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Tom Wolfe, en una imagen de 2013.
Aberraciones intelectuales

Aberraciones intelectuales

Con su rechazo de la teoría de la evolución, Tom Wolfe se suma a la lista de pensadores que sostienen todo tipo de estupideces

L. A. GÁMEZ

Miércoles, 2 de noviembre 2016, 00:42

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Tom Wolfe, padre del 'nuevo periodismo' y novelista, cree que «la teoría de la evolución es un mito». Lo dice en las entrevistas promocionales de su libro 'The kingdom of speech', que salió en agosto a la venta en EE UU. Sostiene que no hay pruebas de la evolución de las especies, que «no es comprobable. La evolución significa que no puedes ver lo que sucederá a menos que vayas a vivir durante siete millones de años, no se puede explicar, es totalmente imposible», ha afirmado en un diario madrileño.

«Es un inculto, un ignorante integral. Habla de lo que no sabe. Solo hace falta ir a la Wikipedia para ver que lo que dice no tiene ninguna base. Hay 160 años de pruebas paleontológicas, genéticas y experimentales de la evolución», sentencia el biólogo Juan Ignacio Pérez Iglesias. Para el titular de la Cátedra de Cultura Científica de la Universidad del País Vasco, si no se ridiculiza a Wolfe es porque «es un gurú del mundo de las letras, en el que, por lo visto, está permitido ser un ignorante en ciencia y opinar de ciencia. Es el típico fenómeno posmoderno: se considera normal que gente que no tiene ni idea de algo opine de ese algo y, además, no se cuestiona lo que dice. El caso de Wolfe es descarado. Lo único que busca es vender muchos libros y ganar dinero». Sea cual sea la causa, está bien acompañado en el olimpo del disparate.

Los posmodernos

Patólogos franceses examinaron en 1976 la momia de Ramsés II y concluyeron que había muerto de tuberculosis. «¿Cómo pudo morir a causa de un bacilo descubierto en 1882 y de una enfermedad cuya etiología, en su forma moderna, solo data de 1819 en la consulta de Laennec? ¿No es anacrónico?», preguntaba Bruno Latour en 1999. Para el sociólogo y antropólogo francés, achacar a la tuberculosis la muerte del faraón es tan anacrónico como afirmar que lo mataron con una ametralladora. Siguiendo esa línea de razonamiento, ¿giraba la Tierra alrededor del Sol antes de Copérnico?

«Es algo muy burdo. Latour es uno de los principales autores posmodernos, a los que une un cierto desprecio hacia la idea de racionalidad y objetividad, hacia la búsqueda de la verdad a través de la ciencia. Lo consideran un sesgo de la cultura occidental colonialista del que hay que prescindir», explica Jesús Zamora Bonilla, catedrático de Lógica y Filosofía de la Ciencia de la UNED. «Lo que dice Latour es ridículo -coincide Pérez Iglesias-. Para los posmodernos, la ciencia es una construcción social y algunos niegan que exista la realidad objetiva. Es un movimiento que ha producido aberraciones intelectuales».

En la misma línea absurda que Latour, aunque por otras razones, hay científicos de renombre. El caso más extremo es el del estadounidense Kary Mullis, premio Nobel de Química. Niega que el VIH cause el sida, cree en el horóscopo y dice que una noche se encontró en su cabaña de las montañas con un «mapache verde brillante» alienígena. Consumidor de grandes cantidades de LSD en la juventud, asegura que aquella noche no estaba colocado. Si de conspiraciones hablamos, la escritora Rosa Regás achacó la doble mastectomía y la extirpación de los ovarios de Angelina Jolie para evitar el cáncer a una conspiración liderada por una compañía biotecnológica para patentar unos genes.

Los racistas pueden llamar en su apoyo a James Watson, codescubridor de la estructura del ADN junto con Francis Crick. «Todas nuestras políticas sociales se basan en que su inteligencia (la de los negros) es la misma que la nuestra, cuando todas las pruebas dicen que no es así», mantiene. «Puede deberse a prejuicios ideológicos que ha mamado en su sociedad», dice Zamora Bonilla, aunque confiesa que lo primero que piensa en casos como los de Watson y Wolfe es que chochean.

Pérez Iglesias apunta que, «cuando alguien afirma algo muy rompedor sobre un campo que no es el suyo, lo más probable es que sea charlatanería pura». «Un alto cociente intelectual no garantiza que tengas razón en todo», dice Zamora Bonilla. Para los dos, no hay que creerse las cosas porque las diga un Nobel. Ellos también tienen prejuicios, intereses y creencias irracionales.

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