«Deberían hacernos pruebas a todos»
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María del Valle López Sánchez, copropietaria de la estación de servicio PoligasLa estación de servicio Poligas de Murcia ha estado abierta desde que se declaró el estado de alarma a mediados de marzo. Ubicada en la Ronda Sur, es una empresa familiar que regentan María del Valle López Sánchez y su hermano Benito. De 'marca blanca', es decir, que no tenía la obligación de permanecer en activo pese a ser un servicio de primera necesidad porque no depende de ninguna multinacional, los hermanos decidieron mantenerla abierta.
«Ha sido nuestra pequeña contribución a esta crisis; moralmente no la podíamos cerrar», explica María del Valle, pese a que reconoce que han tenido pérdidas económicas «bastante grandes». «No nos ha salido rentable y pese a que los precios del combustible ahora están muy bajos, la gente no puede aprovecharse, al menos hasta ahora; es una lástima».
Poligas es una estación que permanece abierta las 24 horas y, como otros muchos negocios, ha tenido que hacer un ERTE. De sus nueve trabajadores, tres se han ido con una reducción del 100% y los seis restantes en distintos porcentajes. También han tenido que modificar su día a día: se convirtió en autoservicio hasta el inicio de la desescalada (antes solo lo era durante la noche); y cerraron la cafetería y la pequeña tienda que tienen al público (aunque servían productos a través de la ventanilla dos hora y media al día).
Desde que comenzó la Fase 0 también mantienen abierta la tienda una hora y media más, hasta as 21.30 horas, para poder atender a las personas que han comenzado a trabajar y que echan en falta algún producto cuando regresan a casa.
«Las medidas de seguridad y de limpieza y desinfección las cumplimos al máximo, y desde el primer momento entregamos por ventanilla a los clientes que vienen a repostar guantes, que muchas veces se colocan encima de los que ellos ya traen puestos», comenta. Las mascarillas protectoras, «las FP2, que nos costó Dios y ayuda conseguir», y el gel hidroalcohólico no faltan tampoco en el día a día.
La gasolinera cumplió años ayer, cuatro en concreto, una celebración que llega en horas bajas, tanto de negocio como de ánimo. «Al principio sentía miedo y temor, y, sobre todo, mucha tristeza por cómo veías que iba la poca gente que salía a la calle, cabizbajos, y si te cruzabas con alguien se apartaban de ti como un repelente».
Sin embargo, al comenzar la desescalada, considera que la gente se está relajando de más, y que no es bueno. «Esto no ha acabado; sigue habiendo mucho desconocimiento de cuánta gente puede estar aún contagiada, que no tiene síntomas y no lo sabe, pero que lo puede transmitir a otros». Por eso reclama que las administraciones hagan una criba. «Deberían hacernos test a todos para acabar con esta incertidumbre; si no, es como salir a la calle con una venda en los ojos».
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