El magistrado Antonio Salas, en el salón de su casa. VICENTE VICÉNS / AGM

Antonio Salas: «La democracia no riñe con el orden»

#Cuandotodoestoacabe ·

Antonio Salas, magistrado de la Sala de lo Civil del Tribunal Supremo

Domingo, 17 de mayo 2020, 01:46

Un exceso de confianza por parte de los Estados acerca de la información que recibían y un fallo en las medidas oportunas para contener el virus por parte de China, sostiene el magistrado del Tribunal Supremo Antonio Salas, permitieron que la Covid-19 se expandiera del modo que, en apenas unos meses, lo ha hecho por todo el mundo. Su rápida propagación, expone el magistrado de la Sala de lo Civil del Alto Tribunal, deja como lección que, «ante el más leve síntoma de que un problema como este se pueda estar repitiendo, hay que renunciar a la globalización y adoptar serias medidas de aislamiento desde un principio».

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Hace unos meses «no habríamos pensado poder encontrarnos ante una pandemia causada por una enfermedad absolutamente desconocida, con un origen» que, matiza, en su opinión «tampoco se conoce con exactitud, y que viniera a producir una catástrofe sanitaria con pérdida de libertades».

Cuando todo pase, dice, «volveremos a la normalidad de antes en nuestras relaciones sociales. Esto no puede quedar para siempre. Pero se va a tardar mucho tiempo, durante el cual nada va a ser igual en nuestras vidas. Habrá cierto retraimiento social y ciertas medidas de precaución respecto de grandes aglomeraciones. Pero, cuidado, esto va a ser para las personas que son conscientes del problema. Habrá una parte de la población que no respetará su salud y, mucho menos, la de los demás. Creo que habrá que establecer normas que garanticen en lo posible que no suceda así. La democracia no debe estar reñida con el orden y las libertades han de ser utilizadas sin riesgo para los demás», comenta.

Augura Salas que los cambios que arrastrará la pandemia durante más tiempo serán «los de distanciamiento social», e insiste en que siempre habrá un porcentaje de personas que no cumplirán «y nos pondrán en riesgo a todos».

La vigilancia del conjunto de la poblacióna a través de sistemas técnicos como ocurre en otros países, dice Salas, requeriría en España «su regulación en el seno de una declaración de estado de excepción y con ciertos límites», aunque si la vigilancia se centra en el seguimiento de «aquellas personas que, sin estar hospitalizadas, sean sospechosas de poder transmitir la enfermedad, atendiendo a criterios objetivos, en este caso posiblemente podrían bastar las leyes ordinarias».

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Le preocupa, confiesa Salas, especialmente, «el futuro de nuestros jóvenes estudiantes», «el de las personas más próximas» y «la situación económica que se ha creado, la cual va a repercutir gravemente en todos nosotros». «Vamos a necesitar de un esfuerzo colectivo importante, porque va a haber que atender a mucha gente necesitada. Eso es lo primero, pero también creo necesario prever cualquier tipo de picaresca para beneficiarse de ayudas indebidamente, que merecerían un castigo especialmente riguroso», subraya.

Él vive la desescalada «con cierta inseguridad por quienes no aceptan las limitaciones» y «por quienes no pueden siquiera respetarlas», como va a ocurrir, adelanta, «en el transporte público».

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