Fundown busca un escudo contra el deterioro cognitivo en la Región de Murcia

Eso es precisamente lo que busca el programa pionero 'Buen envejecer' de la fundación Fundown de Murcia, con usuarios mayores con síndrome de Down, que han visto alargada su esperanza de vida hasta más allá de los 50 años, dado que han recibido, en las dos últimas décadas, una mejora en su atención global y en sus condiciones de vida. Este colectivo sufre un envejecimiento prematuro, ya que alrededor de los 35 o 40 años empiezan a tener pérdidas de memoria.

Las principales alertas que tienen en cuenta profesionales y familias son las pérdidas de rutinas diarias, el aislamiento, los cambios de personalidad y los olvidos en su propio autocuidado. En la última etapa de envejecimiento, pueden tener gravemente afectados la memoria y el lenguaje. «El programa 'Buen envejecer' es una continuación del trabajo evolutivo llevado a cabo con nuestros usuarios desde que entran en la fundación a lo largo de todas sus etapas vitales. Por tanto, seguimos en la línea de la promoción de su autodeterminación, haciendo hincapié en la importancia que tiene para las personas con discapacidad intelectual, en general, y síndrome de Down, en particular. Así, gestionan su propia vida, eligiendo los apoyos precisos y promocionando, en definitiva, su autonomía personal y una vida independiente hasta los últimos días», explica Alicia Molina, directora técnica de Fundown.

'Buen envejecer' se puso en marcha el 1 de marzo en la residencia Virgen del Carmen de Murcia. El proyecto pionero en España se está desarrollando con siete personas con síndrome de Down y una con discapacidad intelectual, que abarcan una franja de edad comprendida entre los 37 y los 61 años.

«Lo que buscamos es mantener la funcionalidad de la persona y frenar los deterioros cognitivos. ¿Cómo lo conseguimos? Pues, por ejemplo, promocionando habilidades cotidianas, que ya en su momento tenían adquiridas, y evitando que las pierdan. Salir a comprar el pan, ir a comprar al supermercado, ir al cine, subir a un autobús… La sencillez de esos actos es un freno del deterioro que, en la etapa en la que se encuentran, busca avanzar», señala Molina.

Los usuarios realizan un taller de cocina. Eligen la receta, van al supermercado, compran los ingredientes y, luego, todos participan en la elaboración con la ayuda de los educadores. «Ese plato cocinado se lo llevan a casa y se lo comen. De su labor obtienen un beneficio final».

Para conseguir los objetivos de estimulación cognitiva, los técnicos trabajan las funciones ejecutivas, la organización, la planificación. «Por eso la receta, la toma de decisiones». Esas funciones, explica Molina, afectan a la memoria y a la atención. «También desarrollamos el programa de deporte para el condicionamiento físico, que es importante, porque a nivel motor se van deteriorando también. Tres días a la semana tienen un programa de ejercicio físico y hacen diferentes actividades de equilibrio, de coordinación y de fuerza también».

Hasta el inicio del programa, los ocho usuarios asistían a un aula en la sede de Fundown, pero el espacio estaba más limitado y la accesibilidad a los distintos recursos era más difícil.

«Lo novedoso es que, por un lado, se trata de personas de edad avanzada para su afección y, por otro, que hemos buscado un recurso comunitario para poder desarrollar el programa, y nos estamos aprovechando de todos los servicios exteriores que tenemos. Es decir, ahora mismo, aquí, salimos a la cafetería de al lado, al parque, a los supermercados que hay…. Se ha pasado de un espacio más limitado, como son las aulas, a una zona con esparcimiento, con instalaciones, con posibilidad de trabajar a nivel motor, a nivel físico, a nivel emocional. Hoy, por ejemplo, ejercitarán el cuerpo dando un paseo. Pero estarán viendo gente pasar a su lado, hay actividad, que es lo que queremos, que no sea algo aislado, que no se le separe del círculo social», concluye la directora técnica de Fundown.