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minerva piñero
Jueves, 31 de enero 2019, 08:06
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En sus obras, Pedro Antonio Martínez Robles (Calasparra, 1959) descubre los recuerdos que vivió en su casa materna; el silencio denso y doloroso al ya encontrarla inhabitada; los personajes populares de Calasparra. «Me gusta rendir homenaje a esas personas sencillas que están en la calle y que son los que realmente dan carácter a un pueblo, como fue Fernando Olivo, el último mozo de maletas que se quedó en mi casa cuando ya no tenía adonde ir», cuenta el autor, quien ha publicado cuatro poemarios, una novela y un libro de semblanzas, y quien hace unos días acudió a la 45 edición del Foro Poético del Real Casino de Murcia. El último reconocimiento que este escritor recibió fue el año pasado, al ganar el premio literario convocado por la Bienal de Poesía Provincia de León, con su libro 'Tu voz, que ahora importa'.
-Que es un poemario equilibrado, con una poesía clara y directa, y con un gran carga emocional. Así, al menos, es como lo definió el jurado.
-La sensación tan presente y universal del tiempo, la certeza de que se nos escapa. Es, quizás, un libro impregnado de melancolía, en el que aparecen los primeros años de la casa materna.
-Mi casa materna fue el primer hotel que se construyó en Calasparra con ciertas pretensiones; fue el Hotel España. De hecho, en 'La Chachagüí', un libro de semblanzas que publiqué en 2007, hablo de Fernando Olivo, que fue el último mozo de maletas del hotel. Cuando yo era muy crío, me acuerdo de que, cuando la casa dejó de ser un hotel, este hombre se quedó allí porque no tenía adonde ir.
-A 'Juanico el Ciego', que era un hombre que cantaba coplas, a un zapatero, a un encargado de recados... Incluyo a esa gente que está en la calle y que comparte su vida con todo el mundo, a esos personajes que van desapareciendo. No escribo ni de héroes, ni políticos, sino de la gente que le da vida al pueblo; de las personas con las que te encuentras todos los días, que son los personajes típicos que hay en cada pueblo.
-Una mujer que estaba siempre en la calle. Y no era una indigente, pero casi. Se dedicaba a hacer recados y era muy familiar con todo el mundo. Un día, desapareció de nuestro panorama y no supimos nada más de ella. El libro, con el que pretendo rendir homenaje a esos personajes sencillos que están en la calle y que son los que realmente le dan carácter al pueblo, está compuesto por unas setenta semblanzas.
-Es un relato en el que aparecen recuerdos de la infancia, en el que expongo dos fechas fundamentales: los años 1945 y 1952. En el libro, un anciano recuerda esas dos épocas. Cuenta la dureza de aquellos años, pero con la mayor ternura posible. Hay una gran carga de humanidad en esos recuerdos.
-Quizás, por mi propia forma de ver las cosas. Pero no pienso que cualquier tiempo pasado fue mejor, como decían los versos de Jorge Manrique. Me inclino más por una frase de la escritora María Teresa León: «Vivir no es tan importante como recordar». Esta cita, de hecho, la uso en el comienzo de 'Tu voz, que ahora importa'. Creo que no somos otra cosa que lo que hemos vivido o estamos viviendo. Y en la medida en la que lo vivimos, ya somos parte del pasado. No recordar es, para mí, lo más traumático que le puede pasar a una persona.
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