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Los árbitros de la jornada electoral

Los árbitros de la jornada electoral

Los 1.631 presidentes de las mesas electorales de la Región asumen hoy su labor de controlar que la voluntad del pueblo llegue a las urnas a cambio de poco más de 62 euros. Estos ciudadanos son seleccionados al azar y en caso de no acudir al colegio electoral pueden ser condenados a penas de prisión o multas

Alicia Negre

Martes, 29 de diciembre 2015, 11:54

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El despertador esta mañana les habrá sonado temprano. El azar ha querido que 1.631 ciudadanos de la Región carguen esta jornada con una pesada e importante obligación. A las ocho de la mañana, puntual, la democracia les espera a la puerta de los colegios electorales para levantar la persiana de una jornada apasionante. Con más o menos entusiasmo, los presidentes de las mesas electorales, junto a los 3.262 vocales y sus otros tantos suplentes, renunciarán al descanso dominical para velar por que la voluntad del pueblo llegue sin problema a las urnas. Una labor por la que percibirán una exigua recompensa económica -poco más de 62 euros de dieta-, pero que resulta fundamental para la buena marcha de estos comicios.

Un procedimiento aleatorio desplegado por cada ayuntamiento permitió conocer hace más de un mes el nombre de cada uno de los presidentes de las 1.631 mesas electorales que hoy abrirán sus urnas en la Región. Cualquier ciudadano es susceptible de cargar con esta responsabilidad siempre que tenga menos de 70 años y sepa leer y escribir. A partir de los 65 años, si uno es elegido y no quiere asumir el cargo, puede presentar su renuncia en el plazo de una semana. Para ser presidente de mesa, el Estado exige además tener el título de Bachiller o el de Formación Profesional de segundo grado o, subsidiariamente, el de graduado escolar o equivalente.

Razones para el escaqueo

El correo certificado que comunica a los presidentes de mesa su elección no siempre es recibido de buen grado por los ciudadanos. Librarse de esta tarea es, sin embargo, bastante complicado, aunque la lista de posibles impedimentos es larga. La ley contempla, por ejemplo, la exención de las embarazadas de más de seis meses, las mujeres con permiso de maternidad y aquellos ciudadanos que estén ingresados en cárceles o centros psiquiátricos. También prevé que puedan eludir esa misión las personas que el domingo de elecciones tuvieran prevista una operación, un evento familiar de gran importancia -una boda, un bautizo...- o que se encarguen del cuidado de un niño menor de ocho años o de personas con discapacidad. Los médicos, bomberos, efectivos de Protección Civil, directivos de medios de comunicación y otros profesionales que presten servicio durante la jornada electoral también pueden renunciar a esa labor.

En el caso de que uno no entre dentro de esos requisitos y asuma el cargo, debe tener muy claro que se trata de una obligación. Los presidentes de mesa, vocales y suplentes que el día de los comicios no se presentan en el colegio electoral sin una razón de peso pueden enfrentarse a un delito electoral, que lleva equiparada una pena de prisión de tres meses a un año o multa de 6 a 24 meses. No es solo teoría. En los últimos años, varios españoles han sido condenados, principalmente a multas, por escaquearse de una mesa electoral.

Los encargados de esta importante labor recibieron en su vivienda un completo manual -aprobado por el Consejo de Ministros - de cómo deben actuar. El viernes mantuvieron una reunión en el Teatro Circo de Murcia en la que se les explicó al detalle qué se espera de ellos. A las ocho de la mañana, ya deben estar en los locales electoral para una reunión previa en la que comprueban el material electoral y las condiciones del local.

A las nueve de la mañana, levantan la persiana y empieza la votación. Uno de los miembros de la mesa electoral puede ausentarse temporalmente de la misma siempre que en ella permanezcan los otros dos integrantes. En el caso, por ejemplo, de que el presidente de mesa sufriera un problema de salud que le obligara a abandonar el colegio, su cargo sería asumido por el vocal primero. La norma contempla todas las opciones posibles, incluso la hipótesis de que alguno de los miembros de la mesa hubiese incurrido en una infracción y tuviese que ser detenido. Algo que, recalca, solo estaría permitido en caso de delito flagrante.

El presidente, hasta las ocho de la tarde, debe velar por mantener el orden en el local y comprobar que todo marcha adecuadamente. Este ciudadano tiene el poder, incluso, de suspender la votación si considera que hay motivo para ello, pero debe hacerlo siempre tras consultar con la junta electoral de zona. En ese caso, la norma contempla que se destruyan las papeletas de la urna y se convoquen nuevas elecciones en esa mesa dentro de los dos días siguientes.

A las ocho de la tarde, llega el momento decisivo. Comienza el recuento. Una labor exhaustiva que puede entretener durante horas al presidente y los vocales. Los ciudadanos que hayan asumido hoy esta labor tendrán derecho mañana a una reducción de su jornada de trabajo de cinco horas. Un merecido descanso para estos árbitros de la jornada electoral.

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