos o ítems de consumo básico definidos a nivel europeo; también es Arope quien vive en un hogar con baja intensidad de trabajo, entendida como la relación entre el número de meses trabajados por todos sus miembros y el número total de meses que, en teoría, podrían trabajar como máximo todas las personas del hogar en edad de hacerlo.

Conforme a estas consideraciones, el 34,7% de la población regional estaba al término de 2017 (último año contabilizado) en riesgo de pobreza y/o exclusión social: 510.869 personas, del casi millón y medio empadronadas. La tasa se ha reducido en más de diez puntos desde 2014, cuando rozaba un escandaloso 45%, pero representa aún tal cantidad de pobres y de gente abocada a la exclusión que se hace increíble la inexistencia de un gran acuerdo político para mitigar la situación. E imperdonable.

La Comunidad Autónoma dedica al gasto social un millón de euros al día, pero el término 'gasto social' incluye apartados que, como la dependencia, quedan fuera del ámbito de la pobreza. La Red de Lucha contra la Pobreza aprecia en lo que vale el hecho de que el Gobierno regional le haya abierto, por primera vez, todas las puertas de la Administración a las que llama para tener interlocutores. En Familia, en Vivienda, en Bienestar Social... funcionarios y altos cargos del PP se reúnen con quienes llevan hasta los despachos oficiales la voz de los pobres. Pero no es suficiente.

El manifiesto recién publicado es una 'carta abierta a las señoras y los señores representantes de las organizaciones políticas que concurren a las próximas elecciones europeas, municipales y autonómicas', y a ellos emplaza la Red a consensuar «una opción que pueda ser asumida con el compromiso de todas las fuerzas políticas». ¿Lo conseguirán? Me cuesta creerlo, por más que se hace difícil entender qué impide a los partidos suscribir un documento de mínimos, plasmarlo en sus respectivos programas electorales y establecer un mecanismo de control que más adelante permita a la opinión pública fiscalizar el grado de cumplimiento de los compromisos adquiridos.

Cada convocatoria para votar debería ser también la hora de mirar a los pobres, y el momento de preguntarnos por qué las condiciones en las que de una forma u otra malviven 510.869 murcianos habrían de importarnos menos que todas las futilidades que los candidatos desparramarán en los mítines.

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