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Roberto Fernández.
«Carlos III fue un protonacionalista español»

«Carlos III fue un protonacionalista español»

El historiador Roberto Fernández, experto en el siglo XVIII español, publica 'Carlos III. Un monarca reformista', la biografía sobre el rey borbón

Álvaro Soto

Domingo, 18 de diciembre 2016, 01:43

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Si hay un rey en la Historia de España que goza de buena imagen ese es Carlos III. Metódico y afable, guiado por el sentido común en sus actuaciones, el monarca borbón (1716-1788), de cuyo nacimiento se conmemora en este 2016 su tercer centenario, aplicó en España el absolutismo ilustrado y reformista que ya había aplicado durante dos décadas en Sicilia. El profesor Roberto Fernández (L'Hospitalet de Llobregat, 1954), premio Nacional de Historia de 2015 por su obra 'Cataluña y el absolutismo borbónico', publica 'Carlos III. Un monarca reformista' (Espasa), que despunta como la biografía más completa e integral (trata también su etapa en Nápoles) sobre el personaje que marcó el siglo XVIII en España.

Roberto Fernández cree que hoy en día existe una obsesión por las clasificaciones y, por eso, rechaza decir si Carlos III ha sido o no el mejor rey de España. Es imposible hacer un ranking de reyes porque todos dependen de su herencia, del contexto histórico y de sus características personales, explica. Pero sí apunta que Carlos III fue un buen rey del absolutismo reformista de inspiración ilustrada, un rey profesional muy experimentado que defendió los intereses de España, sobre todo frente a Francia y Gran Bretaña, y que hizo del Estado un motor para la regeneración del país.

El autor de la biografía y rector de la Universitat de Lleida matiza algunos estereotipos que se han lanzado sobre la figura del rey; por ejemplo, ese de que fue el mejor alcalde de Madrid. Fue una morcilla que se le colocó después. Lo que él quiso fue hacer de Madrid una ciudad europea tan importante como entonces eran París, Londres o Nápoles. Respecto a la expulsión de los jesuitas, que él propició, Fernández opina que se debió a que esta orden religiosa trataba de ser un poder dentro del Estado, algo peligroso para quien creía ser el delegado de Dios para gestionar la monarquía española. Pero Carlos III, como todos los reyes absolutistas, era muy religioso. Y no era un rey ilustrado, sino reformista. La ilustración remite a un concepto cultural sobre cómo vivir en la sociedad. El reformismo es un concepto político que tiene como objetivo hacer que las cosas funciones. Carlos III no era ilustrado, pero amparaba la reforma de España. Era más reformista que ilustrado, pero eso sí, se apoyó en ministros que venían de la ilustración y que, como él, querían la reforma de España, destaca el autor.

Su visión del país podría resumirse en el concepto de 'patriotismo crítico', subraya Fernández. Tuvo muy claro que debía fortalecer el Estado, un Estado que tenía que ser dirigido por él y sus ministros, agrega. En este sentido, el Monarca ahondó en el concepto de Nación española, con decisiones como declarar la Marcha Real (o Marcha de los Granaderos) como himno nacional, estableció la bandera rojigualda de la Armada como bandera, pagó a intelectuales para que combatiesen la leyenda negra de España que extendían los enemigos y publicó diferentes ediciones de El Quijote, entre otras medidas. Fue un protonacionalista español, destaca el escritor.

Triple legado

Roberto Fernández resume el legado de Carlos III en tres puntos. Primero, la reforma de España. Supo conservar lo mejor de su padre, Felipe V, y de su hermanastro, Fernando VI, para sin cambiar de régimen ni acabar con los estamentos, sí mejorar la vida de los ciudadanos. Segundo, amparó la Ilustración, defendiendo las ideas reformistas y rodeándose de gente preparada para hacer la reforma de España. Y tercero, introdujo el valor de la ciencia económica, apoyándose en este aspecto en Campomanes, para defender las colonias y mantener unos presupuestos equilibrados. Y es que en el aspecto económico, fue una 'rara avis' en la Historia de España. Gastó menos dinero que Francia y Reino Unido en sus Fuerzas Armadas y cuando murió, las cuentas del país estaban equilibradas.

Siguiendo al maestro de historiadores que es Pierre Vilar, Roberto Fernández cree que se debe pensar históricamente el presente. Traducido a la actualidad, el autor cree que los políticos deberían seguir el ejemplo de Carlos III y ponerse de acuerdo para llevar adelante otra reforma de España y de las Españas. Españas que ya aparecían en el reinado de Carlos III, que cuando entró en Barcelona sabía que Cataluña, o el País Vasco, no eran lo mismo que Castilla. Por eso, Fernández felicita al rey Felipe VI por haber elegido para su despacho un retrato de Carlos III. Su padre, el rey Juan Carlos, tenía uno de Felipe V.

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