López, entrenado en la piscina de Puente Tocinos.

A la marcha por casualidad

El marchador, campeón del mundo en la modalidad de 20 kilómetros, sustituyó a un amigo enfermo en una prueba siendo niño y empezó un camino sin retorno

CÉSAR GARCÍA GRANERO

Lunes, 24 de agosto 2015, 12:56

Se ha convertido en el mejor deportista de la Región. Su medalla de oro en la prueba de los 20 kilómetros marcha en el Mundial de Pekín lo acredita como tal. Previamente, el diploma olímpico en Londres, el bronce en el Mundial de Moscú en 2013 y su triunfo en el campeonato de Europa de 2014 en Zurich ya aventuraban que su carrera no tenía techo. Y eso que Miguel Ángel López (24 años) llegó a la marcha casi sin querer. Jesús Zapata, un amigo de Llano de Brujas, cayó enfermo y Miguel Ángel, al que le gustaba correr, aprovechó la vacante. Tenía siete años y una semana por delante para enlentecer zancadas y acomodar su carrerilla al ritmo más trotón de la marcha. Quedó segundo. Aquel podio fue más un aldabonazo antes que un éxito. Tuvo más de llamada que otra cosa. La marcha lo estaba esperando en un camino sin retorno.

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Sin retorno, pese a que odiaba entrenar solo. Carreteaba por aquí y allí en Llano de Brujas, pero como nadie en el Club de Atletismo de la pedanía quería practicar marcha, lo hacía solo. Eso era lo que peor llevaba. «Cuando corría, lo hacía en grupo. Nos divertíamos porque nos juntábamos los del club para correr por ahí. Pero nadie quería hacer marcha, así que antes de los campeonatos me preparaba yo solo. No me gustaba».

No le gustaba, pero no lo dejó, y acabó gustándole por la mera fuerza de la costumbre. Tanto que fichó por el Athleo Cieza, a las órdenes de José Antonio Carrillo, y no le importó pegarse unos tutes tremendos. Salía del instituto Severo Ochoa de Los Garres y, como no tenía coche, cogía el autobús hasta Cieza, se daba una buena tunda en los entrenamientos y volvía a Llano de Brujas ya de noche.

También le gustaba el baloncesto, pero en en este pulso también ganaba la marcha. Jugó un año en un equipo de Puente Tocinos, «pero los entrenamientos coincidían con los de la marcha y lo tuve que dejar».

De padre culé

Lo que nunca le dio fue por el fútbol. En su habitación había cosas del Barça, pero más por influjo paterno que por interés propio. Lo que sí coleccionó fueron cosas de atletismo. Tiene en su casa un póster del exmarchador y actual presidente de la Federación Murciana de Atletismo, Juanma Molina, y tiene los dorsales de su carrera, casi cien, y revistas y sus primeras zapatillas. Es un popurrí ordenado a modo de bagaje, un mapamundi de su carrera desde que empezó, a los siete años, hasta ahora que tiene 24 y todo un arsenal de éxitos que poder lucir.

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Casi todo lo que hace tiene que ver con el deporte, también los estudios. Miguel Ángel está en la UCAM, donde estudia Ciencias de la Actividad Física y del Deporte. «Voy haciendo lo que puedo, asignaturas sueltas», dice.

Usted lo puede ver entrenar por el carril-bici de Llano de Brujas, marchando al mismo ritmo que usted corre, y ya sin aquel molesto vaivén de hombros que tuvo que corregirse en 2005, en la que ha sido una de sus pocas manías como deportista. Ahora, más que manía, tiene la costumbre de preparar todo unos 45 minutos antes de cada carrera y darse una ducha fría, haga sol o caigan chuzos de punta. Lo hace desde que un año antes vio que le iba bien. Es su forma de activarse, de ponerse en la parrilla, para que la marcha siga siendo, 19 años después, "su mejor amiga".

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Antes de correr se da siempre una ducha fría para activarse; es su forma de "ponerse en la parrilla".

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