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El frenazo a la esperanza de vida aumenta la brecha de la Región con la España más rica

Epidemiología detecta un estancamiento desde 2013 en este indicador, relacionado con la salud de la población y las condiciones socioeconómicas

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Domingo, 17 de febrero 2019, 07:53

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La población de la Región disfruta de una esperanza de vida envidiable en comparación con la mayor parte de Europa y, por descontado, con países menos desarrollados. Pero los últimos datos conocidos, relativos a 2017 y publicados el pasado mes de enero en un informe del servicio de Epidemiología de la Consejería de Salud, confirman un estancamiento e incluso un leve retroceso en este indicador. Los recién nacidos en la Región tienen ahora una esperanza de vida de 82,22 años, cuando en 2013 llegó a ser de 82,57. Puede parecer una diferencia insignificante, y de hecho los expertos coinciden en que es aventurado sacar conclusiones todavía, pero lo cierto es que hay que retrotaerse a 2012 para encontrar una tasa inferior a la actual. La tendencia contrasta con el incremento ininterrumpido de la esperanza de vida en las décadas anteriores tanto en la Región como en España.

«En los últimos años hay un estancamiento en este indicador, que se calcula a partir de la evolución de las tasas de mortalidad», resume la jefa de Epidemiología de la Consejería de Salud, María Dolores Chirlaque. La esperanza de vida también se ha frenado en el resto del país, pero de una forma menos drástica. Como resultado, la brecha con las comunidades más ricas se agranda. En Madrid, las expectativas de longevidad al nacer llegan a los 84,53 años, según datos correspondientes a 2017 recogidos por el Instituto Nacional de Estadística (INE). En Cataluña, a los 83,33, y en el País Vasco, a 83,54. Estas diferencias no son fruto del azar. Tanto la esperanza de vida como los índices de mortalidad guardan relación con hábitos de vida, determinantes de salud y condiciones socioeconómicas. «Nuestro PIB está por debajo de la media y, al mismo tiempo, presentamos tasas más altas de obesidad, sedentarismo o tabaquismo», recuerda Chirlaque.

La pregunta resulta inevitable. ¿Ha influido la crisis, el deterioro de las economías familiares, el incremento de las desigualdades y el elevado desempleo en este frenazo? Hay algunos cálculos que resultan, desde luego, llamativos. En la última década, la esperanza de vida ha aumentado en 1,82 años en la comunidad, de acuerdo a la estadística publicada por el servicio de Epidemiología. Pero este avance se concentra en la primera mitad del periodo. Así, hasta 2013 se experimentó un crecimiento de 2,17 años. A partir de ahí, la tendencia se quiebra y se invierte. La evolución es similar en hombres y mujeres, teniendo en cuenta que las expectativas de vida de los varones son menores (79,56 años frente a 84,89).

«Puede deberse a factores relacionados con la crisis», advierte la epidemióloga María Dolores Chirlaque

El economista José María Abellán matiza que los estudios no detectan todavía un efecto por la recesión

Murcia es la segunda comunidad con mayor mortalidad por enfermedades del sistema circulatorio

Conviene aclarar que todos estos datos obedecen al último informe de la Consejería, y difieren ligeramente de algunas cifras recogidas por el INE, recuerda José María Abellán, economista de la salud y profesor del departamento de Economía Aplicada de la Universidad de Murcia. En el INE también se observa el frenazo, pero la tendencia «no es tan marcada», sobre todo en lo relativo a la brecha con la media nacional, matiza Abellán. Todo depende de los criterios que se apliquen para calcular las tasas estandarizadas de mortalidad.

Desigualdad y más pobreza

En todo caso, el parón en la esperanza de vida y el incremento de la mortalidad a edades tempranas está ahí, justo cuando la Región y el resto de España todavía intentan recuperarse de la Gran Recesión. «Puede deberse a factores relacionados con la crisis -razona la epidemióloga María Dolores Chirlaque- y además hay un efecto arrastre, lo que explica que esa situación no se manifieste justo en los años de depresión económica, sino después». Según esta lógica, será durante los próximos años cuando se confirme con más claridad si hay un deterioro global de la salud de la población como resultado del empobrecimiento de importantes capas de la sociedad murciana.

«Muchos economistas de la salud coinciden en advertir de ese efecto de la crisis», subraya Chirlaque. Sin embargo, hay que ser todavía prudentes en el análisis, añade. Un reciente informe encargado por el Ministerio de Sanidad sobre 'Crisis económica y salud en España', coordinado por algunos de los principales expertos en la materia, como Juan Oliva, descarta que, de momento, la crisis haya tenido un efecto a corto plazo. Eso sí, los investigadores advierten de que los indicadores socioeconómicos han empeorado de manera alarmante, con lo que se mantiene la incógnita sobre las consecuencias sobre la salud a largo plazo. El economista José María Abellán incide en esta idea, al advertir que no se detectó un incremento de las tasas de mortalidad en España durante la crisis. Más bien al contrario, algunos de las causas de muerte a edades tempranas, como la siniestralidad en las carreteras, experimentaron una reducción, probablemente relacionada con la menor actividad económica y la disminución de los desplazamientos por carretera.

Menos PIB, más mortandad

Sin embargo, de lo que no hay duda es de que la crisis no ha ayudado precisamente a que la Región mejore sus indicadores socioeconómicos ni reduzca la desigualdad. Más bien todo lo contrario, y estos factores guardan relación, a medio y largo plazo, tanto con la esperanza de vida como con la mortalidad.

«Las comunidades con un PIB por debajo de la media, entre las que está Murcia, presentan mayor mortalidad por enfermedades cardiovasculares que las regiones que se sitúan por encima de ese promedio», apunta Eduardo Pinar, presidente de la Sociedad Murciana de Cardiología. En 2017, la Región fue de hecho la segunda comunidad con mayor mortalidad por enfermedades del sistema circulatorio (273,1 fallecimientos por cada 100.000 habitantes, mientras la media nacional se situó en 238,6). Por encima de Murcia solo se situó Andalucía, precisamente otra autonomía con un PIB inferior a la media.

Otro tanto de lo mismo ocurre con las enfermedades respiratorias, ligadas en buena medida al tabaco. En concreto, en 2017 se registraron 123,5 fallecimientos por esta causa en la Región, frente a un promedio nacional de 100,1. Solo Extremadura y Castilla-La Mancha presentan peores datos que Murcia. Fundamentalmente, detrás de esta alta tasa se esconde la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), que representa la quinta causa de muerte en la Región.

Más distancia con la media

En total, Murcia registró en 2017 937,48 fallecimientos por cada 100.000 habitantes. No solo se produce un incremento de la mortalidad con respecto a años anteriores, sino también, como ocurre con la esperanza de vida, se ensancha la brecha con respecto a la media nacional, según se recoge en el informe del servicio de Epidemiología. En los últimos cuatro años, esa distancia se ha incrementado en más de veinte puntos, de acuerdo a estos datos. Aunque, de nuevo, el economista José María Abellán matiza. «Desde 2013 se observa un incremento de la tasa de mortalidad, pero no solo en Murcia sino en la mayoría de comunidades y grupos de edad. No hay en ese sentido un comportamiento claramente diferenciado en la Región».

Lo que resulta evidente es que las tasas de obesidad, sedentarismo, diabetes, tabaquismo o hipercolesterolemia siguen siendo preocupantes en la Región, y están detrás de esta mayor mortalidad. «Las tres principales causas de muerte -enfermedades isquémicas del corazón, cerebrovasculares y cáncer de pulmón- están directamente relacionadas con los determinantes de salud», subraya José Carlos Vicente, director general de Salud Pública.

El acento, en la prevención

Son estos factores -desde la dieta al consumo de tabaco- los que más influyen, por delante del propio sistema sanitario, subraya María Dolores Chirlaque. El presidente de la Sociedad Murciana de Cardiología, Eduardo Pinar, coincide. «Hay que poner el acento en la prevención. En aquellas comunidades donde hay menor calidad de hábitos de vida y más prevalencia de factores de riesgo hay más mortalidad cardiovascular», señala. Es importante también la equidad en el acceso al sistema, pero en este aspecto «se ha avanzado mucho, y hoy contamos con circuitos para que los pacientes puedan recibir los tratamientos necesarios ante un infarto agudo de miocardio independientemente de la zona en la que vivan», explica.

Al igual que el acceso a la angioplastia primaria es fundamental para evitar muertes por infarto, el código Ictus ha permitido reducir en la Región la tradicionalmente alta tasa de fallecimientos por enfermedad cerebrovascular.

Así que, independientemente de la necesidad de no bajar la guardia para mejorar el sistema, la prevención es la clave, porque la mala evolución de la mortalidad y de la esperanza de vida en los últimos años viene de la mano, en definitiva, de enfermedades prevenibles. Así se recoge con claridad en el informe del servicio de Epidemiología, que analiza lo que se conoce como «mortalidad prematura», aquella que afecta a población menor de 70 años. El cáncer de pulmón, relacionado directamente con el tabaco, las enfermedades isquémicas del corazón, los suicidios y los accidentes de tráfico son las cuatro causas principales de muertes prematuras entre los hombres. Entre las mujeres, predomina el cáncer de mama, el de pulmón y los suicidios.

Los epidemiólogos calculan, en base a toda esta información estadística, los años potenciales de vida perdidos. En total, en 2017 se perdieron en la Región 30.842 años, con un promedio de 12,95 por cada persona que murió de forma prematura.

Envejecimiento y alzhéimer

La sociedad murciana, como el resto de España y de países desarrollados, afronta también otro fenómeno que supone todo un reto. El envejecimiento de la población está detrás del incremento de la incidencia de enfermedades como el alzhéimer, que en 2017 se convirtió en la cuarta causa de muerte en la Región, con 41,77 fallecidos por 100.000 habitantes. En mujeres es ya la segunda causa de muerte, solo por detrás de las enfermedades cerebrovasculares. En cuarto lugar, entre la población femenina, se sitúan los trastornos seniles y preseniles, también relacionados con el envejecimiento.

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