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Arturo Pérez-Reverte, ayer, en el Madrid de los Austrias. :: EFE
«No tengo ideología, tengo biblioteca»

«No tengo ideología, tengo biblioteca»

Arturo Pérez-Reverte reúne en 'Todo Alatriste' las siete novelas de la saga sobre su lúcido soldado de fortuna

MIGUEL LORENCI

Viernes, 15 de abril 2016, 00:45

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Diego Alatriste y Tenorio es el personaje que más satisfacciones ha dado a su creador, Arturo Pérez-Reverte (Cartagena, 1951). Pero el desencantado y lúcido soldado de fortuna, su héroe cansado, le infunde un enorme respeto. Es tal el tirón popular del mercenario espadachín que creó hace 20 años que le ha cogido «miedo». «Es tan de los otros, toca tantas fibras al lector, que me piden cosas que quizá no puedo darles», confiesa el escritor y académico sobre un personaje que, como él, «caza solo». Habrá dos 'alatristes' más «dentro de tres o cuatro años», asegura este «francotirador», reportero curtido en mil batallas que anuncia nueva y «polémica» novela en otoño.

Con motivo del feliz cumpleaños Alfaguara reúne en 'Todo Alatriste', un volumen de 1.800 páginas, las siete novelas que han vendido millones de copias en todo el mundo -3,5 solo en España- y de lectura recomendada en las escuelas. Es una edición muy especial, numerada, de solo 15.150 ejemplares firmados por su autor. La ilustra Joan Mundet, que ha redibujado las cuatro primeras novelas. Incluye un prólogo del autor con las claves del personaje, una introducción del catedrático Alberto Montaner y la biografía del capitán Alatriste. Cuesta 29,90 euros.

Es la obra más difundida y reconocida de Pérez-Reverte, acaso el español más leído en el mundo, traducido a más de 40 lenguas, y que ha inspirado cómics, películas, obras de teatro, series televisivas y juegos de rol. Pero a su autor le enorgullece que «haya hecho crecer como lectores a miles de jóvenes en el mundo».

Pérez-Reverte ha releído las novelas y no ha cambiado ni una coma. «Jamás me releo, pero la experiencia ha sido agradable. Creo que eran y son buenos libros. Los escribí para mi hija Carlota y tenía que ser exigente. Me pondría un notable», dice sin falsa modestia.

Quería que su hija, entonces con 12 años, «aprendiera historia y conociera su pasado, que es la única manera de interpretar el presente y atisbar el futuro». La implicó en una investigación «que derivó en una reflexión amarga sobre por qué somos como somos, sobre un país que era y es vil, turbio, lleno de infamias, en el que hubo reyes imbéciles, curas fanáticos y ministros incompetentes». «No quería recrear la historia, quería explicar el presente para que mi hija comprendiera por qué un rey mete la gamba y supiera de dónde venimos», insiste. Aún le choca «que un puñado de tontos del culo lo interpretara como un canto a la España imperial, cuando es todo lo contrario».

En un vuelo a Chile Pérez-Reverte pergeñó la trama de la primera entrega y las trazas de su héroe, que toma el apellido del editor mexicano Sealtiel Alatriste. Es más bien un antihéroe «con mucho más del Ulises que vuelve a casa con sabiduría y remordimientos que de Aquiles, que es solo belleza y juventud». «El héroe que me interesa tiene canas en el alma y sangre en las uñas. Por eso el lector reconoce que es auténtico, y no un camelo de Reverte», se ufana el escritor.

Le enorgullece que profesores de colegios e institutos recurran a su personaje «para hablar de lengua, historia o ética», que sea una eficaz herramienta pedagógica en un país con un grave problema educativo. «Sin lucidez no hay progreso y somos un país frustrado por un problema de educación», señala. «El desmantelamieto de la cultura es terrible. Educar es ofrecer claves para entender lo que somos, pero aquí seguimos diseñando leyes y programas educativos cada cuatro años e infames planes de estudios que asfixian el talento», denuncia.

«Jamás seré objetivo»

Si hoy tiene un sillón en la RAE «es también gracias a Alatriste». «Primero me negué, hasta que me convencieron de la importancia de Alatriste para los escolares. Eso me ablandó». Advierte de que el lenguaje de la saga «no es una reconstrucción del habla de la época». «Alatriste caza solo, como su autor», dice risueño un Pérez- Reverte que encaja sin aspavientos en la definición de «francotirador». «No tengo ideología, tengo biblioteca, pero jamás seré objetivo», admite. «Soy un tipo que cuenta historias y al que su biografía le ha dado una visión del mundo que traslado a mis libros», dice reconociéndose «tan desesperanzado» como su veterano soldado de los tercios de flandes.

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