Alguien se olvidó de la guerra Franco-Vidal
En pocos minutos, los líderes de Cs y PSOE pasaron de la alegría a la decepción en Lorca, con el contragolpe de los populares y los tres disidentes naranjas
Ni el mejor guión de una película de Berlanga habría superado este vuelco de la situación política que se produjo ayer entre las 11 y ... 12 horas: Diego Conesa y Ana Martínez Vidal estaban refrendando su acuerdo en el marco del palacio de Guevara de Lorca, con una declaración institucional que le ponía el lazo al pacto PSOE-Cs, el cual debía empezar a tomar forma hoy con los equipos de trabajo. Pero al mismo tiempo, en Murcia se le estaba dando la vuelta a la tortilla. El Partido Popular devolvió el golpe desactivando la moción de censura, cerrando un pacto con tres de los seis diputados de Ciudadanos.
Con el mismo sigilo con el que actuaron durante meses Cs y PSOE, respondió el PP tras unas horas frenéticas para reclutar a su favor a Isabel Franco, Francisco Álvarez y Valle Miguélez. Esta última era un factor clave para que el triunfo se decantara de un lado u otro.
Martínez Vidal creyó tener la tranquilidad de que Miguélez estaba a favor de la moción de censura, en tanto que incorporó a esta diputada al equipo negociador. Y para disipar las dudas, así lo mencionó en su declaración institucional de Lorca.
Los representantes de la delegación socialista también comprobaron con acierto alivio que, con esta mención, Miguélez y otros no iban a desertar, aunque no pensaban respirar tranquilos hasta el día de la votación, el jueves 18, como dijo el alcalde de Lorca, Diego José Mateo. A su vez, los diputados Martínez Baños y Carmina Fernández indicaron antes del comienzo del acto que su grupo parlamentario estaba hecho un piña, y que esperaban que Ciudadanos también respondiera cerrando filas entre los suyos. Tenían la mosca detrás de la oreja. Martínez Vidal y su mano derecha Gabriel Sánchez Torregrosa comentaron en este sentido que había total unanimidad en su grupo. «Todos firmaron la moción de censura», recalcaron.
Después de una breve comparecencia seguida de una improvisada reunión informal, las dos delegaciones se despidieron. Martínez Vidal y Diego Conesa estaban sonrientes y satisfechos ante la nueva etapa que tenían por delante. No obstante, cuando ya iban en sus respectivos coches de regreso a Murcia saltó la bomba del pacto del PP con los tres disidentes. El momento elegido por los populares no pudo ser más oportuno, haciendo que los líderes de PSOE y Cs pasaran de la celebración a la decepción en pocos minutos.
Se produjo un intercambio frenético de llamadas y mensajes para comprobar la certeza de ese revés que hacía saltar por los aires su recién estrenada alianza. Hasta que no vieron en directo a López Miras acompañado por Franco, Miguélez y Álvarez, no se convencieron del contragolpe que habían recibido.
A falta de ponerle nombres, Conesa y Vidal tenían hilvanado su acuerdo: seis consejerías para los socialistas y tres para Ciudadanos, más la Presidencia. Vidal tendría la política de comunicación, aunque la Portavocía del Ejecutivo dependería de los socialistas. La consejería de Transición Ecológica y Agricultura sería de los naranjas, además de las carteras de Empresa y Presidencia. La discusión estaba en quien asumía las competencias del Instituto de Fomento, una regadera de subvenciones a las pymes. Habría un programa de 24 actuaciones, y un acuerdo vía Moncloa para agilizar el AVE en Murcia, Cartagena y Lorca; actuaciones en el Mar Menor y máximos fondos de la UE, entre otros asuntos. Pedro Sánchez daría un trato especial a la Región, elegida como epicentro de su nueva estrategia política nacional. Pero con este fracaso, si se confirma, Diego Conesa y José Vélez quedarán en una situación muy comprometida. La moción de censura sigue como pollo sin cabeza, y si no hay más sorpresas, el día 18 se acaba la historia. En el PSOE se olvidaron de que detrás de esta movida había un partido naranja dividido, y un enfrentamiento palpable entre Isabel Franco y Martínez Vidal.
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