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Jueves, 1 de marzo 2018, 03:49
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A Enrique Corral (Lugo, 1966) le ha tocado vivir al frente de la Dirección General de la Fundación Laboral de la Construcción «un ciclo completo» del sector, que abarca desde su «crecimiento tremendo» a la «crisis», de la que la construcción saldrá «modernizada» y mucho más orientada hacia el «cliente final» que, en definitiva, son las personas que viven o trabajan entre cuatro paredes y bajo un techo. Corral visita hoy la Región para participar en el vigesimoquinto aniversario de la fundación en Murcia, en un acto al que asistirá el jefe del Ejecutivo regional, Fernando López Miras.
-Ahora que el sector parece recuperarse a buen ritmo, ¿se corre el riesgo de caer en otra burbuja?
-No, no. El problema de hace diez años es que la demanda estaba sobreestimulada y sobredimensionada desde la financiación. Las condiciones de financiación eran tan favorables que indujeron a que muchas personas pensaran en ganar dinero simplemente comprando una vivienda y vendiéndola poco tiempo después. Y eso no puede ser sano. Aquella época en la que te daban una hipoteca no solo para comprar un piso, sino también para amueblarlo y para adquirir un coche produjo un sobrecalentamiento, una demanda desmesurada a la que el sector respondió, y respondió de aquella manera. Todo se vendía, cualquier cosa que estaba sobre un plano, y eso significó que se incorporara muchísima gente a las obras, en muchos casos con muy poca cualificación. Eso hacía que la calidad no fuera precisamente la más adecuada. Todo esto, a día de hoy, es impensable. Todos hemos aprendido de la crisis.
-¿Qué ha aprendido la construcción, por ejemplo?
-Principalmente, que el producto se tiene que fabricar teniendo mucho más en cuenta al cliente final. Teóricamente eso antes también era así, pero todos sabemos que en este país se despachaban viviendas, y cualquier cosa que proyectabas se vendía. Ahora es todo lo contrario. El cliente es mucho más exigente y, a partir de esa exigencia, el promotor ya tiene que tener cuidado con lo que hace. Con qué constructor, con qué calidades, con qué personal... Eso se traslada a toda la cadena y al final es muy positivo porque contribuye a la profesionalización del sector. Si esto lo unimos a las posibilidades que nos ofrecen las nuevas tecnologías, yo creo que vamos a ganar muchísimo en calidad para el cliente. Al final, nos vamos pareciendo más a un sector industrial normal.
-Hablando de nuevas tecnologías, ¿innova en este sentido al ritmo adecuado el sector?
-Quizá vayamos un poco por detrás en algunos aspectos. Es verdad que la gente no conoce la utilización de cierta tecnología en construcción porque no está a la vista, pero hay tecnología puntera, auténticas virgerías. Ahora tenemos un tema encima de la mesa que es fundamental, y tiene que ver precisamente con la digitalización del sector, que pasa fundamentalmente por aplicar la tecnología BIM (Building Information Modelling). Esto consiste básicamente en pasar la representación del tradicional proyecto en papel (plano, memoria y presupuesto) a un modelo digital al que se le puede añadir información prácticamente de forma infinita por parte del arquitecto o el constructor. Pero la tarea del sector es inmensa, porque esto tienen que llegar a manejarlo, también en su nivel, la gente que está en la obra. La digitalización a través de BIM es la que nos va a permitir mejorar en calidad, en comportamiento medioambiental, en tiempos y costes de ejecución... pues ser la clave para la transformación del sector. En este sentido, necesitamos reciclar al sector en su conjunto porque, como le decía, la tecnología BIM no es solo una cosa de arquitectos o ingenieros.
-La fundación pone el foco también en la mejora de la cualificación de los trabajadores...
-Sí, sí. Los itinerarios formativos trabajan otros muchos aspectos. Al final aquí hace falta una reposición del personal que trabaja en la obra y no solo tienen que aprender bien, sino aprender otras cosas diferentes a las que sabían los de antes. Hemos observado que la población ocupada del sector está relativamente envejecida. Más del 40% de los trabajadores tienen más de 45 años. Hay que prever que los mayores de 45 se irán jubilando. Por otra parte, eso de que a la obra puede ir cualquier se está terminando. Cada vez el trabajo de la obra es más técnico, más cualificado y cada vez hay menos tareas que puedan realizar peones sin formación.
-Los promotores inmobiliarios de la Región lamentaban no hace mucho que las administraciones paralicen la actividad, principalmente por la «dejadez» en el desarrollo urbanístico. ¿Qué opina?
-Creo que los políticos deben ser lo suficientemente responsables como para hacer una planificación urbanística que responda a unas expectativas de demanda. Pero aquí ya entramos en el terreno de lo opinable, aunque hay que tener muy en cuenta las necesidades que se van a producir, y eso tampoco es tan difícil de estimar. Por otro lado, el sector se está reactivando, pero por la parte de la demanda privada. Es necesaria la inversión pública, que no termina de despertar.
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