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El escritor, ayer, durante la presentación de 'El secuestro de Michel Houellebecq'. :: Hugo Ortuño / efe
La cara más cansada de Michel Houellebecq

La cara más cansada de Michel Houellebecq

El escritor francés presenta en España su última experiencia en la gran pantalla junto al director de cine Guillaume Nicloux

CRISTINA VEGANZONES

Viernes, 22 de agosto 2014, 01:22

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El escritor francés más controvertido de la actualidad, igual de querido que odiado, Michel Houellebecq, acaba de llegar a España junto con el director de cine Guillaume Nicloux, para estrenar su última película 'El secuestro de Michel Houellebecq', en la que el propio escritor hace de protagonista. En la terraza del hotel Petit Palace de Santa Bárbara ambos reciben a los periodistas con un cuadro muy distinto entre ellos dos: un Nicloux muy dispuesto y afable frente a un Houllebecq más envejecido y ausente que nunca. La imagen de Houellebecq fumando cigarrillo tras cigarrillo no se ha repetido esta vez, aunque la botella de vino a su lado sí que ha estado presente.

'El secuestro de Michel Houellebecq', que se estrena en los cines españoles el 29 de agosto, no deja de ser un juego de realidad e irrealidad que lleva en varias ocasiones a la confusión del espectador. Partiendo de su desaparición y desplante a la prensa en 2011 -suceso que los periodistas franceses atribuyeron a una acción de Al-Qaida-, Nicloux reconstruye ese vacío e imagina un supuesto rapto en el que los carceleros de Houellebecq acaban desquiciados por la víctima del cautiverio a causa de sus extravagancias. La película transcurre en un tono de humor negro y en ella concurren personajes absurdos. Sin apenas trama, pero con mucho argumento y guión, Nicloux logra mantener la atención del público hasta al final y hacernos reír con unos personajes listos y tontos que convierten los días de secuestro en unas vacaciones.

En esta película se muestra uno de los retratos más cercanos de Michel Houellebecq. Tremendamente raro y especial, con el cigarro en mano constantemente presente, caprichoso, borrachín, ausente, políticamente nada correcto, pero también querido por muchos. En la cinta están presentes las opiniones controvertidas del autor que tanto desconciertan al público, como que Suecia es la mayor dictadura existente, entre otras muchas.

Verdades y mentiras

Nicloux asegura que todo es cierto en esta película, y se atreve a calificarla de «documental», porque según él, el componente ficticio refleja la visión más realista e interior de lo que le sucedió esos días a Houellebecq. Para él, resulta más fácil utilizar una mentira para contar una verdad y utiliza elementos recreados para construir la realidad. Al mismo tiempo el director afirma que ha tenido que tomar decisiones y descartar ciertas verdades como, por ejemplo, la progresión amorosa de Michel con Fátima (la prostituta con la que tiene relaciones Houellebecq en la película), porque le hubiera dado una aportación pornográfica que no encajaba, según Nicloux. Sin embargo, no descarta hacer una versión únicamente sexual en el futuro con el permiso de Houellebecq.

La película ha sido galardonada con el premio del jurado a mejor guión en el Festival de Tribeca de 2014, pero su director Nicloux le quita importancia. «Son cosas que halagan, recibir un premio, que la crítica te trate bien», reconoce, pero defiende que hay que desprenderse de ello. «Es ilusorio, no tiene mucha importancia, sinceramente», declara. «Lo más importante es el placer que yo encuentro haciendo cine».

A pesar de ser una persona introvertida, el escritor asegura que se ha sentido cómodo al hacer la película. Admite temer un carácter huidizo en la vida privada, pero niega ser reservado en público. «No soy tan tímido para mostrarme, he leído poemas míos delante del público, lo cual intimida mucho».

En cuanto a si es mejor recibido en el exterior que en su propio país, Houellebecq afirma que eso ocurre siempre. «La polémica siempre surge en el país de uno mismo, en el extranjero los escritores lo tienen mucho más fácil», asegura. Él mismo se trasladó a vivir fuera de su país, primero a Irlanda y después a España (Almería), por el acoso de los medios que sufría cuando residía en París.

A Houellebecq hay que sacarle las palabras. Parece más cansado que antes, con menos ganas de pelear y provocar, como ya se advierte en su último libro 'El mapa y el territorio' (2010), una novela mucho menos corrosiva y crítica que de costumbre. Asegura arrepentirse de muchas de las declaraciones que ha hecho, como por ejemplo, que «el islam es la religión más tonta», palabras que expresó en una entrevista para la revista 'Lire' en 2001 y que le llevaron a juicio, un trance del que logró salir indemne. «Tenía que haber dicho que es la religión más simple, más sencilla». Afirma que a veces las soluciones simples o sencillas son las mejores, «pero estaba en una época en que me gustaba mucho la complicación».

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