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Sábado, 24 de noviembre 2018, 01:33
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La enfermera Rosa Blanco ya es historia, pero no porque le haya llegado el feliz y merecido momento de la jubilación. Es historia porque se recordará por siempre la impagable labor que a lo largo de una treintena de años realizó como coordinadora del equipo de trasplantes del Hospital Universitario Virgen de la Arrixaca, donde con su inseparable María José Frutos tuvo que apechugar con un cometido tan trascendental como complicado: informar a los familiares de un potencial donante de que su estado era irreversible y pedirles que dieran la autorización para la extracción de los órganos.
La extrema humanidad y la enorme eficacia con la que Rosa Blanco y María José Frutos cumplieron con esa misión, sobre todo en unos tiempos en los que no existía la concienciación de estos días sobre los trasplantes, las convirtió en una referencia nacional y en una pieza indispensable del equipo que lideraba Pascual Parrilla y así han seguido siéndolo hasta su jubilación.
Ayer, el propio Pascual Parrilla encabezó a un numeroso grupo de profesionales de La Arrixaca, con los que esta enfermera ha venido trabajando durante décadas y que quisieron rendirle homenaje con un almuerzo en el hotel Siete Coronas de Murcia. «Ha sido muy emotivo y estoy muy agradecida por esta despedida», aseguró Rosa Blanco
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