El hijo del doctor Villegas, afectado por un trastorno mental, reconoce que lo mató porque «no vi otra salida»
El acusado declara en el juicio que «pensaba que mi padre era el culpable de todos mis males»
Héctor V. realizó este martes ante un jurado popular una confesión capaz de helar la sangre. En el verano de 2020 este joven mató a puñaladas a su padre, el experto en Medicina Deportiva y excatedrático de Fisiología en la UCAM, José Antonio Villegas, hermano del entonces consejero de Salud de la Comunidad. «No vi otra salida», reconoció el hombre, afectado por un trastorno mental. «Pensaba que mi padre era el culpable de todos mis males».
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La Fiscalía, la acusación particular y la defensa han alcanzado un acuerdo de conformidad que reconoce la grave patología mental que sufre el acusado y le concede una eximente completa de enajenación mental. A tenor de este pacto, que debe ser sellado por el tribunal popular, ingresará en un centro psiquiátrico un máximo de 20 años. El abogado de la acusación particular, que representa a la familia del parricida y de la víctima, recalcó que «no estamos ante un delincuente, sino ante un enfermo».
En su declaración Héctor explicó que sus problemas se acentuaron a partir de 2015, cuando decidió abandonar la medicación. «Yo sabía que tenía algo pero no sabía exactamente qué era», explicó. En los días previos al crimen descubrió unas conversaciones de WhatsApp de su padre con su terapeuta y ese detalle, precisó, «fue la mecha que prendió el explosivo».
La hora de pasear el perro
En la madrugada del 4 de agosto de 2020, Héctor, conocedor de que su padre salía a primera hora a pasear al perro, lo abordó en el portal de su edificio. «Pensé que mi padre no quería que evolucionase y me vi entre la espada y la pared», relató. «Perdí el sentido de la realidad».
Provisto con un cuchillo y un triángulo de señalización de emergencias de vehículo descargó contra él varias cuchilladas y golpes. «Salí de mi cuerpo y fui directo hacia él», rememoró. «Era una explosión de rabia». Fue la mujer del fallecido la que lo encontró, en torno a las ocho de la mañana, ya cadáver en el mismo portal.
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El procesado huyó y se dirigió hasta Albacete donde una dotación de la Guardia Civil, alertada por su extraña actitud, se acercó a él. El joven, que ya había recobrado, al menos en parte, el sentido de la realidad, confesó que había apuñalado a su padre.
Las partes coinciden en que el procesado padece un «severo cuadro de enfermedad mental» con un diagnóstico complejo que se sitúa entre la esquizofrenia y el trastorno de personalidad. Un cuadro que debutó a los 11 años y que el joven sufrió durante toda su adolescencia. Según explican en su escrito, «rechazaba de modo frontal y absoluto las terapias farmacológicas y de apoyo psicológico de toda índole que le sugerían los médicos que le habían tratado». El hombre, con los años, desarrolló un «intensísimo delirio de perjuicio, principalmente hacia su padre al que hacía responsable de no mejorar de su enfermedad». Esos padecimientos alteraban de forma muy grave su percepción de la realidad y su capacidad para valorar sus actos.
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Actualmente el hombre manifestó sentirse mucho mejor de su enfermedad. «Si yo hubiera tomado en aquel entonces la medicación que tomo ahora esto no habría pasado», subrayó. El procesado aseguró sentirse muy arrepentido del crimen. «He pensado mucho en mi padre y no tengo ningún recuerdo malo de él».
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