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Comparto la posición del filósofo José Antonio Marina cuando invita a reflexionar sobre la trascendencia social de la lectura y expresa que «necesitamos una democracia de lectores, necesitamos mayorías ilustradas, necesitamos recuperar la sabiduría de vivir, el sentido de la historia, la comprensión de nosotros mismos y nuestros sentimientos, cosas que solo los libros nos proporcionan». Leer nos reporta conocimiento y placer. Pero también capacidad expresiva, pensamiento crítico y criterio para decidir. «La lectura es la vanguardia de la libertad», dice certeramente José Antonio Marina. No es extraño pues que este fin de semana Murcia viva días de especial dicha: la ciudad ha recuperado su Feria del Libro después de diez años.

Y mañana comienza una semana internacional de las letras que permitirá entrar en contacto con algunos de los autores españoles más destacados del momento. Han sido demasiados años de tránsito crepuscular para el libro en la vida ciudadana de Murcia. Mientras otras ciudades mantuvieron una apuesta sólida por el libro, Murcia vivió las tristes consecuencias de una falta de impulso institucional, focalizado, con éxito desigual, en otras parcelas de la cultura. Fueron fundamentalmente los autores, las librerías, algunas asociaciones ciudadanas y las pequeñas editoriales quienes mantuvieron viva la cultura del libro en la ciudad de Murcia durante estos largos años de la crisis. Lo paradójico es que ha sido precisamente en este decenio de escaso aliento institucional a la creación literaria cuando han surgido nuevas voces narrativas y poéticas en la Región de Murcia que concitan un amplio reconocimiento del público y la crítica a nivel nacional.

Tras la estela de Arturo Pérez-Reverte, Eloy Sánchez Rosillo o José María Álvarez emergieron María Dueñas, todo un fenómeno editorial que arrasa en ventas, una generación completa de brillantes poetas, en su gran mayoría mujeres, y un grupo de novelistas de acreditado fuste, como Miguel Ángel Hernández y Ginés Sánchez, por citar solo a dos de una lista de una decena de talentosos narradores. Esta cosecha de buena literatura se produce cuando todavía, como dijo recientemente en 'La Verdad' Javier Castro Flórez, de la editorial murciana Newcastle, somos la única región española donde no existe un decreto de ayudas públicas para la edición. Y cuando los recortes, de horarios y fondos, aún se ceban con la Biblioteca Regional, uno de nuestros grandes referentes.

No deja de ser milagroso que en ese contexto desfavorable no solo se ha multiplicado el talento creativo en la Región sino también los usuarios de las bibliotecas públicas. Parece que algo muy fecundo debe haber por estos pagos si con tan poca lluvia se genera tanta riqueza en los bancales del libro. Todo lo descrito líneas arriba hace pensar que bastaría con un esfuerzo público ligeramente más generoso para impulsar las estadísticas que hoy nos sitúan en mitad de la tabla de comunidades autónomas por número de lectores. Sin duda, el momento es propicio para aprovechar este auge de editores y autores murcianos y para exigir una atención especial al mundo del libro en las políticas culturales de la Comunidad Autónoma y los ayuntamientos.

De momento disfrutemos hoy de una feria que habrá supuesto una buena oportunidad para captar nuevos lectores y para ofrecer un escaparate a los escritores más jóvenes. Y a partir de mañana, a través de sesenta actos, para entrar en contacto con grandes figuras de la narrativa española, desde Javier Cercas y Lorenzo Silva a Sergio del Molino, Ray Loriga y Manuel Vilas, entre otros destacados escritores. Murcia necesitaba reencontrarse con el mundo del libro y seguir la estela de Cartagena, todo un ejemplo de buen hacer desde las instituciones con sus premios Mandarache y Hache. Parece que por fin llegó la hora.

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