Una colección con chispa

La colección de la Fundación Coca-Cola fue decisiva para la consolidación del coleccionismo corporativo en España. Su ejemplo alentó a otras empresas que ahora incluso continúan adquiriendo arte. Coca-Cola no lo hace desde hace seis años y se nota. Era todo un referente. Las adquisiciones se hacían cada año en Arco. La coherencia de las compras logró que el listado fuera seguido por el resto de los compradores de la feria. Marcaban tendencia. De esa próspera labor desarrollada durante casi dos décadas -la Fundación se creó en 1993 - podemos disfrutar ahora de una colección de casi cuatrocientas piezas que desde diciembre de 2007 están depositadas en exposición permanente en el Centro de Arte Contemporáneo DA2 de Salamanca.

Dicho esto, no esperaré para recomendar una exposición que estará hasta el 17 de julio en tres de los espacios de La Conservera. Merece una visita porque las obras expuestas son piezas decisivas de la creación española reciente. Además, esta colección se caracterizó por no ser cicatera al apostar en todo momento por piezas de gran envergadura aunque los artistas no fueran muy conocidos en su momento. Precisamente que fueran comprados para la colección posibilitó su reforzamiento en el mercado.

Tanto si el espectador es avezado en arte contemporáneo actual como si no, puede disfrutar de la exhibición gracias a las extensas cartelas que acompañan las obras. En ellas se detalla tanto el año de creación, como la descripción biográfica del artista gestor. Un lujo didáctico porque se pueden leer muchos detalles sobre el proceso creador de cada uno del medio centenar de artistas que ha seleccionado la responsable de la colección, Lorena Martínez de Corral.

Entre los escogidos en la primera sala podrá encontrar la obra de tres murcianos. Por orden de disposición, los cartageneros Gonzalo Sicre y Ángel Mateo Charris y el lorquino Nico Munuera. Pero amén de estos destacados pintores, en el recorrido general el espectador se encontrará artistas altamente significativos en la reciente historia del arte murciano como Lara Almarcegui, quien montó (nunca mejor dicho) un gran escándalo con su amontonamiento de escombros en un solar en el centro de Murcia para el PAC. Del pintor Juan Uslé también encontrarán un cuadro. Espero que esa formidable pintura les haga olvidar el cartel que ha preparado este año para el festival La Mar de Músicas, que recién publicado ya está en boca de todos. Así mismo, aconsejo recrearse en las imponentes -como siempre- con propuestas de dos artistas que han expuesto recientemente en la Sala Verónicas: Daniel Canogar y Pablo Genovés.

Con todo y dado que estamos ante una exposición de notable envergadura pionera en el coleccionismo de videoarte, hubiera agradecido que en una muestra de este calibre los vídeos hubieran sido puestos en sala con la corrección que se merecen y con un horario de programación para poder planificarse con tiempo la visita. Entre los cuadros de la segunda sala como si fuera un lienzo más, hayamos una pantalla de televisión. No hay donde sentarse para ver las tres obras, pero lo peor es que tampoco se oye el audio. Me aflige. No puedo escuchar la pieza sobresaliente 'Hacia lo salvaje' de Cristina Lucas, de quien recordamos su paso por Verónicas dentro del ciclo 'Dominó Caníbal'. Tampoco se pueden visionar bien por la luz que entra las obras videográficas que hay en la tercera sala de Filipa César, José Manuel Ballester (artista bien conocido por estos lares) y Manu Arregui, quien presenta 'Un Impulso Lírico del Alma', obra producida en el Centro Párraga y expuesta en la desaparecida Sala AV en 2007. Espero que puedan corregirse estos fallos porque la muestra permanecerá hasta el 17 de julio y como he dicho, bien vale una visita. O dos.